El velo refrescante

Day 1,783, 12:45 Published in Bolivia Bolivia by Pura Fruta

Otra vez sucedió. Cuando estaba por conciliar el sueño me sentí dar vueltas, hasta que, cuando por fin pude ver a mi alrededor, aquel sujeto pelirrojo estaba de nuevo con su arma. Me disparó, y después del impacto, al abrir los ojos, estaba de nuevo en donde me había encontrado mi maestro. Me puse en pie, y del otro lado de aquel velo vi otra persona de mis primeros años de vida en eBolivia. Esta vez se trataba de Arturo Espinoza. Fue grande mi sorpresa y recordé las palabras de mi maestro cuando me dijo que debía aprender a viajar entre los mundos y enseñar a otros a hacerlo.

Empecé a gritar el nombre de Arturo procurando su atención. Él caminaba con un sobre en las manos y con cara de preocupación. Mis gritos eran infructuosos. Con algo de ansiedad me aproximé al velo recordando lo que había pasado la vez anterior con mi mano. Intenté conseguir algo gritando una vez más. En ese momento Arturo puso cara de extrañeza y miró el sobre. De repente en su expresión se dibujó una sonrisa y miró a su alrededor sin lograr percibir mi presencia al otro lado del velo.

No resistí, extendí mis manos como para asirme del velo, pero en el mismo momento el velo avanzó junto conmigo como si jugara conmigo. Desesperaba al ver a Arturo tan cerca y que no pudiera percibir mi presencia a causa del velo. Pensé que el velo debía ser derrotado como si de un rival se tratase. Me recosté sobre el pasto como para empezar una rutina de ejercicios, pensando en engañar al velo. Cuando quise dar la sorpresa el velo fue quien ganó la segunda mano, se movió tan rápido como yo y luego aún más rápido.

Empecé a correr en círculos procurando encontrar en toda el área que cubría el velo algún segmento donde vulnerarlo. Todo me resultó inútil. Viéndome incapaz de hacer algo revivieron en mí las emociones de aquella vez en que vi a los ucranianos ejecutar a mi maestro delante de mí y dejar a muchos otros más sin vida. Volví a sentirme como un niño forzado a vivir en un mundo de adultos, queriendo ser consolado como niño de brazos por una última vez. Entonces fue mi sorpresa, veía a Arturo ya casi abandonando la escena y caí sobre mis rodillas como implorando. Fue solo en ese momento que el velo en vez de escapar parecía querer arremeter contra mí con la violencia y velocidad con la que se dirigía a mí desde todos sus lados.

Cuando el velo casi alcanzaba el contacto conmigo y mis emociones estaban todas alborotadas ante la incertidumbre y la esperanza que había tenido de cruzar el velo, este redujo su velocidad de golpe a la mínima manifestación de movimiento.

El velo actuaba como un niño y solo se había acercado a mi cuando me sentí como niño también. Sin terminar de comprender extendí mi mano delicadamente como para acariciar el velo. Cuando por fin lo tocaba, mientras veía mi mano traspasarlo otra vez y cambiar su aspecto a la mano de un niño, sentí una frescura recorrer mi mano. Esto siguió con mi brazo y cada parte de mi cuerpo que iba atravesando el velo. Cuando hube terminado de cruzar el velo me encontraba convertido en un niño, con el mismo aspecto que tuviera en mi niñez. Me sentía salido de un baño refrescante como cuando disfrutaba de nadar en casa las noches de primavera y verano.

La silueta de Arturo aún podía verse a la distancia. Corrí y grité nuevamente en dirección a él. Esta vez no tardó en dar la vuelta y notar mi presencia.