¡Levántate y piensa!

Day 1,999, 15:41 Published in Spain Spain by Stalinsito


Estamos hoy en la eEspaña de 1999, en el eMundo de 1999 en un momento en el que, en otras ocasiones de la historia, las sociedades han tenido que escoger un camino u otro. O seguir en la resignación o plantar cara.

La resignación es un producto que, como cualquier droga, duerme a la gente, duerme su conciencia. La resignación es como la morfina, la cocaína o la heroína. La resignación es producto de muchas causas. Yo voy a enumerar unas cuantas.

La resignación es hija de ese discurso totalizador, cual si fuera religión. No hay más verdad que el imperialismo. No hay santos ni más poderes que los bonus. Eso es lo único que importa, su poder no puede ser contestado y, además, nos demuestra la existencia de las propias sociedades que esto es lo que produce bienestar.
No importa que los jugadores comunes vean que ese bienestar no le ha llegado al novato recién registrado, que tiene que mantenerse cobrando un mísero salario. No importa que un viejuno todavía tenga que hacer virguerías para napearse. No importa que el jugador medio no pueda ni plantearse llegar al nivel de los jugadores más aventajados ni que no tenga acceso a las ayudas sociales, restringidas a los novatos. No importa porque les están diciendo que no hay más bien que los bonus, lo bien que vivimos, lo bien que vamos, los datos, las cifras… No importa que la gente vea o quiera ver a su alrededor los hechos que están contradiciendo ese mensaje. Porque para que no se vea, o para que sea menos hiriente hay sucedáneos.
Ahí tenéis las pegadas. Armas, armas para todos, más armas que en épocas anteriores de la historia de eEspaña. Ahí tenéis concursos degradantes que no alimentan la razón, el estudio, el análisis. Ahí tenéis la vida de los personajes populares que se diseccionan y se abren y vemos como si fuéremos aves carroñeras y, olvidando el entorno que tenemos, entremos en lo que ocurre en sus alcobas. Ahí está toda una literatura de evasión para que la gente no vea. No vea y por tanto confunda su existencia real con la existencia que le ponen en los escritos.
Es un caso de alienación, un caso de suplantación, un caso de drogadicción. La imagen de lo bien que vivimos, las historias de alcoba, las frivolidades que hacen olvidar lo que ocurre diariamente. O, si se ve, se hace que se eleve a otra categoría, como si no fuese lo real. Resignación además porque el discurso oficial, que baja desde muchos sitios, baja desde los poderes públicos, baja desde los grandes personajes, baja desde los medios de comunicación el discurso de que no hay otra salida, esto es lo único posible y si no, fijaros, estamos mal, pero peor están los países sin bonus. Y cuando ya se acude a hablar de aquellos que no tienen bonus es porque ya no se tienen razones y hay que decir mira qué mal están aquellos, porque es la única justificación.

Resignación porque los jugadores cuando tienen problemas no son rebeldes. El que tiene que comer todos los días no puede permitirse el lujo de cometer rebeldía para perder su puesto de trabajo. La rebeldía siempre ha surgido de aquellos que comían todos los días. Aquí la gran culpabilidad de muchos intelectuales eEspañoles que comiendo todos los días, bien del pesebre o bien de su trabajo, no han sido capaces de decir basta a esta situación de degradación. Y hay, hay una resignación que nace de la evidencia diaria, resignación que cae sobre un pueblo que se da cuenta además. O no se da cuenta porque no le gusta, no quiere verlo, o no dejan verlo: que estamos yendo hacia atrás. Que estamos volviendo a ideas propias del siglo XIX.

Resignación que surge de la culpabilidad. Uno de los “éxitos” de nuestro sistema es conseguir que el débil, el miserable, se sienta culpable de su situación.
Es la filosofía calvinista, hija del protestantismo: tú eres culpable de tu situación, no has sido capaz de triunfar. Y si no has triunfado es porque tú eres el responsable, esta sociedad da oportunidades a todo el mundo; si tú no has podido hacerlo así, tú eres el culpable. Y entonces, el oprimido, el pobrecito, el esclavo, se echa él la responsabilidad de su situación. Es perfecto el dominio del poder.

Un dominio del poder que ya no se basa en la fuerza, en la coacción, en un ejército, se basa en un dominio mucho más terrible, más duro: el dominio de la mente. Ese opio que cae desde los medios de comunicación, que cae desde los discursos políticos, que va empapando la mentalidad de la gente y va diciendo “calla, calla, calla, porque si no callas puede ser peor”. Esa es la resignación que se produce por hacer sentir al débil que es culpable de su situación. Y aquel que dio una vez una ciudadanía a un buen amigo, ¡ah, miserable, tú eres el culpable!
No importa que los ladrones de alto copete sean exhibidos como figuras brillantes se enseñen a los novatos como ejemplo a seguir. Pero el miserable que ha dado solamente una ciudadanía es el culpable de todo lo que está ocurriendo. Eso es resignación. Resignación que viene de los medios de comunicación. Viene de aquellos que optan por decirle al pueblo una parte de la verdad. Resignación que consiste en dar un credo único, de decir todos amén a los bonus, al pensamiento único, “estamos mejor que nunca”, amén, amén, amén. Es el coro, como una letanía, que va uniformando el pensamiento, que va haciendo seres totalmente iguales, como describía lo que podía ser el futuro Orwell en 1984.

Esa resignación es por tanto hija de una ideología, de un sistema político que confunde muchas cosas. Se impone la cultura del sí” o “no”, propia del ordenador. La eVida está llena de colores, de tonos y por tanto el lenguaje es mucho más vivo cuanto más cosas cosas hay para ser descritas. “Sí o no, blanco o negro, derechas o izquierdas, conteste usted como el ordenador: afirmativo, negativo, afirmativo, negativo”. Se busca ya no al ser humano pensante capaz de la reflexión, de la duda, de la inquietud, se busca al esclavo sin pensamiento. Y por eso no se quiere la historia, y por eso se desdeña la memoria.
Porque los jugadores somos hijos de la memoria. Yo soy lo que soy porque jugué en el BO, mis compañeros, mis vivencias, me eMemoria. Yo soy la actualización de todo un pasado que está eVivo. Si me quitan la memoria soy un zombi, un muerto viviente. Y queremos pueblos de muertos vivientes que se estimulen por el último pique entre mí y Bullofwar, que se estimulen por el último shitstorm a La eFalange, que digan en los partidos e incluso en los parlamentos, donde debería debatirse de los problemas, se cuente el último chiste de la vida privada de tal o cual, para olvidar la tremenda realidad.

Escapismo, droga. Igual que la heroína, igual que la cocaína. Droga, escapismo. Sedar el pensamiento. Aniquilar el espíritu crítico. Y por tanto fomentar la resignación. Y frivolidad, mucha frivolidad. Y por tanto la política entendida como la compraventa de cuotas de poder. No importa. ¿Qué es lo que quiere el pueblo? Pueblo al que, convenientemente, se le va a decir lo que quiere a través de determinados medios.
—¿Más regiones? Pues más regiones.
—Pero es que yo pienso que no.
—Es que tú tienes que decir lo que le gusta al pueblo. Al cual yo, mediante medios de comunicación finísimos le voy a ir diciendo qué es lo que le conviene.
—Pero yo represento un proyecto, yo quiero explicar mi proyecto, yo quiero decirle a mi pueblo, del cual formo parte, para decirle el punto de vista de nuestra organización.
—No, no, no, lo que conviene es que ganes votos. Eso no está bien dicho.

Tienes que ser respetable, tienes que hablar y decir lo políticamente correcto, el buen tono, como el chico de la burguesía del siglo XIX. “Niño, eso no se hace”, “eso no se dice”, “eso lo haces por bajo cuerda, porque todo debe permanecer como si aquí no ocurriera nada”, es decir, la cultura de la hipocresía. Crear una sociedad hipócrita, que miente a sabiendas. Que sabe que está diciendo algo que nadie cree. Pero lo importante no es decirlo, lo importante es que hay que hacerlo, pero que no se diga.

Y ese cáncer va avanzando, degradando, corrompiendo y aniquilando las fuerzas para combatirlo. Y ese es un camino sin duda dulce. Es la muerte lenta, como se consume un brasero. Como van muriendo aquellos que beben la cicuta, muerte que le dieron al gran Sócrates. Va durmiendo paulatinamente todo el organismo y se muere uno con la sonrisa en los labios, pero muere.

El otro camino es la rebeldía. Pero la rebeldía no es un gesto altisonante. No es un grito, no es un insulto, no es una pedrada, no es una mala contestación. Es mucho más profundo. La rebeldía es un grito de la inteligencia de la voluntad que dice, y lo voy a decir en romano paladino:
NO ME DA LA GANA DE DECIRLE QUE SÍ A ESTA ACTUAL SITUACIÓN. ¿Por qué? PORQUE NO QUIERO. Y ME NIEGO A DECIRLE QUE SÍ. PORQUE ENTIENDO QUE PUEDE HABER OTRA SITUACIÓN Y, POR TANTO, YO NO ASUMO ESTA PODREDUMBRE. Y NO PARTICIPO EN ELLA. Y LUCHO CONTRA ELLA.

Y esta actitud es una actitud intelectual. Y cuando digo intelectual no quiero hablar de universitario, sino de la mente de cualquier ser humano. Es un posicionamiento que nace de la mente y del corazón. Del fuego de querer cambiar. Esta es la rebeldía fundamental, lo otro son voces, son chillidos, son insultos, son graznidos, “dale caña”: el circo romano.

La rebeldía es el posicionamiento con otros valores y decisión de hacer a los viejos frente. Rebeldía para decir que no aceptamos que los bonus sean los que rijan los destinos delas sociedades, que entendemos que hay un principio fundamental de libertad de los pueblos que tiene que cumplirse. Y que costará mucho tiempo y mucho sacrificio, pero es hermoso luchar, incluso morir, por eso. Porque morir tenemos que morir, muramos por lo menos luchando por un ideal noble y no consumiéndonos como un brasero.
Significa, esa rebeldía fundacional en cuanto a entidad humana, defender, con esa suave ironía, con esa tranquilidad que Leogar hace, con esa tremenda dureza de fondo, pero flexibilidad del lenguaje significa defender que hay valores que deben ser mantenidos.

El hermoso valor de la igualdad. La sangre roja, que decía uno, y todos tenemos la sangre roja. El corazón a la izquierda y, salvo alguna excepción, están en la izquierda. Por tanto esa igualdad. Igualdad que hace que los jugadores nazcan de la misma manera. Una igualdad esencial, no igualitarismo, y por tanto dignidad del jugador por ser lo que es: jugador.

Y por tanto la libertad. Pero hablar de libertad es algo muy grande. Porque libertad es asumir que se tiene la conciencia libre, que no es lo mismo que libertad de conciencia. La conciencia libre significa que yo puede decidir si yo tengo todos los elementos para formular mi decisión: estoy bien informado, estoy bien formado, me alimento todos los días, tengo regiones en las que eVivir, tengo armas para defenderlas y una vez que tengo mis necesidades más elementales satisfechas yo puedo pensar para ser un jugador libre. Porque si yo tengo que pagarme el entrenamiento trampeando como sea, vendiendo mi voto, aumentando la nómina de un partido yo no soy un hombre libre aunque mañana vaya a votar en las elecciones. Yo voy movido por mi hambre, por mi necesidad de tener que venderme en cada momento.

Y junto a la libertad, en el sentido espléndido de la palabra, la justicia. Y no hablo de tribunales de justicia, hablo de eso tan sencillo de dar a cada uno lo suyo, que impere el derecho, que no haya distinciones, que todo el mundo sea medido por igual rasero: por el rasero de la ley. La justicia que consiste además en que se conforma una sociedad. La ley es la que hace posible que conviva la gente en sociedad, mientras que la ley sea justa y se aplique con justicia a todos igual.

Solidaridad es un mensaje que puede hermanarnos a todos. Aquellos que conocen el internacionalismo proletario, aquellos que hablan de la hermandad de los seres humanos porque hacen referencia a sus creencias basadas en la teología o la ética, a todos los que hablan de otros supuestos de liberación humana, de acuerdo. Solidaridad, que consiste en afirmar, tranquila y serenamente, que no merece la pena luchar por banderas, que la única bandera es la bandera de los jugadores y los jugadores somos un único colectivo, un solo y único colectivo; y que merece la pena luchar por ella.

Merece la pena ser austero, austero en el sentido romano, mediterráneo. Austeridad no es miseria, austeridad significa vivir dignamente, normalmente, conformarse con los bonus que naturalmente tenemos, poseer bonus, y no que los bonus lo posean a uno. No ir atentando contra otras naciones para acaparar más. Austeridad es tiempo libre para jugar, para tener tiempo libre, para conocerse entre jugadores y hacer de eRepublik un juego social, y no un juego de guerra. Austeridad que significa que la mejor panera de eVivir es relacionarse con los otros, sintiéndose jugadores libres en una sociedad democrática. Austeridad que hace que los admins nos midan a todos como jugadores y no por nuestra capacidad de consumo. Yo me niego como jugador a que digan que soy jugador eEspañol que pega tanto por su país y paga tanto por el juego. Eso no es austeridad, eso es medir al ser humano por otro talante. Austeridad, que significa, con otra palabra, sobriedad, hablar de cosas concretas, hablar de cosas que son importantes, incluso cuando se utiliza el lenguaje para crear belleza, para hacer pensar. Se utiliza el lenguaje con sobriedad porque las palabras, cayendo en cascada, uniéndose, recreándose constantemente hacen pensar, hacen conseguir nuevas ideas, humanizan. Esa es la austeridad y esa es la sobriedad.

Y a partir de ahí es donde surge el discurso y la propuesta, la sociedad democrática, el desarrollo económico, el reparto del trabajo, la correcta redistribución de los impuestos. El discurso rojo, verde, violeta, el discurso de la paz. Paz. Y la paz no es la ausencia de guerra, la paz es justicia, entendimiento entre jugadores iguales, que son capaces de razonar. Y bien, los mecanismos son los de siempre, la movilización.

¿Qué es movilizar? Desde la izquierda siempre movilizar no ha sido sólo armar revuelo, que también. Movilizar ha sido concienciar. Nosotros existimos, los que queremos pensar por nuestra cuenta, para perturbar a los demás. Nosotros no queremos gente tranquila, drogada, queremos gente inquieta. Venimos a perturbar, a agitar cerebros, a remover conciencias. Existimos en la medida que movilizamos el pensamiento. ¡Levántate y piensa! Es lo más revolucionario que he leído en mi vida. Porque la rebeldía empieza en la mente, en la cabeza que dice “no sirvo, no me da la gana, no quiero asumir estos valores”. Movilización que significa por tanto ese esfuerzo por pensar y por hacer pensar.
Los grandes revolucionarios de la historia tienen en común que hicieron pensar. La revolución la hacen las gentes, las masas, los colectivos. Pero el valor de ellos es el pensamiento que pusieron en marcha. Es el concepto de la movilización en torno a lo concreto y con las alianzas de todo el pueblo. Por eso hacemos llamamientos, queremos unidad, pero no para repartirse sillones, para hacer programas de transformación: qué hacemos en la comunidad, qué hacemos en eEspaña, qué hacemos a nivel internacional. Alianzas, alianzas entre jugadores que coinciden básicamente, por lo menos teóricamente, en que quieren cambiar el eMundo. Pongámonos de acuerdo: qué podemos cambiar ahora. Pero cambiar un sillón por otro eso ya no es correcto, eso lo hacen los otros, durante el tiempo inmemorial.

Y por último la cultura. La palabra cultura viene de cultivo, cultivarse, hacerse jugador cada día más. La cultura no es saber muchas cosas, la cultura es captar todo aquello que los jugadores han ido produciendo y que nos mueve desde el arte al estremecimiento por degustar la belleza a entender cómo los jugadores han ido superando los problemas. Un jugador culto no es un jugador rodeado de libros, que también puede ser, un jugador culto es un jugador que afronta el juego con mirada independiente y libre, un jugador culto puede ser un completo analfabeto que piensa como quiero, es un jugador que tiene un tipo de cultura y ese jugador que a lo mejor ni sabe leer le puede dar la mano a otro culto que sabe más cosas pero está en la misma onda cultural: ambos son jugadores libres, tiene capacidad para pensar.

Ignoro si quienes me leen piensan cambiar su pensamiento, si van a pensar libres. Ignoro si quienes me acompañan hoy van a cambiar su pensamiento, si van a dejar de ser libres. Pero la decisión de mantener este discurso es firme por mi parte, lo voy a seguir manteniendo, no lo pienso cambiar. Porque no me da la gana.

Vihesito.


¡LEVÁNTATE Y PIENSA!





Este discurso ha sido prácticamente transcrito del pronunciado por Julio Anguita. Puede verlo aquí.

Si no lo ha leído o, al menos, escuchado (el vídeo, aunque lo aquí transcrito sea una adaptación) al completo, hágase y hágame un favor: no vote ni comente esta publicación todavía. No pretenda juzgarla desde su autor original, ni desde el que aquí la transcribe.

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