[BOE] Día 3577 - Buscando a Leowarm

Day 3,577, 13:13 Published in Spain Spain by Spanish National Health


La penumbra es casi total, no sé si por dar ambiente o porque han aflojado las bombillas para ahorrar en luz. A pesar de la falta de claridad se ve que el local es cutre y está sucio (en la lámpara del techo hay más telarañas que cuentas, haciendo honor al tipo de luminaria). Un par de pañuelos anaranjados sobre dos lámparitas dan sordidez en la búsqueda infructuosa de calidez. Paso dos dedos sobre el cristal de la redonda mesa camilla; no me sorprende que la punta de los dedos no sea blanca como el resto del guante, pero es asco me hace arrugar la nariz. Muy buena debe ser la pitonisa para que merezca la pena la visita a ese antro.

- Siéntese.

De entre unas cortinas de tul ha aparecido una vieja cuyas arrugas no ha conseguido disimular una gruesa capa de maquillaje. La sombra de ojos blanca y el colorete me hacen pensar más en un payasito triste que en una señora rayando los ¿70? El atuendo es muy propio: disfraz de los chinos de gitana rumana, complementado con tantas pulseras, collares y pendientes que en una báscula doblarían el peso de seca señora y tantos anillos que apenas se distinguen las falanges.

Su mano extendida sigue indicándome la silla, la cual se diría aterciopelada si no adivinase sobre la tela una capa de polvo de un dedo de grosor. Arqueo una ceja mientras pego con aprensión el culo al asiento, las manos en las rodillas (ni de coña sobre la mesa), mientras mi anfitriona busca la pose en un butacón de cuero negro gastado.

- ¿Qué ha venido a buscar?

“Mal empezamos”, me digo a mí mismo. ¡Vaya adivina!

- Busco a un hombre.

La tipa entrecierra un ojo hasta casi cerrarlo, mirándome fijamente escrutadora y apuntando un sonrisilla en la boca.

- No es lo que piensa-, tercio ante las divagaciones que se pueda hacer la vieja. - Busco a un colega que está perdido. No se le ha visto aparecer por el trabajo en todo este mes.

Frunce el ceño la señora, afirmando levemente como si meditase algo. De repente, un gesto rápido con una mano y un brillo llena su palma: una bola de cristal que posa sobre un aro dorado tumbado en la mesa.

- ¿Tiene algo de él?

Dudo si sacar o no el objeto, la verdad es que me da apuro. La mirada inquisitorial vence mis dudas y depósito sobre la mesa una bolsa de papel aceitado en la parte del culo, la boca hecha un gurruño. La mujer mueve entre tintineos sus dedos para abrir el papel y extraer de su interior un bocadillo mohoso de pastrami. Su cara es de repulsión y me mira con sorpresa y disgusto buscando una explicación.

- ¿Qué demonios es esto?

Ya me empieza a hartar el escaso poder adivinatorio de la maga; ya ni viendo el objeto.

- Es su bocata. Mi colega se lo dejó hace un mes.

- ¿Y aún lo conserva?

- Mi madre me enseñó a respetar las cosas de los demás.

La bruja muestra enojo, pero una profunda respiración parece traerle la calma necesaria para preguntarme si no tendría algo más… “personal” del desaparecido.

Preveyendo la circunstancia había echado mano de algo que Leowarm había dejado olvidado el primer día que nos vimos en el despacho del Ministerio. Sacando la mano del bolsillo le muestro un pañuelo de seda blanco. Me niego a ponerlo en la mesa, así que me levanto ligeramente para poder dárselo en mano. La mujer lo deja sobre la bola de cristal, cierra los ojos y mueve ambas manos en círculos, los dedos rígidos como escarpias y bisbiseando en voz baja algo ininteligible:

- Esebetioéoeoeoeoeeeeee…

O parecido.

Entonces, tranquila, saca el pañuelo y comienza a mirar la bola de cristal. Parece muy concentrada, las pupilas inmersas en un mundo desconocido y abstracto, reflejando en sus ojos un brillos verdoso que parece surgir de la bola.

- Veo algo. - Me incorporo en mi asiento, atento. - Un hombre. Alto, guapo. - Bah, no será él. - Lleva un objeto redondo. Lo tiene, lo contempla. Unos tipos le acosan, pero él corre y se zafa. Le persiguen incansables, pero él corre más, y aunque se lanzan para pararle, no pueden.

- Siga- digo nervioso.

- El hombre corre, no puede parar, sabe que si no le quitarán el objeto.

- ¡Dios mío!

- Mira la cosa redonda, sabe que es el momento. No duda, se arma y dispara y…

- ¡¿Y…?!

- ¡Gooooooooooooool!

- ¡¡Goooooooooooool!!

- ¡¡¡Goooooooooooool… de Morata!!! ¡España mete el quinto ante Liechtenstein! ¡Madre mía, qué pepinazo del ex del Madrid!

- Oiga, imposta usted muy bien la voz de Manolo Lama.

- Gracias, me lo dicen mucho.

- ¿Y qué hay de mi colega?

La mujer se pone rígida al instante, como si una descarga eléctrica la hubiese recorrido y petrificado. Sus ojos brillan pagados a la bola.

- Veo algo.

- ¿El Eurobasket? Creo que había partido hoy sobre esta hora…- digo mientras miro mi reloj.

- No, es otra cosa. Es un diario, un boletín oficial.

- ¿En serio? Es más fácil consultar esas cosas en google...

- ¡Calle!- dice levantando una mano.- Es el Boletín de Economía, con las cuentas de fin de legislatura.

- Ya, pero no es eso lo que buscamos.

La mujer mueve la mano derecha como si pasase páginas de un libro gigante. Parece estar entrando cada vez más profundamente en trance.

- Un boletín.

- Otro.

- Veo ancianos, gentes con las manos levantadas en pose de súplica… “Dadnos la paguitaaaaa…”, dicen.

- Va ser el…
-¡Boletín de Asuntos Sociales!

- Eso. Con la lista de admitidos. Pero no es eso lo que...

Me quedo mudo. De los ojos de la mujer salen luces. Lo juro, no he bebido: sus ojos se iluminan, no se adivinan sus iris.

- ¡Cállate!

Las uñas parecen ahora muy largas y golpean el cristal del orbe iluminado con un tintineo siniestro. Si no fuera porque he pagado por adelantado, me largaba de allí cagando leches.

- Un boletín… manipulado torticeramente para ensalzar al CP… un ministro… ¡NO! Un CoMinistro… ausente… perdido…

Un siseo desquiciante se mezcla con sus palabras. No veo bien de dónde sale porque la mujer lleva puestas las largas, pero parece que es de su boca.

- Sí, bueno; que para eso había venido aquí. Para encontrarlo.

La vieja comienza a agitarse. Empieza despacio pero pronto los espasmos son tan potentes que partirían la columna de un hombre adulto en buen estado de salud, no como FAF Skinner. De repente, alarga su zarpa y agarra mi mano, apretando como un cepo de cazar osos. ¡Cómo aprieta la joía vieja!

Se para en seco y dice deslumbrándome con sus ojos:

- No está.

Y se derrumba en su silla como una muñeca de trapo, la respiración agitada, exhausta, sin sentido.

Me agarro la mano tratando de conjurar el dolor. Encorvado, me alejo de la sala, apoyando la mano (¡mierda!) en la asquerosa mesa. Justo al traspasar la puerta veo un bote lleno de billetes; meto la mano y pillo mis veinte… y otros 10. Para el taxi y una pomada para la mano.

- ¿Dónde estás, Leowarm?




Ministerio de Comunicación

Ministro Honoris Causa
Amadeo Ortiga

¿Ha sido una buena eVida?

No se me ocurre ninguna mejor.


Equipo de Comunicación:

Ministro de Comunicación… creo:
Leowarm


CoMinistro de Comunicación (CoMiCo): Personahumana