Crónica desde Canarias, Che

Day 1,480, 09:33 Published in Spain Spain by Espaugyl




Por fin tengo la completa seguridad de que esta crónica que escribo llegará a su destino, y es que ya estoy en tierra firme, en Canarias, donde se habla español, aunque muy raro, entre italiano y froidiano egocéntrico… un acento indescriptible, un hablar lleno de aforismos psiquiátricos combinados con rudimentos de psicoanálisis, términos futbolísticos y altibajos itálicos en la entonación, algo muy extraño que parece que incluso origina que el preguntar por una calle sea motivo de un discurso centrado en el preguntado más que en la respuesta en sí… ¡Joder! ¡Estamos rodeados de argentinos! ¿No estamos en Canarias entonces?



¿Estamos en Canarias? ¿Tan cambiado está el conejo al salmorejo, el mojo picón y Timanfaya que parecen parrilladas, salsa chimichurri y La Pampa?


Me estoy adelantando, comencemos por el principio, desde el momento en que Lantanique y este servidor de ustedes y Johnny Walker decidieron que era el momento de plantearse seriamente el volver a la civilización, de escapar de la isla a la que habíamos llegado tras ser derribados en nuestra huida de eBrasil (os recomiendo leer mis anteriores crónicas, quedaréis plenamente desinformados con total subjetividad).


La firme decisión de hacernos a la mar como pudiésemos era la única opción lógica que nos quedaba, todo nos había llevado a ese callejón sin salida. Repasemos. Los convoyes de suministros y tropas argentinas en dirección a eEspaña no paraban de naufragar debido al desmesurado peso de su carga de E.G.O. (Explosivos Geoestratégicos anti Orto), con el peligro que conllevaba encontrar las cajas de E.G.O. en la playa a punto de estallar, que sembrarían nuestras cabezas de diatribas y discursos hasta rompernos ciertos esfínteres tras horas de autocomplacientes argumentos sobre superioridad y otras leches.



Barco argentino abocado al naufragio debido al desmesurado peso del E.G.O que trasporta (Explosivo Geoestratégico anti Orto, es muy pesado, 1 gramo de este explosivo equivale aproximadamente a 1,5 Toneladas de otro normal)


Los plátanos que a la deriva habían llegado a la isla, es decir, la munición brasileña que habían perdido en su retirada de Canarias ya se había agotado, habían sido casi nuestro único alimento, y ahora sólo nos quedaba la pesca, que yo probaba con desigual fortuna pues mi técnica a botellazos es aún un arte semidesconocido que no domino. Lantanique se daba mejores trazas pescando, pues su empeño de fabricarse una caña, ponerle un hilo de liana, una especie de gancho afilado hecho a partir de una horquilla y clavar un bicho en él daba asombrosos buenos resultados. Pero hasta esto se acabó, pues las sucesivas explosiones de cajas de E.G.O. a la deriva dejaron los alrededores de la isla sin pez alguno que se atreviese a vivir por allí.



Estragos de la guerra, delito medioambiental argentino por el descontrol de su propio E.G.O. (Explosivo Geoestratégico anti Orto, no lo olvidemos), que afecta tanto a humanos, como a vida animal e incluso a argentinos


Tan hambrientos estábamos que llegué incluso a pensar en devorar a Lantanique de un modo diferente a como pensaba hacerlo hasta ese momento, y eso me deprimió, ya que mi madre siempre me decía que no jugase con la comida y el recuerdo me hizo sentir añoranza por eEspaña.


Mis nulos conocimientos sobre diseño naval y el que Lantanique me ignorase casi más que al principio, que es mucho decir, originó que me pusiese al mando del proyecto “Vamonos pa casa, que es tarde, tengo hambre y no voy a mojar”, que también me hizo echar mucho de menos el suelo patrio… sobre todo los sábados de desenfreno nocturno.


Manos a la obra, viendo el incesante flujo de basura que llegaba a la playa con tanto naufragio argentino, me propuse diseñar un barco con aquellos materiales, un barco seguro, muy marinero y que nos pudiese llevar con todas las comodidades hasta eEspaña, por lo que con un palito y esa gran pizarra que es la playa me puse a hacer cálculos y a dibujar los planos de mi obra maestra náutica.



Proyecto VPCQETTHYNVAM (Vamonos Pa Casa Que Es Tarde, Tengo Hambre Y No Voy A Mojar), consistente en construir un barco con las botellas de plástico y demás basuras que el mar dejaba en la playa


Por desgracia el refranero popular es sabio, y muy cierto es que “Del dicho al hecho hay mucho trecho”, por lo que varios incesantes días de trabajo, con mi torso desnudo y sudoroso cual Robinson Crusoe cargado de testosterona, en los que Lantanique me observó con curiosidad pero nulo deseo, sólo me llevó a una embarcación para dos personas y poco más, pero al menos flotaba.



Resultado final del Proyecto VPCQETTHYNVAM, rebautizado como Proyecto LSMFQNV (Lantanique Subete Mientras Flota Que Nos Vamos)


La travesía prometía, pues al no haber mucho espacio Lantanique no tuvo más remedio que estar cerca de mí, además los cocos que cargamos habían dejado de ser su munición para alejarme de sus turgencias y ahora eran tan sólo provisiones, no obstante hubo algún intento de hacerme dormir por las noches en el mar, pero comprendió que si me ahogaba sería ella la única para remar, por lo que finalmente se resignó a que mi varonil presencia estuviese cerca de ella incluso cuando dormía y se sentía indefensa a mis encantos. Mi lívido en verdad no tuvo mucho que hacer en los siguientes días, pues dormir atado imposibilita mucho hacerse valer y los sucesivos acontecimientos no ayudaban a concentrase en instinto alguno diferente al de la supervivencia.


Llevaríamos una semana de navegación o así, el moreno de Lantanique le daba un resplandor broncíneo a sus curvas que me hacían querer convertirme en sal para estar en sus recovecos curviles, y su mirada de deseo camuflada en odio me hizo apartar la vista de sus apéndices pares para casualmente ver algo que inequívocamente no era bueno: un periscopio.


Por un momento llegué a pensar que la legión habitual de pagafantas de Lantanique había fletado un submarino y habían logrado encontrar a su eDiosa, pero luego reflexioné y me di cuenta que mis deducciones tenían un par de inconsistencias: La primera era que un pagafantas suele ser un ser pobre como una rata que todo se lo gasta en Fanta, la segunda inconsistencia era aún más evidente que la primera y era simplemente que llevábamos una semana a pleno sol y mi sesera recocida no era de fiar.


Las dudas sobre mi salud mental pronto tuvieron respuesta pues el submarino emergió casi haciéndonos zozobrar, y no fue agradable lo que vi, pues no eran ni pagafantas, ni argentinos, ni brasileños, era mucho peor: Eran Admins.



Submarino de vigilancia admin de la GestapoeRepublik… y yo que creía que no se podían mojar como los Gremlins y resulta que me los encuentro hasta en el Atlántico… eDios me odia


Con la soberbia propia de esta gente, sin mediar aviso o instrucción alguna, nos abordaron, registraron lo poco que había que registrar, que era básicamente a Lantanique (que cerdos, que envidia) e informaron a su Admincapitán de que no había ningún artículo que sancionar, que estábamos libres de prensa o de cualquier posibilidad de chocopunteo. Con odio en sus ojos el Admincapitán me miró, observó a Lantanique unos segundos más de lo debido, y ordenó con un gesto que nos dejasen ir. Sin apenas tiempo para apartarnos de las turbulentas aguas que dejaron en su marcha comenzamos a respirar tranquilos, y cuando me disponía a proponer a mi compañera de fatigas que debíamos celebrar el estar aún vivos con horizontalidad marítima, noté un extraño tirón que casi me hace caer por la borda. Lantanique, agarrándome para no caer, miró asustada hacia el submarino, que avanzaba sin sumergirse gracias a eDios, y que accidentalmente se había enganchado a una de las lianas que mantenían unidas las botellas de la embarcación. Durante horas rezamos para que no hubiese una inmersión que nos arrastrase hasta los fondos oceánicos, pero por una vez la suerte nos sonrió y el Admin U-boot siguió por superficie rumbo a Canarias, desde donde escribo.


Ahora Lantanique y un servidor estamos en lo que era suelo patrio, rodeados de argentinos y llamando un poco la atención por donde pasamos, ya que mis efluvios masculinos de varias semanas sin contacto con el agua son apreciados, aunque no como creía, y los dos medios cocos que forman la indumentaria del torso de la simpar Lantanique también tienen su público.


Desde las Canarias bonaerenses, intentando pasar desapercibido, se despide este corresponsal.


Espaugyl