Crónica de Chocopunteo y Fuga en Ay Mayor

Day 1,535, 11:36 Published in Spain Spain by Espaugyl




Felices me las prometía. Había conseguido arrancar a un Admin borracho y bujarrón los más oscuros secretos de sus orígenes, había conseguido huir de él y de sus insanos apetitos, me cruzaba a cada momento con nuevos eCiudadanos con ganas de luchar y colaborar a la fortuna personal de sus reclutadores, Andalucía era capital de eEspaña (ole sus cojones) y la triste muerte de un amigo me había hecho ser un acomodado y cotizado heredero (bendito sea Syrram que desde el más allá me sigue ingresando 10 Golds sin médium ni güija ni leches). Tan feliz estaba que incluso pagué la cuenta del bar de debajo de mi casa y fundé algunas empresas, pero no antes de llamar a una ambulancia para atender al dueño del bar, que no está acostumbrado a que le dé semejantes alegrías. Contraté a Lantanique en una de mis fábricas a pesar de no acceder a la profunda y horizontal entrevista de trabajo a la que quise someterla, pero el mero hecho de tener a aquella felina obrera por allí haciendo lo que fuese que tuviera que hacer (no sé ni qué puesto de trabajo le di) era una alegría para la vista. Pero es el sino de mi eVida que mis alegrías duran tan poco como la valentía de un capitán de crucero italiano al encallar.



¡Contratada! ¡Trabaja aquí de eso que dices… de lo que sea… de lo que quieras!


Pues en la mayor de las felicidades me encontraba, sin deudas, en Andalucía, con el bar a un paso, con Lantanique luciendo palmito y siendo llamada a cada instante a mi despacho con escasas posibilidades de hacer que se tumbase en mi cómodo y mullido sofá de directivo, cuando cansado de tan arduo trabajo me quedé dormido en el sofá de mis lúbricas ensoñaciones lantánicas. Desperté sobresaltado, a oscuras, con gritos que no eran humanos, con ruidos de destrozos, con risas diabólicas que helaban la sangre y el estruendo de pesadas botas militares cada vez más cerca. Me asomé con cuidado, las luces se encendieron por un instante, como si quien manipulase los interruptores no estuviese muy familiarizado con su funcionamiento, y vislumbré lo que ocurría… y lo que se me venía encima. Mis instintos se sobrepusieron a mis fundados temores y actué con la valentía que me distingue: me preparé para lo peor escondido bajo la mesa mientras me encomendaba a eDios y a todos los eSantos.



Terrorífica imagen de las oficinas de mi fábrica que pude vislumbrar durante los instantes de luz que hubo… me puse en lo peor, Andalucía había caído, el caos imperaba.


La puerta se abrió de una patada, pero no fue simiesca, sino que una buena bota militar, un 45 humano aproximadamente, dejó estampada su huella en las maderas de lo que fuera una cara y señorial puerta de caoba. Haces de linterna recorrieron el despacho hasta que encontraron el interruptor de la pared. ¡Schnell! ¡Schnell! ¡Achtung! ¡Mirrad bajo la mesen!… y miraron.


-Salga de ahí Herr Espau-Gyl- me ordenó Hans, pues él era el Admin de la GestapoeRepublik que dirigía el teutónico pelotón de asalto que me rodeaba y encañonaba como si yo fuese tan suicida como para oponer si quiera un ápice de resistencia.

-En usted precisamente estaba pensando cuando se me cayó el móvil bajo la mesa al irlo a llamar y quedar a… lo que quiera que hagan los amables Admin como usted en su tiempo libre- me apresté a contestar intentando naturalidad, sorpresa, sumisión, dignidad, valentía y afabilidad sin conseguirlo, pues comenzaron a darme calambres y tics en varios músculos faciales por las órdenes contradictorias de mi sistema nervioso sobrecargado.

-Escoltadlo o llevadlo a rrastrras hasta el furrgonen- ordenó el Admin Hans- perro no le hagáis nada en la carra- añadió en un hilo de voz, casi sentimental, casi humano… que me preocupó más aún que una docena de soldados uniformados de cuero negro llevándome en volandas como autómatas a un destino incierto.

-No es necesario que se molesten, de verdad, sé andar desde mi más tierna infancia y Hans seguro que no quiere que me dejen feos moratones en la tersa piel de mis brazos- dije con la esperanza de que Hans ordenase que me soltasen para poder tener una oportunidad de correr antes de llegar al vehículo de detención. Durante un instante el cabo del pelotón dudó, miró a Hans y este asintió con un gesto de la cabeza, con lo que mis pies tocaron el suelo de nuevo y mi mente se calmó lo suficiente como para calcular las posibilidades de escape.


Según avanzábamos por lo que había sido mi fábrica de armas vi que los destrozos eran numerosos y que otros pelotones de Admins registraban como locos en los puestos de trabajo, en las taquillas, bajo la maquinaria e iban sacando y amontonando todas las cajas de herramientas que encontraban. Poco a poco iban formando una pirámide de cajas y más cajas de herramientas, entre las que pude ver una mía y otra de Lantanique, y cuando las tuvieron todas les prendieron fuego… estaban como cabras.



La caja de herramientas de Lantanique y mi caja de herramientas poco antes de ser quemadas por los Admin de la GestapoeRepublik (adivinad de quién es cada una)

No tuve oportunidad de escapar, como un fardo fui arrojado al interior del furgón y llevado a los oscuros sótanos del edificio central de la GestapoeRepublik, el tétrico Cuartel General del infame AdminFuhrer Halesius.


Durante un par de días nadie habló conmigo, que en semejantes situaciones es una suerte para la integridad física, pero al tercer día, mientras intentaba entrenar a una cucaracha lozana y grande como una paloma para que llevase un mensaje de socorro al exterior, Hans se solidificó al otro lado de los barrotes, porque oírlo llegar no lo oí.


-Bonita mascota, Herr Espau-Gyl, de pequeño tuve una igual- me comentó con un aire de ensoñación tierno que me puso la piel de gallina.

-Preciosa… se la regalo- le contesté al tiempo que cogía esa cucaracha del tamaño, peso y color de un zapato viejo y se la intentaba dar a través de los barrotes mientras movía sus seis patas que parecían patas articuladas de una silla negra.

-No serría capaz de quitarrle su mascota, debe sentirrse aquí muy solo.

-No lo sabe usted bien, mi buen Hans- contesté intentando reblandecer a aquel germano desviado que con tan buenos ojos me miraba- podríamos seguir la conversación usted y yo arriba, a la luz del sol.

-Ya llegarrá el momento de los interrrogatorrios, por ahorra sólo tengo orrrdenes de detenerrle y aplicarrrle un chocopunto, perro se lo aplicarrré con carriño.

-Pero ¿qué he hecho?

-Nadie lo sabe, eBrrasil denuncia y nosotrrros chocopunteamos, son nuestrrros amigos, comprrendalo- me explicó como justificándose, que no sé qué les doy- ¿Desea agua, comida, un colchón menos durro? ¿qué puedo hacerr por usted?

-Un café- dije aparentemente sin pensar- se me apetece un café.

-¿Está segurro? ¿no quierre otra cosa?

-Es una antigua adicción, no me pregunte, un café estaría bien.

-Como guste, Herr Espau-Gyl- me encargarré de que se lo trraigan- me dijo mientras se iba marcando el paso y dando chispazos con su porra eléctrica en los barrotes de otros prisioneros, cosa que al parecer le divertía y le arrancaba la tristeza de verme prisionero sin poder hacer nada más por mí.



El subsuelo del Cuartel General Admin de la GestapoeRepublik, bajo las oficinas del AdminFuhrer Halesius, está plagado de lugares como este.


Al día siguiente me chocopuntearon, pero me dejaron elegir el lugar, por lo que no tuve los mismos problemas para sentarme que las primeras veces, y tal como se me prometió tuve mi café, y todos los días pedía uno y me lo traían… y así pude llevar a cabo mi plan. Dos semanas después, dos asombrados monos machos que copulaban bajo un árbol tras el Cuartel General Admin de la GestapoeRepublik dejaron de hacer sus guarradas cuando vieron aparecer mi cabeza desde el suelo y después me aupaba a la superficie. Había gastado docena y pico de cucharillas de café pero al fin era libre.



Con miedo y cucharillas de café puede uno hacerse un túnel de fuga hasta China si hace falta, si no hubiese tenido tanta prisa lo hubiese alicatado y todo


Desde una eEspaña irreconocible, borrada de nuevo entre hamburguesas y plátanos, se despide este Corresponsal de Guerra en continua fuga perseguido y sin saber por qué (lo normal).


Espaugyl