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Miró el anuncio con dudas en el alma, y el bolsillo vacío, por lo que no es de extrañar que lo aceptase.

“eRepublikLabs le ofrece participar en el experimento que reinventará nuestra eRealidad” y un asterisco bien grande que redirige a una nota de tamaño también generoso “Se compensará con 1000 Golds”.
El otro asterisco, más pequeño, no parecía tan interesante ni convincente.

Entró en las blancas e inmaculadas instalaciones, dónde Plato le atendió con la mayor de las cortesías, a la vez que numerosos documentos desfilaban delante del voluntario, todos los cuales eran firmados sin mucha ceremonia con una especie de mando con un único botón. Clic, clic, clic.

- Bueno, ¿qué es lo que tengo que hacer? - comentó el voluntario, tras despachar el papeleo.
- Seguir probando el nuevo dispositivo de manejo de la eRealidad - Dijo Plato, con sonrisa amable, señalando el mando con el que había firmado los documentos.

Miró con curiosidad el dispositivo. Era algo así como un mando a distancia, pero con un único botón, y una pequeña pantalla LED, en la que se leía 99999.
Nadie contestó a sus preguntas sobre el aparato, simplemente le empujaron con cortesía a una sala.

Era un gimnasio, con una serie de pesas colocados por tamaño. Había un espejo cubriendo una pared, y de un altavoz se le dió una instrucción :

- Por favor, levante todas las pesas.

No era un tipo especialmente fornido, y en la quinta no podía con su alma. Tampoco era especialmente inteligente, y se sintió aún más estúpido cuando le indicaron por el altavoz que probase el mando. Apuntó a las pesas e hizo clic. No pasó nada. Apuntó a sus brazos, clic, nada. Decidió que a estas alturas daba igual parecer ridículo.

- Quiero levantar todas las pesas - dijo, haciendo clic.

Notó una fuerza absurda recorrer su cuerpo. Energía pura. Probó directamente con la más pesada, y la levantó como una pluma. No pudo evitar empezar a hacer malabares con todas ellas, a disfrutar de su poderío.

- Pase a la siguiente sala, por favor.

Al cruzar el umbral, apenas tuvo tiempo de lanzarse al suelo y cubrirse tras un parapeto. Desde el otro extremo, tres soldados de élite descargaban sobre él los cargadores de sus fusiles.

- Por favor, acabe con los elementos hostiles.

El parapeto se deshacía con los impactos, una esquirla le hirió la mejilla. Estaba tan asustado que apenas podía razonar la sencilla respuesta al dilema. Pero pudo hacerlo.

- ¡Quiero reventar a esos hijos de puta! - gritó, haciendo clic repetidas veces.

Un borrón rojo. Sonidos de carnicería. Ruido metálico de armas cayendo al suelo. Un susurro de agonía.

- Pase a la siguiente sala, por favor.

Cubierto de sangre y vísceras, cruzó la puerta. Frente a él, un estrado, y una multitud.

- Por favor, haga que lo amen.

Miró a la multitud. Enormes pantallas mostraban primeros planos deformes y grotescos de si mismo, con la cara cubierta de vísceras. Limpió el mando. La pantalla indicaba 79346.

- Yo… yo… vosotros… quiero decir… podéis confiar en mi. - tartamudeó, haciendo clic una vez, y otra, y otra…

...

Cuando le conocí estaba en un vertedero, buscando entre los restos como un desquiciado. Me contó sobre el experimento, sobre cómo decidieron descartar el prototipo. Dijeron que era excesivo para un resultado que apenas difería del método existente.

Me enseñó el mando, pero no me permitió que lo tocase. En la pantalla se leía 00000.

- Encontraré lo que sea que de energía al mando. Volveré a ser feliz. - me dijo con voz rasgada, haciendo clic con delicadeza, y lágrimas cayendo por sus mejillas.