Entrevista a la historia, recado a eChile

Day 1,634, 10:07 Published in Chile Argentina by Pescaman

Hoy nuestros ágiles profesionales de la prensa se sumergieron en el lodazal de la historia buscando respuestas. Ellas, siempre esquivas, nos entregan incertidumbres y algo de luz para mostrar la puerta y dejar que nosotros elijamos el camino.

En estos días hay controversia, diferencias de opinión, discusión, ataques y contraataques, todo martillado por el frío y punzante metal de la voz y en el marco de las legítimas y necesarias diferencias. El punto es no extremarlas y no perder el norte, el cual es recuperar eChile.

Más abajo un artículo armado y pegoteado con material de la web que muestra a lo que puede llegar la rivalidad en un momento histórico real pero muy parecido al de este emundo, quizás sirva para reflexionar. Me quedo con una frase:

"¡Conciudadanos! ¡Compañeros de armas! Abrazaos y venid con nosotros a vengar la patria y a afianzar su seguridad, su libertad, su. prosperidad en el sublime triunfo de la unión." (Llamado a la unión junto antes de la reconquista. Vera y Pintado, 1814)





En 1814, debido a la firma del "Tratado de Lircay", el Director Supremo de Chile era el realista Francisco de la Lastra. En el tratado, el bando patriota juraba lealtad al Rey español Fernando VII, las fuerzas realistas se comprometían a abandonar el país en 30 días y se abolía la primera bandera chilena, creada por José Miguel Carrera.

José Miguel no estuvo conforme con el tratado, el cual lo excluía canje de prisioneros de guerra decretado entre ambos bandos, pues el y sus hermanos estaban presos de los realistas en Chillán al momento de la firma del acuerdo. Los Carrera se fugan, y se dirigen a Talca, ciudad donde estaba acantonado el ejército al mando de Ohiggins quien los recibió fríamente.

Luego, se dirigen a Santiago, y en la madrugada del 23 de Julio de 1814, ingresan furtivamente en la capital, toman el mando de la pequeña guarnición militar, deponen la Junta de gobierno presidida por de La Lastra y José Miguel se hace del gobierno tras un Cabildo de autoridades.

O’Higgins, aún en Talca, y que había firmado junto a Mackenna el tratado, desconoció la nueva autoridad, e indignado avanzó a Santiago con una división de sus tropas leales contra Carrera. Los patriotas que acompañaban a O’Higgins debían cumplir el tratado de Lircay y avanzaron con estandarte español hacia el norte.

En esos momentos Carrera y O'higgins se enteran del desembarco en Talcahuano del General Osorio con poderosos refuerzos y armamento para el ejército realista.

Carrera le escribe a O'higgins:

“Mi amigo, no sé si puedo hablarle aún con este lenguaje que es verdadero y no disto de serlo. No sé si es usted o yo el loco y desnaturalizado chileno que quiere envolver a la Patria en sus ruinas, pero lo cierto es que no procederé y que usted no debe proceder sin que antes nos estrechemos las manos e indaguemos la verdad. Salvemos a Chile o seremos odiados eternamente”

No hay respuesta de O'higgins, y Carrera insiste:

“Todo lo que pueda comprometer la suerte de la Patria y aventurarla al riesgo de caer en manos enemigas, debe evitarse como el mayor de los males. El enemigo observa nuestras disensiones, subyugará a ambos y triunfará de nuestras imprudencias”.

O'higgins, en parte de su primera respuesta escrita, dice:

"…no escucharé las proposiciones de “asesinos”. Las bayonetas podrán fin a las calamidades que sufre Chile”.

O’Higgins sigue avanzando hacia Santiago mientras los realistas aprovechan la situación y van ocupando desde el sur el territorio chileno.

El 25 de agosto de 1814, O’Higgins acampa al sur de Rancagua y el 26 cruza el río Maipo. Ese día, con inferioridad numérica de tropas, en forma decidida comienza el fuego de artillería contra el Coronel Luis Carrera ubicado al sur de lo que hoy es San Bernardo (aún estaba en vías de construcción esa ciudad).

Luis Carrera, distribuyó la infantería al centro, artillería y caballería por ambos flancos y rechazó duramente al contendor haciendo avanzar luego el general José Miguel Carrera sus reservas, hasta hacer retroceder las tropas de O’Higgins, dispersándolas y derrotándolas.

Aproximandamente, 70 muertos y heridos, 400 prisioneros y toda la artillería abandonada fue el resultado del enfrentamiento de los dos bandos patriotas en la batalla de las Tres acequias.

Dados los hechos, Carrera envió un nuevo oficio expresando sus intenciones de llegara a acuerdo frente al avance español desde el sur. Cesan las hostilidades pero no hay acuerdo aún, para destrabar la situación, O'higgins, responde:

"Haga -le decía - el sacrificio último que la patria y el honor exigen de V.; no puede haber cosa más justa que la que los pueblos y el ejército desean, que se deje libre al pueblo de Chile para que nombre un gobierno provisorio, mientras se reúnen los diputados.

Hecho el nombramiento, inmediatamente pondré toda la fuerza a disposición del nuevo gobierno, sean quienes fueren los nombrados, y de este modo habrá la más perfecta unión. Estoy tan lejos de ambición ni menos apetecer mando alguno, que en breve se desengañará de ello; conozco sí, que para conciliar los ánimos, se debe dar ahora paso tan necesario.

Hagamos a Chile feliz. Ejecutemos un acto generoso para borrar la mancha de! día 26; entreguemos ambos el mando al pueblo soberano de Chile, y nuestra memoria será eterna; me obligo a asegurarle que todo este ejército le adorará de acción tan generosa."


Tras algunas negociaciones realizadas en una conferencia entre ambos jefes en la hacienda de Tango, la reconciliación fue solemnizada con la firma en Santiago de un memorando redactado por Bernardo de Vera y Pintado, el 4 de septiembre.

El manifiesto indica:

"Un mismo deseo, un mismo empeño, un mismo propósito anima el corazón de nuestros generales y de toda la oficialidad ... “ "¡Conciudadanos! ¡Compañeros de armas! Abrazaos y venid con nosotros a vengar la patria y a afianzar su seguridad, su libertad, su. prosperidad en el sublime triunfo de la unión."

El General Carrera se mantiene como Comandante en Jefe patriota, al día siguiente O'Higgins abandonaba la capital para asumir el comando de la llamada 1ª División del ejército, como un símbolo de reconciliación y confianza.

Con ellas realizaría las operaciones de vanguardia de la última fase de la llamada Patria Vieja (1810-1814). Todo culminaría a fines de mes en el Desastre de Rancagua, pero esa es otra historia.