CHILE Epopeya

Day 1,595, 15:29 Published in Chile Norway by Dr Gotito
BATALLA DE LA CONCEPCION



Mientras tanto en el poblado de Concepción, ubicado a 24 kilómetros al norte de Huancayo, la guarnición chilena compuesta por 73 soldados y cuatro oficiales al mando del Teniente Ignacio Carrera Pinto, acompañados por tres cantineras, mujeres que seguían a los soldados, una de las cuales estaba en un avanzado estado de embarazo y un pequeño niño de cinco años.



De pronto se comienza a escuchar los gritos de los vigías chilenos que anunciaban la presencia de las tropas enemigas. Cientos de hombres se descolgaban desde los cerros con destino al poblado. El grito de alarma hizo al Teniente Carrera Pinto reunir a sus hombres, acudiendo también los soldados enfermos.

Estos al ser reprendidos por el jefe de la guarnición por haberse levantado, se justifican diciendo que no podían quedarse acostados mientras sus compañeros se enfrentaban al enemigo, y que preferían morir en combate que ser muertos en su lecho de enfermos. Eran las 14.30 horas.

No había muchas alternativas para proceder, por lo cual Carrera Pinto divide a sus hombres enviándolos a los cuatro costados de la plaza para tratar de evitar así la entrada en masa del enemigo. Al comienzo dio resultado, las descargas de los fusiles daban en el fácil blanco que dejaban las montoneras que atacaban desordenadamente. Los chilenos alternaban la carga de bayoneta y los disparos para ahorrar munición. Una hora pudieron sostener el salvaje avance enemigo, siendo obligados por el constante empuje a volver al cuartel.



Mucho se ha alargado el combate, el Coronel peruano jamás se imaginó tamaña resistencia. Eran alrededor de las 19:00 horas cuando ordena un alto al fuego. Debía idear una forma de hacerlos salir del cuartel.

Ese repentino silencio hizo albergar esperanzas en los chilenos en la posibilidad de que los refuerzos llegaban y que por eso los peruanos comenzaban a desaparecer.

Que equivocados estaban. Solo eran momentos de calma para atacarlos con más fuerza.

Los soldados peruanos acompañados por los lugareños comenzaban a ubicarse en los altos de las casas vecinas al cuartel chileno para proceder a dispararles, siendo atacados también por el frente, dejándolos sin posibilidades de escape.



Carrera Pinto ordena una carga con el fin de liberar una salida, lanzándose con sus hombres a la bayoneta entre un tumulto de indígenas. En eso estaba cuando un disparo que le atraviesa el brazo izquierdo lo hace caer, siendo recogido por sus hombres y se retiran al cuartel.

Los disparos desde las alturas no dieron el resultado esperado, lo que obligó al jefe peruano a pensar como podrían hacer salir a los chilenos del cuartel para batirlos. La solución que se encontró era la de rociar el cuartel con líquidos inflamables y prenderle fuego, así el humo los obligaría a salir o en el mejor de los casos morirían carbonizados.

No tardaron en ejecutar el plan. El cuartel en llamas no era seguro para sus ocupantes, por lo cual Se lanzan cargando sobre la indiada que los esperaba a la salida. En dicha carga, el teniente Ignacio Carrera Pinto es herido de muerte junto a varios de sus hombres, obligando al resto a volver sobre sus pasos al cuartel en llamas.



Muerto el teniente Ignacio Carrera Pinto, al mando de la 4º compañía queda ahora el subteniente Julio Montt Salamanca. Rodeados por el fuego, la indiada y los disparos enemigos desde los techos colindantes muere este joven oficial de solo 18 años en la puerta del cuartel cargando a la bayoneta.

La noche ya había caído sobre el poblado y continuaba el combate. Los indígenas trataban de hacer forados en el cuartel para atacarlos desde allí o tratar de ingresar al recinto. Los pocos defensores que quedaban cubrían los agujeros con los mismos cuerpos de sus enemigos que caían al tratar de entrar.

Ahora le toca el turno de mando al subteniente Arturo Pérez Canto quien con sus hombres se da maña para sostener el ataque hasta el amanecer. Aunque sin esperanzas y cansado de tanto batallar, se lanza contra los enemigos siendo acribillado en el lugar.

Sin municiones, sin alimentos, el joven oficial junto a sus soldados se lanza en pos de la muerte. Era el fin de la guarnición chilena apostada en Concepción. Fueron brutalmente asesinados por la indiada, procediendo luego de darles muerte a desvestirlos, descuartizarlos y repartirse los restos como trofeo. Las mujeres tuvieron la misma suerte.



Destruida la guarnición chilena tras más de diecinueve horas de combate las fuerzas peruanas abandonaban el poblado dejando tras ellos un pueblo sembrado de cadáveres, sabían que el grueso del Ejército chileno estaba cerca. Su misión ya la habían cumplido. La guarnición chilena apostada en Concepción había sido completamente aniquilada. Eran las 9:30 A. M. del día 10 de Julio de 1882.


Diario de un soldado
"Llegamos a las seis de la tarde a la entrada del pueblo La Concepción. Mi Coronel Canto se sorprendió de que todas las habitaciones estuvieran cerradas y no se veía un ser viviente. Hizo hacer alto la marcha y que cargáramos el rifle Comblain. Hizo avanzar a los Carabineros de Yungay a hacer un reconocimiento a la plaza, antes de un minuto llegó un ayudante de campo diciendo que en la plaza se encuentra un cuadro horroroso de muertos, entonces avanzamos y nos impusimos. Había perecido toda la 4º Compañía del Batallón Chacabuco 6º de Línea. Esos valientes hombres, se batieron hasta quemar el último cartucho contra 2000 cholos serranos bien armados. Los chilenos pelearon del 9 hasta el 10 de julio. Un corneta, una mujer chilena con una guagua estaban traspasados por balas, flechas y lanzas. Estas víctimas se encontraron en medio de los cadáveres."



Al llegar pocas horas después los hombres del Coronel Estanislao del Canto al poblado de Concepción, se dan cuenta de lo macabro del espectáculo ante sus ojos. El cuartel aún humeante seguía consumiéndose por las llamas, encontrando en la plaza los restos mutilados de sus compañeros.

La caballería es enviada en persecución del enemigo con la orden indiscutible de no tomar prisioneros. No se salvó nadie que se haya atravesado en su camino.

Las casas de los ciudadanos que colaboraron con las tropas peruanas fueron incendiadas y sus dueños fusilados.

Mientras tanto en Concepción el comandante del regimiento Chacabuco don Marcial Pinto Agüero, al verse imposibilitado de llevar los cuerpos a Chile, ordena extraer los corazones de los cuatro oficiales, los cuales reposan hoy en la Catedral de Santiago. Luego se prendió fuego a la iglesia, cuyos restos sirvieron de sepultura para la 4º compañía, las mujeres y los niños que habían estado apostados en Concepción.



Dicho

"Soldados del Ejército del Centro; Al pasar por el pueblo de Concepción, habéis presenciado el lúgubre cuadro de escombros humeantes, cuyos combustibles eran los restos queridos de cuatro oficiales y setenta y tres individuos de tropa del batallón Chacabuco 6º de Línea. Militares de manos salvajes fueron los autores de tamaño crimen; pero es necesario que tengáis entendido que los que defendían el puesto que se les había confiado, eran chilenos que, fieles al cariño por su patria y animados por el entusiasmo de defender su bandera, prefirieron sucumbir antes que rendirse."



Amigos chilenos; si os encontráis en igual situación a la de los setenta y siete héroes de Concepción, sed sus imitadores; entonces agregareis una brillante página a la historia nacional y haréis que la efigie de la patria se muestre una vez más con semblante risueño simbolizando en su actitud los hechos de sus hijos.

Soldados: seguid siempre en el noble sendero del deber, con entusiasmo y abnegación; conservad la sangre fría y el arrojo de los Caupolicanes y Lautaros; sed siempre dignos de vosotros mismos y habréis conseguido la felicidad de la Patria.