ENSAYO: RITUALES DE GUERRA EN LA ANTIGUA GRECIA Y PERSIA

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1. INTRODUCCION
La religión y las diferentes formas en que eran desarrolladas sus ritualidades en la antigüedad, han demostrado haber poseído un factor determinante a la hora decisiva respecto a los asuntos políticos y militares en la era antigua. Mantener la paz o hacer la guerra. El rol de los sacerdotes, al ser el puente entre los hombres y los dioses, mostraba el rol del emperador o rey, subordinado a los designios de un mortal iluminado, un oráculo, muchas veces cómplice de un resultado políticamente erróneo, o simplemente oportuno, pero que en definitiva, era la voz de los dioses.

La religión, era la causa para vivir o morir, la justificación a un acto arbitrario, de invasión y conquista; o de aplacar las fuerzas. La evolución de la historia pone de manifiesto, también, que las guerras son una causa para que los ritos culturales y religiosos puedan también, ser absorbidos o asimilados, y evolucionados a otro nivel, en otra forma ritual distinta.

Con todo, pensamos que la religión, mediante sus ritos ha sido fundamental en la historia de la humanidad y ha propiciado cada uno de los cambios pacíficos o beligerantes que se han conocido en los miles de años de historia conocida.

2. DESARROLLO
En diversas lecturas y pasajes de la historia antigua, se describen las creencias religiosas de los Griegos y los Persas, sus oraciones e invocaciones, rituales y sacrificios, técnicas de adivinación, entre otras muchas. Por ejemplo, durante la narración del transcurso de las guerras médicas, Heródoto hace mención a todo tipo de prácticas religiosas por parte de ambas culturas: la construcción de un templo en Atenas dedicado al semidiós Pan, por su ayuda en la batalla de Maratón; Libaciones a Poseidón en Artemision; Las suntuosas exequias que dedica Jerjes al héroe Artaqueo tras su muerte en Acanto, etc.

Sin embargo lo anterior, los rituales y ceremonias religiosas que efectuaban ambas culturas, no necesariamente eran las mismas, y poseían algunas diferencias. La religión griega, era una religión fundamentalmente ritualista. Los antiguos griegos creían mucho en otra vida al igual que los egipcios. Para los griegos todo era una celebración, el nacimiento, la vida e inclusive hasta la muerte; Todas las ceremonias de muerte que fueron practicados por los griegos, estaban destinados a la otra vida.

Los griegos eran politeístas: rendían culto a varias divinidades. Estas divinidades, eran dioses antropomórficos provistos de atributos, como el rayo, tridente, arco y flechas, égidas, entre otras, que gozaban de poderes pletóricos, teniendo sectores de intervención, modos de acciones propias, poseedores de templos y dotados de mitos.

A diferencia de los griegos, los persas eran Henoteístas, según la cual reconocían la existencia de varios dioses, pero sólo uno de ellos es suficientemente digno de adoración por parte del fiel: Ahura Mazda (el “Sabio Señor”). Ahura Mazda domina el panteón persa, pero no es el único dios al que se le reconoce existencia. Su función es sobre todo ser el maestro supremo del mundo. Se le atribuye la creación del Cielo, la Tierra y los hombres.

Los persas no poseían templos religiosos, y no erigían estatuas dedicadas a sus dioses. De hecho, ninguna edificación del área persa ha sido claramente identificada hasta la fecha como los restos de un templo. Esto indica que, por lo tanto, una gran parte del culto persa se realizaba al aire libre.

Pero así como ambas culturas poseían diferencias en los temas religiosos, también compartían similitudes en ciertas creencias y maneras de aplicar los rituales y fiestas religiosas. Así por ejemplo, tanto los griegos como los persas, ofrecían y dedicaban sacrificios a sus dioses, así como también el enterrar a los muertos era un acto religioso importante. La mayor desgracia para los familiares de un difunto es que el cadáver no recibiera sepultura. En general, en todas las culturas mediterráneas antiguas, ese hecho era considerado calamitoso. En el relato bíblico, David y Goliat se amenazaron mutuamente con dejar insepulto el cadáver de su enemigo para que fuera devorado por las aves y las fieras.
Enfocando las ceremonias religiosas de ambas culturas, al ámbito militar, y específicamente en los días previos y posteriores a las batallas de guerra, se pueden encontrar innumerables relatos y descripciones de diferentes rituales religiosos que se realizaban con el objetivo de obtener la ayuda divina de los dioses, o simplemente por las creencias que se tenían.

Así como se mencionó, los sacrificios a los dioses constituyen uno de los aspectos fundamentales del culto, y por tanto de la religiosidad de ambos pueblos. En la Grecia antigua, se vislumbran sacrificios frente a diferentes situaciones, como pueden ser para agradecer a los dioses por las victorias obtenidas, como también antes de enfrentar una batalla de proporciones trascendentales.

En general, los griegos a lo largo de los tiempos antiguos ambientaron de diferentes maneras las ceremonias de sacrificios, pero en muchas de ellas tenían como eje común el ofrecer en muerte a cierta cantidad de animales, lo cual se condimentaba con certámenes gimnásticos y musicales. En estas ceremonias, se preparaba y vestía de manera especial a las víctimas, y los monarcas se vestían con guirnaldas y vestidos apropiados al ceremonial. Un dato importante en relatos de la época, es que la carne de las víctimas sacrificadas, era consumida por los soldados, teniendo en esta ocasión un carácter de banquete sagrado.

La cultura Persa, dedicaban sacrificios rituales a sus dioses antes de las batallas importantes, donde las víctimas son animales como caballos y toros, aunque también se visualizan ofrendas a las divinidades en grano, cerveza y vino. Los productos destinados a los sacrificios de guerra, eran entregados por el palacio. Los autores clásicos señalan el hecho de que los grandes sacrificios eran acompañados por grandes banquetes festivos. Es el rey el que siempre ocupa el lugar central en las grandes ceremonias religiosas, de las que es además el proveedor material.

Existía asimismo entre los persas el culto a los elementos naturales, de modo destacado el del Fuego, pero también el del Agua. La importancia del Fuego es puesta de relieve en primer lugar por los escritores griegos que describieron los cultos persas. El culto al fuego, el cual se realizaba al aire libre, se utilizó constantemente junto a las ceremonias de sacrificios ofrecidas a las divinidades antes de las batallas más importantes.

Según relatos de la antigüedad, Alejandro Magno antes de librar la batalla de Issos, en 333 a.C., subió a la cima de una elevada montaña y a la luz de gran cantidad de antorchas celebró sacrificios, según la costumbre de su pueblo, a los dioses tutelares de la región. El ritual consistió en una procesión de hombres con antorchas, según la costumbre persa. Los griegos y los romanos no tuvieron reparo alguno en adaptar e incorporar los dioses de los pueblos vencidos a sus propios panteones.

Lo anterior, genera la sospecha en cuanto a la gran importancia que significó para aquellos tiempos, el aprender a absorber y asimilar formas de rituales distintas a las de cada cultura en particular. Básicamente, si se considera que los procesos de conquista, involucran el adicionar al imperio a gente de otras culturas que poseen diferentes costumbres y creencias, necesariamente se requiere de poseer tolerancia en aceptar y unificar algunos tópicos, entre muchos otros como los rituales y ceremoniales religiosos.

Otro de los rituales previos a la guerra que se le asignaba gran importancia en ambas culturas de la antigüedad, corresponde a las creencias en las técnicas de adivinación, a la lectura de los sueños, a los presagios y vaticinios. Las aves eran con frecuencia objeto de interpretación. La consulta a los oráculos antes de las guerras, era un ritual importante para así obtener un acercamiento de la voz de los dioses.

Un caso paradigmático con los oráculos, es la consulta del rey lidio Creso para ayudarle a decidir si atacar o no al rey persa Ciro. La pitia contestó que si Creso atacaba a los persas, acabaría con un gran imperio. La conocida ambigüedad de los oráculos fue en este caso demoledora, pues el imperio que quedó destruido tras el ataque fue el de Lidia. Y es que el exceso de confianza en las facultades propias para interpretar los oráculos es una fuente de catástrofe similar a la desconfianza en ellos.

Otro ejemplo famoso, lo encontramos en aquel pasaje en que los atenienses preguntaron al dios de Delfos cómo defenderse ante la inminente amenaza persa. La pitia les devolvió un mensaje que hacía referencia a un “muro de madera” y los griegos, totalmente desorientados, salvaron sus vidas gracias a que el hábil Temístocles, “supo interpretar correctamente” el significado evitando una catastrofe: había que huir de Atenas, abandonar la ciudad y los campos, y concentrar todos los esfuerzos en una contienda naval, la gloriosa batalla de Salamina.

De los miles de peregrinos que durante milenios acudieron a consultar el oráculo, el más célebre fue sin duda Alejandro Magno, quien se presentó en el año 331 a. C.
Tras haber unificado los estados griegos, y liberado Egipto del dominio persa, el macedonio atravesó el desierto para consultar el oráculo. Formuló una sola pregunta: ¿Le sería dado el honor de conquistar el mundo?. Nadie salvo el interesado, escuchó la respuesta, aunque ésta debió de ser prometedora, pues al poco tiempo Alejandro se lanzó a una campaña militar desenfrenada en la que jamás perdió una batalla y que solo se detendría con su muerte ocho años después. Lo que sí pudo escuchar todo el mundo ese día fue como el dios Amón, por boca del oráculo, reconocía que Alejandro era hijo suyo, dándole así un aura divina y legitimándolo ante los egipcios en su papel de faraón.

Como se puede apreciar, los oráculos poseían un poder político magnificente por sobre un regente. Siendo aquel el pontifex entre Los Dioses y los hombres podían tanto errar y causar una catástrofe a un imperio; como también alimentar el apetito de un emperador mediante augurios propicios, profetizar aquello políticamente correcto, precisamente lo que el regente quería oir, como también ser objeto y parte de un ardid para destronar al rey. En la historia se ha desestimado permanentemente la función política de los sacerdotes, siendo éstos actores fundamentales del devenir en las grandes civilizaciones.

Respecto a rituales posteriores a las batallas de guerra entre griegos y persas, se visualizan dos ceremonias importantes: (a) Las correspondientes al culto a los muertos, y (b) los trofeos en conmemoración de las victorias.

(a) Culto a los Muertos

Enterrar a los muertos era un acto religioso para ambas culturas. El no hacerlo se castigaba duramente. Los navarcas atenienses vencedores en el combate naval de las islas Arginusas, en el 406 a.C., fueron condenados a muerte por no recoger los cadáveres del mar y darles sepultura, a pesar de que tal tarea era dificultosa por la tormenta.

Pese a su común herencia religiosa, los griegos siguieron diferentes rituales cuando se trataba de recoger y enterrar a sus muertos en batalla. En principio, lo habitual en la mayoría de las ciudades estado era enterrar los muertos en fosas comunes bajo túmulo (polyandria). Sin embargo, en Atenas era más normal trasladar los cadáveres a la tierra ancestral para enterrar los cuerpos individualmente, a cargo de cada familia, pero tras celebrar funerales de estado. En el imperio marítimo ateniense del siglo V, a veces fue incluso necesario cremar a los muertos en el campo de batalla y luego traer las cenizas por barco a Atenas en urnas etiquetadas. Cuando el traslado era imposible, al menos se procuraba llevarlos a un sitio donde fueran honrados.

Sin embargo, en determinadas circunstancias incluso los atenienses se ciñeron a los usos comunes de enterrar a los muertos en el propio campo de batalla, muestra de especial consideración y respeto. Un caso es el de 192 atenienses que murieron en el año 490 a. C. en la llanura de Maratón combatiendo a los persas, o los caídos en la batalla de Platea del año siguiente. Este honor inusitado se enmarca en las también excepcionales circunstancias de las Guerras Médicas.

Sin embargo, y en no pocos casos, a medida que pasó el tiempo y las guerras se hicieron más prolongadas, crueles y salvajes, en especial desde la guerra del Peloponeso a mediados del siglo V a. c., los cadáveres, en especial de los vencidos, quedaron insepultos y sus huesos blanquearon durante años los campos de matanza.

En general para ambas culturas, en los funerales el protagonismo era público, arrebatándolo al ámbito familiar. Para los griegos, el velatorio del cadáver duraba tres días en lugar de uno; El transporte del cadáver se realizaba en carro en lugar de en andas, y excepcionalmente se permitía a las mujeres unirse al cortejo profiriendo sus lamentaciones. El lugar de enterramiento de los caídos era un área específica y ennoblecida del cementerio.

El carácter público y no privado característico de esta ceremonia venía enfatizado por un discurso fúnebre formal pronunciado por un orador designado por la ciudad, que sea considerado hombre de no escasa inteligencia y que sobresalga por su reputación.

Todo lo anterior deja ver la importancia que se le daba al entierro de los caídos en batalla. Una de las mayores humillaciones que podía hacerse a un ejército derrotado, era negarle el derecho a recoger a sus muertos y darles sepultura. Cualquier combatiente griego tenía muy presentes los terribles versos de la llíada que narran las amenazas de Aquiles a Héctor, cuyo cadáver tratará luego con salvajismo: Nadie podrá apartar de tu cabeza a los perros, aunque me den diez o veinte veces el debido rescate... ni aún así la venerada madre que te dio a luz te pondrá en un lecho para llorarte, sino que los perros y las aves de rapiña destrozarán tu cuerpo y devorarán tus entrañas. Pero los mismos dioses se irritan ante tamaña impiedad, protegen el cuerpo de Héctor de los carroñeros y deciden que pueda por fin ser rescatado por Príamo y adecuadamente cremado y enterrado. La Ilíada concluye así, significativamente: Así se celebraron las honras fúnebres de Héctor, domador de caballos.

Tal tratamiento funerario según el relato del párrafo anterior, era propio de la cultura Persa. La crema de un cuerpo no era una muestra de barbarie como se predicaba en Atenas, sino que un ritual desarrollado bajo estricto rigor de la ley Divina, donde el cuerpo era una mera expresión exterior del espíritu, de la divinidad de Ahura Mazda.

Cabe destacar también la existencia de ciertos cánones diplomáticos respecto a los ritos funerarios posteriores a una batalla, donde ambos bandos se obligaban a permitir a su adversario el retiro de los cuerpos para su cremación o entierro, según fuera el caso. Existía además, una regla tacita que respetaba a cada bando una cantidad de días en que se preserva la paz para que se honrara debidamente a sus héroes. Aquello no era mandatorio, aunque si era una muestra del honor y dignidad de un verdadero líder.

(b) Conmemoración de Victorias

Respecto a las conmemoraciones de victorias, en el mundo antiguo las batallas fueron por lo general acontecimientos de corta duración, unos minutos, normalmente unas horas, rara vez dos días. Para que las hazañas realizadas en el campo de batalla llegaran a ser divulgadas y extendidas, para que se convirtieran en una forma de expresión de poder, había de ampliarse su marco temporal, difundiéndolas mediante la erección de monumentos o hitos que las conmemoraran, y mediante la celebración de ceremonias públicas.

Levantar un trofeo (tropaion) o un monumento conmemorativo en el terreno donde se había desarrollado la contienda, aportaba no sólo una evocación de la victoria, sino también de la batalla, convirtiendo el lugar del enfrentamiento en una suerte de espacio sagrado. Para los griegos, levantar el trofeo en el terreno de la batalla suponía no sólo un símbolo de la victoria, sino también un rito religioso bien establecido vinculado con la guerra agonal hoplita.

En la antigua Grecia existían dos tipos de tropaia. El trofeo de armas, el tronco de árbol con ropaje y armamento, que le dan un apariencia humana, que es sin duda el original tropaion heleno, cuyo origen debe remontarse al menos a la primera mitad del siglo V a. c., y el trofeo, que podemos denominar, permanente, construido en piedra o en bronce, que solía estar decorado con representaciones de armas enemigas, trofeos, y podía erigirse no sólo en el campo de batalla, sino también en santuarios y en terrenos fronterizos. Los restos más antiguos de este último tipo de tropaia pertenecen a las construcciones conmemorativas que se erigieron durante las guerras persas.

El término tropaion procede del vocablo griego tropel, es decir vuelta, por eso solía construirse en el lugar donde el enemigo se retiraba. Para algunos autores levantar un trofeo de armas en el campo de batalla podía tener un sentido mágico y profiláctico. En este sentido, el tropaion sería un receptáculo de una fuerza sobrenatural, benéfica durante el combate a la cual había que inmovilizar y neutralizar tras el cese de las hostilidades. Además, el tropaion era una dedicación a la divinidad, especialmente a Zeus Tropaios, el patrón de la victoria, cuyo culto pudo comenzar en el Ática tras las guerras persas, teniendo un especial desarrollo en el periodo helenístico.

3. CONCLUSIONES
Los rituales religiosos aparecen en la historia como una formalidad, una expresión exterior de formas divinas que el hombre a simbolizado en apariencias que, ante la sociedad muestran superficialmente solo una faceta teológica, espiritual, mistica y oculta para el profano. Un poder que su interior poseía facetas marcadamente políticas y administrativas, distintivas de lo que hoy se puede llamar como “ un poder del estado”.

Mediante aquellos ritos existía intrínsecamente una función consultiva por parte de un emperador, hacia un poder aristocrático como era la jerarquía sacerdotal. Aquello hoy podría ser llamado como una suerte de “ consejo de defensa del Estado”.

También los ritos, mediante su exteriorización a priori o posteriori, cumplia formalidades diplomáticas, un rol diplomático entre los diferentes reinos o culturas al ser las primeras, refundidas o absorbidas, adjuntando sus ritualidades, dioses, costumbres y fe, asimilándolas a las de aquel que conquista con la función de unificar las culturas y la sociedad. También cumplía un rol de agente diplomático, manteniendo la paz entre reinos mediante muestras de respeto a sus dioses, o causando la guerra mediante los mismos medios. Gran ejemplo y referente es Alejandro de Macedonia. Su historia es un breviario, una suma de todas las tecnicas llevadas a la máxima expresión.
Con todo, y por último, debemos destacar que éstos procedimientos político-religiosos han estado implícitos en toda la historia del mundo conocida y que el profano, el hombre común, ha servido y dado la vida en nombre de Dios, en muchos casos en vano, solo por codicia de unos pocos.

Espero haya sido de vuestro agrado.

A.F.



4. LISTA DE DOCUMENTOS DE INTERNET
• Religión de la Persa Aqueménida:
http://es.wikipedia.org/wiki/Religi%C3%B3n_de_la_Persia_Aquem%C3%A9nida

• Religión de la Antigua Grecia:
http://es.wikipedia.org/wiki/Religi%C3%B3n_de_la_Antigua_Grecia

• Antiguos Rituales de Muerte en Grecia:
http://www.historyking.com/Spanish/Ancient-Greece/Ancient-Greece-Death-Rituals.html

• Mesopotamia – Las Primeras Civilizaciones:
http://www.diomedes.com/hm_2.htm

• Las Tumbas Aqueménidas:
http://es.wikipedia.org/wiki/Naqsh-e_Rustam

• Guerras Médicas:
http://clio.rediris.es/clionet/articulos/grecia.htm

• Religión en Imperio Persa y Grecia Clásica:
http://www.culturaclasica.com/colaboraciones/RELIGION_IMPERIO_PERSA_GRECIA_CLASICA_HERODOTO.pdf

• Mitos y Creencias en Grecia:
http://www.suite101.net/content/mitos-en-grecia-a12541

• Sacrificios Religiosos en la Antigua Grecia:
http://es.wikipedia.org/wiki/Sacrificios_religiosos_de_la_Antigua_Grecia

• Arqueología de la Muerte en Grecia:
http://www.slideshare.net/Bezmiliana/arqueologia-de-la-muerte-en-grecia

• Imperio Medo Persa:
http://edgarh10.tripod.com/id25.html

• Mitología Persa:
http://es.wikipedia.org/wiki/Mitolog%C3%ADa_persa