Di algo

Day 2,715, 20:15 Published in Chile Chile by Francisco Ferrer Guardia

Acordeón
Muy tranquila, serena, maneja con elegancia los vaivenes propios del vagón, al mismo tiempo sus manos orquestan la más bonita creación que a esa hora de la mañana podría escucharse. Los rayos del sol atraviesan sin piedad las ventanas, apaciguados a veces por esos grises muros que se elevan o vuelven a caer. Su sonrisa indómita, contagia el sonido que sale de su instrumento, y la mezcla que sale es hermosa. Algunos clavan su mirada en ella, en sus zapatos gastados, o en su colorido pelo, otros con la mirada perdida en cualquier lugar solo se dejan envolver, también acuden a la escena aquellos que solo están de paso, como las estaciones, las que sea. Al levantar la vista se aprecian las construcciones, las terminadas y las en proceso. Se aprecia como transcurre la vida en estos tiempos, con un cierto gris en donde quiera que mires, con grandes montañas que limitan estoicamente cualquier intento por salir.
No sabes con quien estas, no sabes con quien te puedes encontrar, no sabes si vas a llegar, no puedes saber si tiene que ser así, si es la única manera de que transcurra el tiempo. ¿Para qué queremos que transcurra el tiempo?
Ese pequeño espacio de la mañana, camino a cumplir con las obligaciones a las que nos obligaron, acompañado de la niña del acordeón, lo hacen sentir felicidad. Sensación que lo acompañará por algunos minutos más luego de terminada la función, función que por lo demás fue muy bien gratificada por sus asistentes involuntarios, hecho que llama profundamente su atención, haciéndolo pensar que no fue solo él quien se sintió poseído por esas notas musicales mezcladas por esa sonrisa tan sincera y gentil. Lo que le da una cierta esperanza.

Deberes.
Somos lo que las circunstancias quieren que seamos. Somos lo que podemos hacer con las circunstancias en las que estamos inmersos. En menor medida somos lo que quieren que seamos. Casi imperceptiblemente somos lo que queremos ser.
Los días transcurrían iguales, deberes, obligaciones, diálogos vacios, personas.

¿Qué es?
Aquello que debemos hacer, lo que tenemos que sentir, a lo que estamos obligados a realizar. ¿Por qué? ¿Bajo qué prisma tiene sentido? Está bien, quizá no lo suficiente, peor, está absolutamente mal. Levantarte, sin más, caminar descuidadamente hasta que algo sea lo suficientemente atractivo para detenerte. Se sigiloso y ten mucho cuidado, revisa cada palabra, mide cada pisada, calcula cada aullido, cada latido.

Ya no es necesario que te refieras a los males explícitamente, se subentienden sin mayor análisis, el enemigo es claro, relativamente claro y odio decirlo. Entendiendo que se supera eso, es difícil determinar qué más cabe agregar, algún estado psicodélico, psicotrópico, exceso, tristeza, da igual.
La realidad te consume por igual, parejo, sistemáticamente. Lo sucio o lo absurdo, lo bonito, lo horrible, caracterizaciones, estereotipos, de una forma u otra respondemos a algo, a algo que no determinamos, a algo que no sabemos quién determino pero que sin embargo creemos saberlo. Hasta la propia felicidad… ¡la felicidad! Tan deseada, inalcanzable, inapropiada, tan ajena y al mismo tiempo tan parte de toda nuestra realidad.
Nos hacemos parte de algo que nos acomoda, nos involucramos con las personas que nos determinaron, o que nos sirven, o se nos parecen, pero en mayor medida las que nos sirven. Que nos sirven para desarrollarnos, para ser alegres, para pasar el tiempo que no se detiene. Para sentirte mejor, mejor que esa misma persona.