[3/9][RELATO-VKR-Bélico] Cuando éramos unos cafres

Day 5,370, 11:44 Published in Spain Australia by Avutardo


Vale, la guerra. Una historia bélica guapa, ¿no? Algo que te la ponga bien morcillona. Con muchos disparos y tal.

No me gusta la guerra. No me malinterpretes, pocas cosas me satisfacen más que veros gritar de dolor. La posibilidad de aplastaros a todos y cada uno de vosotros, pequeñas mierdecillas complacientes, imitadores de Napoleon de baratillo, aspirantes a abusón virtual… me pone especialmente berraco, por supuesto. Pacifista por los cojones, una buena hostia bien dada a tiempo ensanchece el alma y despeja las ideas.

No me gusta este tipo concreto de guerra. Este tira de la cuerda parido, o más bien cagado, sin el menor respeto por el arte bélico.

Me gustaría poder saltar al campo de batalla, rodeado de otros tantos mierdasecas como yo, y entre todos, urdir planes maquiavelicos, como mapaches espídicos adictos al crack. Organizarnos desde el más puro y bello hodio animal, dejando que cristalice el troleo venenoso en grotescas fintas y movimientos de pinza. Crear monumentos efímeros a la maldad y el torticerismo. Convertirnos en la marabunta desquiciada que convierte un buen plan en un viaje lisérgico al país del “pero que coño”.

Hacerte sudar y dudar.

Recuerdo vagamente ir a alguna batalla, hace años, y aportar algo. Básicamente un espectáculo penoso: correr semidesnudo por el campo de batalla, corriendo, y gastando toda la munición que podía comprar. Todo de una. Tirar todo lo que podría haber ahorrado o mendigado en meses, con la esperanza de pararle los pies a Romper. Entonces todos peleábamos en el mismo lodazal. Y éramos más.

Hordas de miserables hijos de puta, rastreros calculadores, maximizando cada jold obtenido de manera gratuita, o lo que es lo mismo, a través de trabajo esclavo. Una maldita masa de desarrapados que aguardaban, callados como las putas que éramos y somos, una señal de otro de esos mismos hijos del Fail, que trameaba en oscuros canales para establecer el momento perfecto, en el que hacer que arriba fuera abajo, y lo blanco fuera negro. Sin importar la hora. Sin importar el día.

Hacer tambalearse a titanes, a base de sangrar como cerdos. Pelear con un brazo atado a la espalda. Sin armas. A cabezazos. Riendo enloquecidos. Aplastar a ese grotesco héroe armado hasta los dientes, fuerte como un semidios, por simple y aberrante superioridad numérica.

Quedar en el campo de batalla medio muerto, agotado e incapaz de avanzar un centímetro más, viendo a ese grotesco avatar del “aquí manda mi polla” quemando plástico para aplastar nuestro avance. Levantarme y gritaros que tenemos opciones. Que somos los más bastardos, los más troles, la panda de cabrones inmisericordes más desquiciada que ha pisado el eMundo, y que es nuestro deber darle la vuelta a la realidad. Porque es nuestra naturaleza. Es Justo y Necesario.

Veros seguirme la corriente. Ver que arriba es abajo. Que blanco es negro. Creerme que mis gritos han ayudado. Celebrar el logro conseguido por todos, desde el manco al experto, desde el honrado al taimado. Alegrarse estando al borde del coma, destrozados por la batalla, sin equipo, uniformes raídos, armas sin munición, sucios como las ratas que nunca dejamos de ser.

No, nunca he sido pacifista. Pero admito ser un sibarita de la guerra.