Crónica de mis peripecias en Norte de Brasil (sigo pidiendo socorro)

Day 1,461, 08:41 Published in Spain Spain by Espaugyl




Para los que no sigáis habitualmente mis crónicas como intrépido Corresponsal de Guerra os diré un par de cosas: La primera y más importante es que os pongáis al día, que mi valor no tiene precio (bueno, podríamos negociar) y el estar arriesgando la evida en guerras y peleas de bares y no ser leído fastidia un poco. La segunda es tan sólo poneros al corriente de mi actual ubicación en Norte de Brasil, tras las líneas enemigas, informando sobre esta gentuza y, la mayoría de las veces, corriendo con ellos detrás cual velocista olímpico, cualidad por otra parte que sólo sale a la luz cuando he de ser más rápido que un plátano. Dicho esto relataré subjetivamente, para desinformaros en lo posible, todo lo que me ha ocurrido hasta el momento por culpa de mi abnegación profesional y la sobriedad que me lleva a escribir crónicas y otras memeces.



Norte de Brasil, lugar en el que aún me encuentro, en donde eEspaña ya ha puesto un puñado de picas y luego nos las han devuelto con acuse de recibo


No todo el tiempo, por mucha confianza que uno tenga en ser pronto rescatado, puede un valiente como yo estar escondido, sobre todo si se te han acabado las patatas fritas, la Fanta y al beber temes confundir las botellas rellenadas en fábrica con las rellenadas por uno mismo (no soy de los que miccionan en los rincones como los perros). Así, al amparo de la noche, decidí buscar provisiones y me arrastré fuera de mi refugio, en la oscuridad, entre los escombros de las destruidas calles, con cuidado de no pisar las platano-minas antipersonas brasileñas. Por desgracia no estaba solo, pues antes de doblar la primera esquina vislumbré los haces de luz de linternas de una patrulla, pero no una vulgar patrulla brasileña, sino que se trataba de una patrulla de la GestapoeRepublik, esos Admins que tanto gustan de hacer el trabajo sucio tras cada batalla. Me escondí tras una pared derruida y cuando ya parecían pasar de largo oí como los perros que llevaban comenzaron a tironear nerviosos, a ladrar y a querer ir en mi dirección.

-¡Hans! ¡Oto! ¡Friedrich! Id con los perros tras esas ruinas y traedme algún cadáver- ordenó el Admin al cargo.

Aquellas órdenes llegaron un poco tarde ya que, batiendo varias plusmarcas sin testigos ni cronómetro, yo ya corría a varias manzanas de distancia. Por desgracia los perros, aunque no me veían, seguían mi rastro y pronto toda la patrulla comenzó a perseguirme.



Patrulla de Admins de la GestapoeRepublik persiguiéndome como si me fuesen a atrapar, ignorando que soy famoso por mi velocidad cuando el peligro me quiere dar alcance


Afortunadamente, cuando comenzaban a fallarme las fuerzas, fui a dar con un campamento de nuestras tropas. Sin parar de correr, creyéndome ya a salvo, pasé el vacío puesto de guardia y me planté en medio de las tiendas de campaña con los brazos abiertos y lágrimas en los ojos esperando encontrar a una multitud de compatriotas que me defendieran de mis perseguidores, pero lo único que encontré fue un gran cartel que decía:

Campamento Español. Hemos salido, estuvimos hasta hace un rato pero ahora tocaba rechazar el ataque en Canarias, mañana volvemos. No toquéis nada, por favor.

Aquello era desesperante, los Ataques Marmotas brasileños se seguían dando puntualmente, haciendo que el Día de la Marmota llevase el camino de ser el Mes de la Marmota. Tras unos segundos de desconcierto no tuve más remedio que reponerme y comenzar a correr otra vez, porque los ladridos y los germánicos gritos de los Admins cada vez estaban más cerca.


Salí del campamento, salí de la ciudad y de repente me encontré en medio del campo, sin explicarme aún como las suelas de mis zapatos pueden aguantar tanta fricción sin salir ardiendo. Mis perseguidores se hallaban todavía a una prudente distancia pero no cejaban los jodíos así que, agotado como estaba, me puse a buscar cualquier cosa que me sirviese como arma o, mejor aún, un buen agujero donde esconderme y un bisoño que diese la cara por mí, pero todo fue inútil.


Corrí campo a través al borde del desmayo y cuando ya no pude más trepé a un árbol, en donde me quedé dormido de puro agotamiento. A la mañana siguiente, con la luz del amanecer, me desperté sobresaltado con unos ladridos al pie del árbol. Aterrorizado me quité un zapato y me dispuse a lanzárselo a mis perseguidores, algo haría, pero entonces me di cuenta de que aquel perro no era uno de los habituales de la GestapoeRepublik, aquel perro debía ser puramente brasileño, un engendro de los laboratorios genéticos militares de tan despiadados enemigos.



Terrible perro brasileño fruto de la maldad de sus expertos en genética militar


De un salto caí sobre él, lo despanzurré y huí contento de haber librado al mundo de aquel engendro. Tras esto me di cuenta de que en la oscuridad de la noche había entrado en una granja y que había extraños edificios de donde salían ladridos parecidos a los del platanoperro que acababa de eliminar: Había dado con mi noticia, con un complejo militar genético enemigo.


Curioseando y aprovechando que medio eBrasil debía estar o en Canarias o defendiéndose de otro ataque, que ya no sabía si íbamos, veníamos o nos encontrábamos en el camino, me acerqué a las instalaciones. Una gran pradera amurallada me llamó la atención. Como pude escalé hasta poder asomarme y entonces vi el porqué de nuestras calamidades, el porqué de tan repetitivas batallas y de tan aburrida guerra: Los Brasileños clonaban marmotas para matarnos de aburrimiento, el Día de la Marmota sería eterno.

Como esto no podía quedar en secreto decidí matar dos pájaros de un tiro e informar con mi crónica de este peligro, pero… ¿cómo hacer llegar al periódico esta información? En mi huida y carrera no tenía ni netbook ni móvil ni leches, así que tuve que exprimirme la sesera y urdir la forma de comunicarme con el exterior y entonces, viendo a una marmota en un arroyuelo, di con la solución de la que ahora tanto me arrepiento.

Perdonad por el Día de la Marmota de hoy, he sido yo sin querer.



Marmota mensajera nadando hacia Canarias con mi crónica… siento los efectos secundarios, este Día de la Marmota ha sido sin querer


Desde la granja de los engendros de Norte de Brasil, pidiendo perdón por este Día de la Marmota inintencionado, se despide este corresponsal.


Espaugyl