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El cuervo se posa en el suelo con un ruido aterrador… Se acerca a paso lento hacia mi caballo y este retrocede también muy lentamente. El hombre no hace nada, no reacciona, sigue impasible, impasible ante mí… Bajo del caballo… No tengo nada que hacer aquí arriba…

Mientras saco la espada para defenderme aunque sea, veo que el Conde también baja de su montura y saca su espada negra como el azabache. Su espada no contrasta para nada con la capa, ni con el resto de la ropa…
El cuervo se va volando y mi caballo, tan cobarde como su dueño, huye en dirección al río… Los dos se huelen mi derrota… Hasta aquí ha llegado mi viaje…

El Conde ataca primero… No me da tiempo a defenderme, por lo que me rasguña el codo, aunque no me duele… Ahora debo concentrarme en mi objetivo… Se mueve en círculos, trazando una cruz con la espada, para evitar que le lance cualquier cosa… Ataco con un simple mandoble que me para con solo mover la muñeca, y contrataca con una fuerza sobrehumana… Una táctica simple, pero efectiva… Ahora tiene él la iniciativa… Con una serie de mandobles elegantes, consigue tener una breve ventaja en la que hubiera podido cortarme el cuello… Pero no lo hace… Hay algo en su mirada que me dice que no va a matarme… Vuelvo a atacar con fuerza, con dureza, buscando puntos débiles, pero hay algo más que una espada que me retiene… Es su mirada… Es como un muro mental hacia mí… Vuelvo a intentar atacar… No puedo… Mientras nos movemos, intuyo que van a ser mis últimas pulsaciones, los últimos latidos de la espada, de mi espada, antes de morir…

Como presentía, me ataca… No puedo oponer resistencia a tal grito de guerra, a tal poder concentrado en un par de manos… Mi espada cae al suelo, tintineando contra las rocas… Y mi cuello… Mi cuello está ahora a su merced.
El Conde tira su espada al suelo y me ofrece la mano para levantarme…

— Veo que tienes buenas formas de combate… Tu estilo es elegante y a la vez duro… Y no tienes miedo al miedo… Pero… Tengo una duda… ¿Qué haces por mis dominios? De la valentía a la osadía hay un corto recorrido…

— Debo hacer una cosa… En el volcán… — digo suspirando por el cansancio… Aún estoy en el suelo
— En el volcán no hay nada bueno…
— El origen de mis problemas…
— Si ellos son los shaktas…
— Me estoy cansando de este diálogo… — es verdad, no tengo tiempo que perder.
— Te llevo… En mi cuervo…
— Y mi caballo? No quiero dejarlo solo…

El Conde se acerca a la montura y le susurra algo al oído… Acto seguido, el caballo se marcha galopando hacia el interior del bosque y desaparece…

— Le he dicho que se vuelva a su establo… Es listo y rápido… No debería tardar más de media jornada… Levántate, sube al cuervo…

Me levanto e intento subir, pero no tengo ningún sitio donde agarrarme… KueRVo se ríe mientras pone una especie de taburete con el que se puede subir fácilmente…

Estamos ya en el aire… Parece que el Conde se siente uno mas con el pájaro… Disfruta moviéndose con las ráfagas de aire…
— Encontré este cuervo recién nacido en un brecha en una montaña… Le cuidé y me di cuenta que no podía dejar de crecer el día en que media mas que mi cabeza… Ahora, le he ofrecido la libertad muchas veces… Pero no quiere irse…
Divagaba así durante el trayecto hacia el volcán… No parece tan malo como le pintaban…

Llegamos al volcán… Mal empezamos… Una docena de shaktas acampan en la ladera del cráter… No vamos a poder con ellos nosotros solos… Debemos preparar la estrategia… Miro el tótem… Presiento que algo va mal en casa…