Por eGaliza, el Cephalópodo y la hermandad eIbérica

Day 4,445, 12:09 Published in Spain Cuba by Nikola TesIa



Llevaba Sundiata Tesla, el de los bigotes infinitos, siervo del Random y Guerrero de la Lulz de sangre de tinta negra, 357.2 días sumido en una aletargante pesadilla de dosclickerismo y hastío, cuando en la oscuridad empezó a materializarse una viscosa pero hermosa figura...




-Alza tus bigotes, tierno vástago de carne dura, susurró la voz.

Sundiata abrió los ojos y viose sumergido en un mar de tinta. Sus manos comenzaron a aparecérseles, y pudo notar cómo la carne se volvía a solidificar alrededor de sus ojos. Esa repugnante y perenne carne, recuerdo palpable de su imperfección como eHumano
.

-Ya no queda lugar en este eMundo para un cazador de cocodrilos, señor de los Ocho Brazos, dijo Sundiata, cerrando sus ojos y apretando los puños, mientras recordaba su autoimpuesto sueño eterno, exilio autómata en la isla que supo ser su paraíso terrenal en el que el ron y lo habanos eran pasados de mano a mano por sus antiguos camaradas, y de la cual no quedaban más que cenizas, igual que de la mayor parte de todas las gloriosas civilizaciones que un día poblaron este vasto eUniverso, el cual aún sobrevive, aguantando la dictadura del flanderismo y la intolerancia visera.

-El azar te llama. eGaliza te llama, dijo el Octocéfalo difuminándose.

Y a Sundiate se le abrieron los ojos, llenándose de lulz.

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Despierto pero aún aturdido por el pegajoso encuentro, Sundiata quiso comprender a qué se refería el Cephalópado en su inquietante aparición, qué sucedía en su amada eGaliza, pues si bien había decidido hacía ya muchos lustros dedicar su vida a la caza de cocodrilos en la isla de Alpha, no olvidaba su nacimiento en el seno de una familia intergaláctica de nobles al otro lado del mar de tinta, ni había nunca renunciado a su derecho legítimo como Señor de eMeirás.


Escudo del Señorío de eMeirás


Intentó contactar con su querido amigo el Arcipreste Leogar — quien una vez lo había convencido de que las experiencias paranormales que vivía eran manifestaciones de la divinidad del Octocéfalo, y que debía abandonar los antiguos gurúes en los que antaño había creído para abrazar los Ocho Brazos de la azarosa tinta sagrada, convirtiéndose así él en Sundiata—, pero volvió a sentir la amargura de la decadente realidad que lo rodeaba al constatar que el otrora ferviente paladín del azar había finalmente sucumbido al aburrimiento del flanderismo, abandonando definitivamente esta eRealidad, no sin dejar atrás un rastro de tinta negra que para la eternidad guiará a las almas azarosas.

Y más amargo aún fue ver cómo el ansia acaparadora de la alianza de los frentes flanderistas y viseros habían cometido el imperdonable pecado de vender su amada eGaliza, tierra sagrada de los Guerreros de Tinta Negra, para poder saciar así su insaciable apetito áureo.

Enardecido por la falta de escrúpulos y la malicia de las hordas de infieles vendepatrias, decidió volver a atravesar el mar de tinta para llevar adelante una Guerra Santa por el Azar y la Lulz. Recordó a sus antiguos camaradas que aún malvivían resistiendo en su tierra natal, y decidió contactarlos para facilitar su regreso.


Imagen de archivo. Sundiata Tesla, Zakk Bloodworth y Huevesito se manifiestan en eMadrid en contra del flanderismo. Día 3572 del Nuevo eMundo. Fotógrafo desconocido.

Fue así que regresó a eEspaña y fue recibido por sus viejos compañeros de batallas. Sin embargo, poco tiempo pasó hasta que los espías visaflanderistas detectaran la presencia del legendario guerrero, demostrando que a pesar de su largo letargo y su total desconexión con el eMundo, Sundiata seguía siendo una amenaza para ellos.


Pero pudo ver también cómo se organizaban en silencio los partisanos. Pudo constatar la latente Inkietud que se palpaba en las dekadentes filas oficialistas. Y se alegró de comprobar que aún seguían surgiendo desde cada rincón de los pueblos eIbéricos compañeros que alzaban la voz en contra de los opresores cipayos. Y de repente la tinta se materializó en su mente, disipándose las dudas.


La Resistence

Su guerra ya no sería sólo por el Octocéfalo. No sería sólo por eGaliza. Ganar esta guerra demandaba unir no ocho, sino ochomil brazos, pues el enemigo era grande y poderoso, mas no invencible. Y así, rodeado de sus más leales amigos, gritó:

¡Por los Inkietos!
¡Por el Azar!
¡Por la Lulz!
¡Por los pueblos eIbéricos hermanados!
¡Por eGaliza!
¡Por el Cephalópodo!

Y mientras con una mano encendía un habano, con la otra tomó su sable.