GlĂșteos y traiciones

Day 2,787, 19:23 Published in Spain Spain by Zakk Bloodworth

Me encontraba en mi carruaje gótico camino hacia la Junta General de Asturias, atravesando la tenue niebla nocturna disipada por los farolillos del vehículo. A mi lado se encontraba Santangelo, que desde su asiento contemplaba las oscuras siluetas de los árboles del Campo de San Francisco, auténtico pulmón ubicado en el centro de Oviedo. El silencio reinante era producto de una preocupación que nos tenía intranquilos. Una vez llegamos al edificio, nos recibió una intensa lluvia.

Se había convocado una reunión urgente para explicar en el hemiciclo la situación en relación al cese de x7BlueSea como dictador en virtud a la Ley de Autodictadura. El ambiente estaba bastante caldeado, y no era para menos: no había respuesta por parte del dictador pese al ultimátum del Gobierno, y mi reloj de bolsillo marcaba la una de la madrugada. Para muchos no era el mejor momento para reunirse.
—Saludos a todos, mortales. Desde el Gobierno se ha exigido que el dictador x7BlueSea formalice su cese en sus funciones a las dos de esta misma madrugada, habiendo incumplido la vigente ley que regula este proceso —expliqué.

El alboroto no me permitió continuar. Los presentes empezaron a gritar la «falta de mano izquierda» del Gobierno mientras otros alegaban una «terrible carencia de flexibilidad». Todavía los culpables eramos nosotros por hacer los deberes que el Congreso parecía querer ignorar: hacer cumplir las leyes. En la sala no faltó quien dedicó varios improperios a x7BlueSea, tildándolo de holgazán e irresponsable. Aviles tuvo que exigir silencio en varias ocasiones hasta que gritos y disparos comenzaron a sonar en las afueras de la sala.

Los miembros de la Junta General se incorporaron, inquietos. Entonces las puertas fueron derribadas por varios milicianos y entre ellos apareció Corchuela, que se me acercó con pistola en mano a la tribuna de oradores.
—¡Bloodworth! Qué alegría me da verte. Anda, quítate de en medio, que va siendo hora de que la gestión de este país cuente realmente con el pueblo —me dijo esbozando media sonrisa. Se presentó con un disfraz de toro y, por alguna extraña razón, sus glúteos iban desnudos.
—¡Lo que haces es completamente antidemocrático! ¡Pienso guillotinarte en la...! —dos disparos en el pecho me impusieron el silencio, precipitándome al suelo.
—¡Joder, Bloodworth! ¡Eres demasiado momio! ¿Ves? Me obligas a tener que tomar decisiones que me desagradan profundamente.
Nos vendió un discurso a favor de un proceso democrático dirigido por él mismo como un tirano elegido por nadie. Nos rodeaban milicianos y mercenarios armados, mayormente extranjeros. Algunos llevaban el traje oficial corchuelista, con las nalgas al aire. Se mostraban orgullosos por colaborar con este necio.

El nuevo dictador decidió retenernos indefinidamente. Las horas pasaban lentamente, y los claros del amanecer empezaban a iluminar Oviedo. La poca información que se nos filtraba venía a decirnos que el ejército de culos carnosos y redondeados nada podían hacer con la fiereza de las fuerzas militares que apoyaron al gobierno momio para combatir a los corchuelistas. Mac Vasco dirigió a Black Spectra por la vertiente cantábrica con el objetivo de alcanzarnos en Oviedo. El Botellón de Combate, que estaba en Extremadura, aniquiló a medio millón de lusos de camino a Madrid; viendo el destrozo los portugueses acordaron dejarles vía libre. Cronos estaba en Baleares, y qué demonios, él allí se quedó disfrutando del ambiente veraniego, en su salsa.
A eso de las diez de la mañana, los corchuelistas estaban muy preocupados. Algunos comenzaron a depositar las armas en el suelo. Otros, simplemente alegaron que tenían que irse a trabajar y no tenían tiempo para hacer más el indio. Entonces, el hombre de hielo se incorporó e, invocando a Stauros, sentenció la moral de muchos milicianos que comenzaron a llorar. Los congresistas nos vinimos arriba y decidimos recuperar el hemiciclo.
Afilé mi guadaña y comencé a segar las almas de nuestros adversarios. Rodaban cabezas. Bebí hasta la última gota de sangre. Sus cuerpos fueron brutalmente destripados. Arrastré una guillotina en medio de la sala y decapité a una docena de traidores.

Entonces vimos correr a Corchuela saliendo de la Junta General. Que no llegó muy lejos. En el vestíbulo le esperaba ArGeNS, con el cuerpo desnudo y los pectorales del pecado y del delito completamente bronceados. Con los ojos inyectados en sangre, le levantó del suelo:
—He venido a nado desde Maharashtra. Es hora de que me des tu IP.

Al final, todo quedó en un susto. Pese a sugerir la guillotina, Corchuela fue liberado porque en nuestro avanzado país no existe ninguna institución jurídica; en su lugar le azotamos las nalgas. X7BlueSea fue apedreado desde Oviedo hasta un llano en Huelva donde solicitó ser enterrado vivo. A la altura de Badajoz se le debió de desprender una ceja con tanta pedrada, ceja que han decidido conservar para recordar a uno de los mayores traidores del pueblo español. Alguien sugirió nongratearlo, pero en su lugar preferimos celebrar nuestra victoria tomando café.