Nina.

Day 2,352, 09:58 Published in Chile Chile by FISH dark

Pablo.B, aquí va un nuevo vómito de palabras sin sentido, un montón de imágenes pegadas sin yuxtaposición ni coherencia.
Un montón de palabras sin contexto.




Cada día es aún más monótono que el otro; los días de semana pasan lentisimos y dentro de mi rutina era común llegar de la universidad, sentarme en el escritorio y revisar mis redes sociales. Era un día más de aquello cuando después de unos minutos, una notificación aparece: “Alejandro Guzmán te ha enviado una solicitud de amistad”. Trato de hacer una retrospectiva de las personas que conozco y ese nombre no lo encontraba entre mis recuerdos, dejo la solicitud pendiente y me voy a preparar algo para comer. Al regresar un mensaje salta a vista, decía:

“Hola ! Soy Alejandro Guzmán. Soy el chico que arrienda en una de las cabañas que administran. Estuve hablando con tu mamá y me contó de tu pasión por los caballos y me preguntaba si querías ir a montar uno de estos días.”

Hace tiempo no montaba y debo reconocer que la idea fué más grande que mi prudencia, fiel amiga que nunca debí dejar de lado. Entre conversa y conversa me cuenta que es jinete de rodeo, huaso. Había corrido en varios lugares de Chile y sus medallas rodeaban las 300, todas de podio.

Cada vez las palabras con más entusiasmo fueron fluyendo hasta que concertamos el fin de semana ir a montar, era día Martes y el Viernes llegaba a mi casa. La ansiedad hizo que el resto de semana que quedaba pasara volando.

Al llegar a casa todo normal. Sábado a las diez de la mañana fuimos a montar, la media luna y los caballos estaban en el fundo “San José” eran unos caballos hermosos, bien cuidados y amansados. Alejandro me pasó las espuelas y mientras que me las colocaba lo observaba. Él concentrado, ponía cuidadosamente la montura, los estribos, las riendas y las acomodaba para que nada quedara fuera de su lugar. Era moreno, 23 años, ojos endiabladamente negros, espalda ancha y brazos bien trabajados,su cuerpo, sencillamente esculpido en piedra, o al menos me daba esa impresión.

En un descuido se volteó y su mirada se cruzó con la mía, una sonrisa picarona se dibujó en sus labios perfectamente dibujados. Yo, sentada en un tronco de madera oí.

-”Ya puedes montar, si otra vez quieres venir… preparás tu el caballo, supongo que te fijaste como puse todo. ¿Te ayudo a subir?

Me acerqué, él acercó un tronco como punto de apoyo para que subiera, pero coloqué mi pie en el estribo y subí de un salto. Di una vuelta de prueba y el caballo era bastante manso. Pronto llegó Alejandro a mi lado montando su caballo.

-” Te voy a decir la verdad, te he traído porque necesito una pareja para el rodeo, el tipo con el que trabajaba, abandonó la pega y me dejó tirado, ¿Te interesaría probar?”

Entramos a la media luna y Alejandro empezó a mostrarme cómo debía hacerlo. Era todo un jinete con sus piernas firmes en la montura y dominando al caballo con ligeros toques en la rienda, más que estar a estirones o espolonazos, manejaba su caballo con el peso de su cuerpo. Era todo un hombre.
Comencé a probar y, al final del día, no lo hacía nada mal. Después de prácticas y conversas concertamos venir cada sábado posible. Era Marzo y para Septiembre debía estar lista e incluso antes.

Al llegar a casa, después de una ducha y cortas lecturas de mis materias, era imposible sacarme de la cabeza al huaso, ya quería que otra vez fuera Sábado. Dentro de la semana las conversaciones por chat fueron cada vez más a menudo y comenzaban a generar dependencia, una necesidad de saber de él.

Llega el Sábado tan ansiado y a las 10 de la mañana estaba lista para salir a practicar. Nos encontramos y fuimos al fundo, la charla era como si nos hubiéramos conocido de toda la vida y la práctica de aquel día fue entre risas y miradas cómplices. Todo aquello bajo el sombrero de cuero, aquella ligera sombra que se dibujaba en nuestros rostros escondía un deseo de conquista y travesura que hasta el momento era controlada.

Los días pasaban y los sábados eran cada vez más intensos tanto en las prácticas como en nuestros corazones o por lo menos en el mío. El sábado 1 de Junio pasó lo tan esperado, planeamos ir más temprano a practicar, estábamos a las 8 de la mañana en el fundo. Yo, sentada en un tronco observando cómo ensillaba mi caballo luchando contra el cansancio que sencillamente me ganaba. De pronto siento que Alejandro se sienta a mi lado.

-” No te vayas a quedar dormida, te necesito despierta… si estás cansada puedes subir al caballo y caer.”

Una ligera risa se dibujó en mi rostro y apoyé mi cabeza en su hombro izquierdo, él me abrazó y así estuvimos unos segundos. Me quitó el sombrero y deslizó su mano derecha, en un movimiento rápido e inesperado, me tomó por la nuca y acercándose me besó, un beso apasionado pero tierno nació. Poco a poco fui retomando mi postura y las caricias se ocultaban bajo la manta, su sombrero negro cayó pero a ninguno le importó. Dentro de un fundo, entre árboles y senderos perdidos nos encontrábamos, el aire frío calaba los huesos pero no parece alcanzarnos. Sus manos firmes en mi rostro, mi corazón a mil por hora, y una mirada amorosa que detuvo el beso; un beso que aun creo perfecto. Después de aquello todo fue distinto, mi corazón estaba con él y deseaba día a día sus besos. Comenzamos a pasear, a comer, a contarnos la vida y reirnos de nuestras desdichas.
Un sábado, un 24 de Agosto, cuando ya todo era perfección y cada vez lo amaba más, llegó a verme y sin misericordia clavó una daga en mi corazón.

- “Nina, me caso.”

Sentí un balde de agua fría caer sobre mi. Sin mirarlo ni decir nada, tomé mis cosas y me fui. No valía la pena pedir explicaciones. Me fui a casa caminando, en el camino las dudas golpeaban como piedras en mi cabeza ¿Se casa? ¿Con quién? ¿Quién era la tipa?.
El lunes saliendo de mi casa veo al que era mi huaso con su novia; yo con mi papá del brazo.

-”¿Y este que no era soltero?”. Me dice en su total ignorancia de lo ocurrido.

Lo mismo pensaba.

Pasó el tiempo y Alejandro se fue, se casó y formó su familia. Aún su recuerdo está en mi mente y siempre lo estará. Ahora, ¿Cómo lo recuerdo? Como aquel que hizo latir mi corazón más allá que por simple biología.


SI ALGUNO DE LOS LECTORES SE LLAMA ALEJANDRO GUZMAN, HA ENCONTRADO A SU HERMANO PERDIDO !

V+S 😃