El Congreso, ese desafortunado Calimero

Day 2,803, 19:35 Published in Spain Spain by Zakk Bloodworth

Es evidente que parte de nuestra comunidad no apoya la existencia del outgame o, al menos, no en las condiciones en las que convive con el desarrollo natural del propio simulador. La existencia de las dictaduras en un marco en el que se siguen celebrando automáticamente las elecciones congresuales ante el aparente pasotismo de Plato, expone lo que para mí es un problema de legitimidad del Congreso —el voto se sigue emitiendo— frente a la instauración de la tiranía igual de legítima si se ha votado bajo la propuesta del CP, por ejemplo. Cobran el mismo peso.

Hay colectivos que no responden ni cooperan con el outgame. Es natural y comprensible. Sin embargo, no sé si bien porque en la comunidad somos medio centenar de jugadores diarios o bien porque hay una mayoría que no termina de conectar con el Unificado, el caso es que durante este mes como congresista he sido víctima y testigo de la imposición de terceros hacia mis funciones. No es que hubiese solo una falta de consenso —que también—, el caso es que sudaron de todo diálogo para imponer su voluntad y mandar a la mierda todo nuestro trabajo. Hoy algunos militares con la Ley de Autodictadura. Mañana algunos partidócratas con una posible Ley de Partidos.

Siento que muchos contemplan el outgame como un medio necesario ante una falta de cohesión por parte de eRepublik pero que, sin embargo, tiende a irse por las ramas y se adjudica competencias que no le corresponden. Pero tampoco veo que la gente se moleste en participar en las propuestas que compartimos sus propios representantes: diese la sensación de que más que congresistas son locos lo que votan para seguir alimentando un manicomio que bien parece un circo. Todos sudan de lo que se cuece en el Congreso incluso aunque lleves la información a casa; estás legislando para nadie, porque cuando nuestras leyes alcanzan los intereses de alguien "el Congreso ya está metiendo la nariz donde no debe". No hay opción a debate, simplemente se desprecia el trabajo y se escupe bajo el argumento del "no y punto".

Este mes he aprendido que el Congreso es puta pose, es ese viejo que chochea y que todo el mundo le dice que sí a todo aunque nadie le preste atención. No tiene medios coactivos en Dictadura, ni siquiera se impone cuando impera la democracia. Es la fulana barata, que la acallan con una torta cuando pretende imponerse ante una realidad bastante evidente. Las leyes dejan de ser eficaces cuando en quienes se aplican no las legitiman. Y el hecho de no tener herramientas para combatir esa situación, nos vuelve vulnerables.

No quito culpa a los congresistas, claro que no. Me parece lamentable todo el café que hay para tan pocas bocas. La participación por los suelos. El consenso se hace a veces inviable. Los debates tienden a monopolizarse por las rencillas personales de algunos usuarios. La Mesa del Congreso parece más un obstáculo que otra cosa. Propios congresistas me dicen que debemos centrarnos en supervisar al Gobierno. ¿Alguien recuerda las declaraciones públicas del Ministro de Defensa despreciando públicamente a un miembro de la comunidad? Aviles, nuestro Presidente de la Mesa del Congreso, no le dio mucha importancia y decidió abstenerse. Pero luego no pierde un segundo para llamar la atención a Leogar y Norsk cuando tiene ocasión por chorradas. Pura hipocresía.

Seguiré presentándome congresista siempre que esta comunidad me lo permita y me encuentre con la voluntad de dar lo mejor de mí. Porque yo creo en un Congreso mejor. Pero no puedo concluir sin señalar a los partidos políticos, que sin ninguna preocupación, nombran a los representantes de esta comunidad que posteriormente vemos ausentes durante todo el mes, pasando olímpicamente del tema. O esos partidos políticos del TOP5 que deciden ignorar en todo momento lo que sus propios congresistas cosen o descosen y se quedan como Dios. Ni qué decir de aquellos que con decenas de militantes, no son capaces de presentar una lista para evitar que se presenten candidatos que no cuentan con el respaldo conveniente. Es de chiste.

En definitiva, el Congreso se ha convertido en un perro que se caga en todas partes, y que ningún miembro de la comunidad quiere sacarlo a pasear. Y mientras no asumamos todos esa responsabilidad, como institución seguirá suponiendo un problema. Parece que este mes tendremos dinamiteros que intentarán torpedear todo cuanto puedan. Qué decir. Las formas lo son todo. Si el Congreso no vale, no vale. Pero si no vale, argumentemos y elaboremos un proceso para modificarlo o sentenciarlo. La destrucción no me agrada, y menos si sus artífices son muy poco amigos del bien comunitario.

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