Crónica de mi huida de eChina con destino visero

Day 1,661, 08:25 Published in Spain Spain by Espaugyl





Desde que me entregué a las autoridades chinas para no caer en manos del insano Hans, el Admin de la GestapoeRepublik que gusta de chocopuntear a diestro y siniestro o, más en su estilo, por delante y por detrás, he conocido a nuestro enemigo más amarillo en profundidad… en demasiada profundidad, porque el idílico comienzo con mi guardiana ha acabado mal (lean mis anteriores Crónicas, es largo de explicar). Soy una víctima de mi sexapil (sex appeal se empeñan en decir los guiris de bárbaras lenguas), y mi natural inocencia suele hacer que esté siempre en las garras de mujeres fatales que para colmo no se dejan tocar ni un pelo… y de los de la cabeza ni hablamos.



La soldado china a la que me entregué y que insistió en ser mi guardiana mientras permanecí en una celda en Shangai… si lo llego a saber corro en dirección al agua, tarde o temprano hubiese llegado a otro continente


Todo comenzó hace unos días, cuando aún creía a mi guardiana cuando me decía que me “valolaba mucho”, pero era normal que me creyese que me valoraba y algo más, ya que su mirar de sospecha parecía desnudarme como a un apetecible macho ibérico más que como a un prisionero, pero es que no sé qué les doy, sólo hay que ver cómo Lantanique cada vez me tira los objetos con menos fuerza, como para que no sangre mucho, prueba inequívoca de cuanto las atraigo.


Aquel día me encontraba como siempre por la mañana, desnudo esperando mi desayuno chino, consistente en tortas de arroz con infusión de arroz y arroz para untar, intentando así despertar los instintos femeninos de mi guardiana, cuando tuve que tapar mis partes pudendas al ver que mi enamorada que tanto me valoraba, o eso creía, venía acompañada por un médico chino o un médico con mucho sueño, que sigo sin enterarme muy bien por qué van siempre con esos ojos medio cerrados de sospechar de todo o de estar recién levantados. El médico, veterinario o lo que fuese, porque una bata blanca igual en eChina sólo significa que has salido a la calle con lo primero que has encontrado, como tantísimos que parecen ir aún en pijama de seda, me examinó, me contó los dientes, me hizo saltar a la pata coja mientras tenía que guiñar y hacía como que volaba aleteando con los brazos cacareando (sospecho que innecesariamente porque los muy cabrones se reían mucho) y finalmente, tras cierta airada discusión, le entregó un par de lingotes de oro a mi guardiana, a la que no volví a ver desde entonces, así se le atraganten, porque al parecer tan sólo me cuidaba para sacar un mejor precio por mí.



El precio de un maravilloso ejemplar ibérico como yo en eChina está en dos lingotes de oro pero no creo que sentirse valorado sea eso o yo cuando estoy sobrio no termino de captar el sentido de algunas palabras


Aquel médico medio dormido me llevó en un furgón, con una capucha para que no pudiese ver nada y fuese más difícil escapar, hasta mi destino, pero en un semáforo, cuando el chofer frenó y se bajó en persecución de un suculento perro que corría desesperado con varios miles de chinos detrás, atisbé algo que si llegan a saber que vi probablemente hubiese acabado junto con aquel perro en alguna cocina con pocos escrúpulos: Vi por qué la economía no es la que era y la prueba de que ellos tienen la culpa, vi al BOT controlado por los malditos amarillos.



El BOT por las calles de Shangai, los chinos también tienen la culpa de que ya no se le vea por eEspaña


Con la capucha otra vez en su sitio, sin decir lo que había descubierto, remprendimos el camino hasta llegar a una imprenta, donde me llevaban para trabajar de sol a sol en agotadores turnos de doce horas continuas, teniendo incluso que comer y dormir junto a las máquinas. No cabía duda de que me encontraba en el paraíso proletario ferretero chino pero me hubiese gustado más conocerlo en un documental del National Geographic desde mi sofá y algo perjudicado por el alcohol de la noche anterior.


En los escasos minutos de descanso que había cuando los guardianes tenían que ir a por un látigo nuevo hice amistad con otros presos que estaban allí por motivos que aun no entiendo, como el preso 45213698, que al parecer cruzó por un lugar sin paso de cebra con las compras del Mercadona cuando pasaban unos militares en sus vehículos.



Mi compañero, el prisionero 45213698, momentos antes de ser detenido cuando salía del Mercadona con sus bolsas y cruzó por un lugar sin paso de cebra para mosqueo de algunos militares


También descubrí en aquella imprenta que los vínculos de eChina y los ferreteros-norder de eEspaña eran mucho más profundos de lo que había supuesto, ya que allí se hacía lo único de calidad que hicieron al principio de su mandato: el marketing publicitario. Pero al poco fui trasladado porque el Norder, gracias a eDios, fue descubierto en sus traiciones y ya no tenía objeto mi trabajo, por lo que terminé en una fábrica de armamento, donde el ritmo de trabajo era aún más agotador desde que fabricaban unas bombas tamaño King África que hacían que contuviésemos la respiración y pasásemos por la vera de puntillas por si les daba por estallar.



La imprenta a todo trapo produciendo una muy conocida simbología en eEspaña… las vinculaciones con eChina cada vez me eran más evidentes


Los días pasaban y poco a poco fui meditando un plan de fuga en solitario, porque lo de intentar congraciarme con la joven cocinera de la fábrica para que me ayudara no funcionó, y no fue porque no se sintiese atraída por mi cuerpo apolíneo, que no hay mujer que pueda negarlo sin que yo sepa que en verdad bulle en deseo por mí, fue por algo que debí decir, porque esas culturas de tan lejos no tienen ni puñetera idea de hablar en cristiano o de entenderme por mucha sustitución de la “r” por “l” que haga ni por mucho que les grite, que es bien conocido que es un método infalible para que un extranjero comprenda el español o que le sangren los tímpanos, que son la mar de delicaditos.

Según mis notas lo único que ocurrió fue que cuando recibí mi ración de arroz, cocinado con sumo amor y muy práctico (lo mismo era un alimento que un estupendo pegamento para pegar carteles), quise romper el hielo. Al tiempo que con mi mirada más seductora intentaba fijar mis ojos en los suyos, que debían estar por allí dentro en las hendiduras bajo los párpados, le pregunté si tenían algo de carne, albóndigas por ejemplo, porque ya estaba comenzando a tener acento valenciano de tanto arroz como engullía. La chinita no me comprendía, y eso que albóndiga no tiene erres, así que en un alarde de poliglotía opté por pedirle en la comida sus mejores bolas chinas, las que manipulaba con más amor y dedicación… No me volvió ni a hablar ni a servirme la comida, desde entonces me hacen comer con los presos más antiferreteros de la fábrica.



Típica imagen del momento en que nos sirven la comida a otros antiferreteros y a mí desde que le pedí un cambio de menú a la cocinera… son gente extraña en sus reacciones


Desde este incidente, y aún no sé por qué, estoy asignado a los trabajos de más confianza, de hecho al de más confianza, al momento en el que a las bombas de destrucción masiva hay que ponerles la espoleta y compruebo con mi martillo que todo está bien ajustado antes de empaquetarlas. Lo curioso es cómo respetan mi trabajo, cómo toman en cuenta mi necesidad de concentración y salen corriendo en tantas direcciones como hay en el Universo para dejarme a solas con la bomba (varios chinos, no sé cuales porque son todos iguales, suelen ser bajados de las lámparas de la nave industrial sin saber si quiera como han llegado allí).


Cuando esto ocurrió varias veces seguidas elaboré mi plan: la siguiente vez que se reagrupasen todos tras mis comprobaciones yo ya no estaría, una bomba puede ser un lugar muy cómodo si se la deja sin explosivos, se introduce un jergón y una almohada, varios sacos de arroz y alguna revista de chinas de anatomía lantánica.



No os molestéis en buscarme en la foto, estoy dentro esperando a que un visero gane una de estas y salir del país. Con estar fuera de eChina me conformo


Desde mi cómoda bomba, con mis revistas y mi imaginación pasando el rato, recordando que Lantanique estará por ahí desconsolada sin mí, se despide este Corresponsal sin saber muy bien dónde va a acabar.


Espaugyl