Puerto y despedida

Day 1,760, 20:05 Published in Chile Argentina by Pescaman

"I come from a land down under, where the beer does flow and men chunder" (Land Down Under-Men at work)



En el B. habían tres estrellas de luz negra en el techo. La que quedaba sobre el escenario servía para iluminar el cuerpo de la bailarina cuando se movía en el caño mientras las otras dos caían sobre la barra pegada a la pared, justo al costado de donde las chicas trataban de que les invitaras tragos de colores, falsos y caros como la mentira.

La argentina te podía mirar de lejos a través de la oscuridad, la luz negra le marcaba los dientes al sonreir y se dirigía directo a ti para saludar de beso y preguntar "como andás?". El humo parecía enroscarse en el bar al ritmo de la música. Serpenteaba, se impregnaba en la ropa, en la piel de las chicas y luego se pegaba al techo buscando una salida inexistente. La tenue luz rebotaba en esa pared celeste que velaba a los clientes.

Al entrar, ellas miraban de inmediato la puerta y se turnaban para acercarse y preguntarte que ibas a servirte. Con suerte llegabas cuando aún B. no había bailado, con más suerte, P. se sentaba contigo en la mesa y podías pasar el rato con ella con dos tragos o hasta que le pidieras un baile privado.

Salir de ahí mareado, con la ropa sumergida en humo, caminar rápido para no ser cogoteado, pasar entre los quiltros, recorrer aceras meadas de cerveza, comerte un tomate palta mayo en el carrito de la esquina. Todo a esa hora mágica cuando el frío cala los huesos y todo es posible.

Esperar el colectivo junto a la calle que da al mar. Más frío y más quiltros dando vuelta. Las luces del puerto en la bahía más bella del mundo brillando en la mancha negra de la noche. La sirena de un buque, la música de los locales y el rumor de las canciones pasadas de moda junto al sonido de jarras de vino y botellas de cerveza invisibles.



Junto al paradero, el local con paredes de ladrillo donde C. bailo una vez con los brazos extendidos al cielo deslizándose en la música como la lágrima que surcaba su mejilla ebria. El rumor de los muelles y las cicatrices de la ciudad herida que ama como el hambre.

Tantos pasos, tantas calles, tantas chorrillanas, Escudos y navegaos. Tantos manteles plásticos pegajosos iluminados por la sacra luz de los vasos cerveceros de base angulada.

El Canario, el Proa, el Bitácora, el Bar Poseía, el Mi Casa, el vino con fruta de El Ritual, las pizzas del Pajarito y los tragos del Liberty. La plaza Aníbal Pinto, Cummings, Almirante Montt, el Playa, el Mamut, el Dominó, el Cinzano, el Picante, el Renato, el Roma, el Irlandés, la Piedra y el J. Cruz.

Todo quedó atrás.

Este es el Down Under, acá toman Hahn o Fosters, no hay quiltros de raza indescifrable y pelo aglomerado, sólo canguros y koalas como caricaturas. Las calles son limpias, todo es pulcro, sincronizado y perfectamente inhumano.



Tantas razones para venir y esperar. Demasiadas para no olvidar y volver.

"no hay nada que
discutir
no hay nada que
recordar
no hay nada que
olvidar

es triste
y
no es
triste

parece que la
cosa mas
sensata
que una persona puede
hacer
es
estar sentada
con una copa en la
mano
mientras las paredes
blanden
sonrisas de
despedida
"

(The finest of the breed/Bukowski)

El exilio siempre será exilio, tal como Sidney nunca será El Puerto.

Las buenas razones jamás serán más importantes que las ganas.

Adiós Chile, adiós Puerto:

Volveremos!!.