Anécdotas, desvaríos y café

Day 4,636, 18:06 Published in Paraguay Paraguay by Jabbiii

Este artículo es solo porque me dieron ganas de contar una historia que me pasó hace ya unos años. Si estás leyendo gracias y espero que te diviertas. Si no estás leyendo ten cuidado con el fantasma de atrás.

La historia se desarrolla en una ciudad pequeña llamada Macas, a la que fui junto con una amiga a un campeonato de ajedrez. Habremos tenido unos 15 años.

Uno de los días de competencia, mientras íbamos en el taxi de camino al recinto donde esta se desarrollaba, vimos una pizzería que nos trajo gratos recuerdos, pues era la segunda vez que visitábamos esa ciudad y recordábamos que en la primera ocasión, en la que tendríamos unos 11 o 12 años, habíamos ido con nuestras madres y habíamos comido en dicha pizzería -muy buen sabor y buenas porciones, por cierto-. Había pasado poco tiempo desde que habíamos salido del hotel, por lo que supusimos que no quedaba demasiado lejos.

Una vez acabó la competencia de ese día volvimos al hotel y tomamos una ducha. Decidimos ir a buscar la pizzería por nuestra cuenta, pues la ciudad es bastante pequeña, "lo peor que puede pasar es que le demos toda la vuelta a la ciudad y volvamos al hotel" pensamos. Así que empezamos a caminar a eso de las 9 de la noche.

Al principio íbamos muy tranquilas, conversando de la vida y disfrutando el agradable tiempo que hacía, estaba bastante fresco. Íbamos despreocupadas y el tiempo se nos fue volando, para cuando revisamos el celular eran ya pasadas las 1😇0, pero pensamos que si ya habíamos caminado tanto tiempo lo mejor era seguir hasta terminar de dar la vuelta a la ciudad, pues esa era nuestra estrategia inicial.

Después de un tiempo había cada vez menos alumbrado y las calles empezaban a ser de tierra, pero nosotras seguimos caminando porque la verdad llegadas a ese punto no estábamos seguras de cuál era el camino de regreso. Nuestra sorpresa fue cuando después de un largo rato de caminar por tierra nos encontramos un letrero grande que decía "Gracias por visitar Macas, vuelva pronto". Obviamente nos preocupamos porque el plan nunca fue salir de la ciudad, así que no tuvimos más remedio que empezar a caminar de regreso... O lo que nosotras creíamos que era el camino de regreso.

Terminamos en un lugar de muchos callejones con poca luz y nada nos parecía familiar, pero no teníamos mucho que hacer, no teníamos a nadie a quien llamar que nos pudiese ayudar en ese momento. Después de otro rato de caminar empezamos a escuchar golpes detrás de nosotras, así que de reojo miré qué era lo que sucedía, era un sujeto encapuchado que tenía un palo e iba golpeando con él los postes de luz a medida que avanzaba. El miedo creció considerablemente pero correr sin rumbo y cansarnos en medio de la incertidumbre no parecía la mejor opción, así que decidimos simplemente mantener la distancia y que si el sujeto empezaba acercarse tendríamos que acelerar el paso para que no nos alcanzara. Por suerte la tensión no duró mucho, después de unos 10 minutos dejamos de escuchar golpes y cuando me giré a ver el tipo ya no estaba, así que volvimos a estar un poco más tranquilas.

Sin mucho más que pláticas entre colegas y la luna para romper la monotonía de aquella oscura caminata en medio de una ciudad que parecería abandonada, pudimos finalmente ver algo de luces. No sé cuánto más habremos estado caminando, pero lo que sí sabíamos era que teníamos que ir hacia las luces para tener la esperanza de encontrar civilización.

Resultó ser que era la zona de bares y las casas de las "amigas cariñosas", nuestro consuelo era que al menos habían taxis y podríamos tomar uno para volver al hotel, porque no podíamos recordar el nombre de la pizzería y lo único que queríamos era descansar después de esa tortuosa noche. Pero al parecer era una mala zona para querer tomar un taxi, nosotras nos acercábamos a cualquiera que estuviese detenido en alguna acera y le preguntábamos si estaba de servicio, a lo que todos respondían con otra pregunta: "Ustedes son mayores de edad?". Y ante nuestra negativa respuesta todos decían que no podían llevarnos. Pues no quedaba de otra, a seguir caminando...

Al menos aquella zona tenía una calle principal por la que empezamos a caminar con la esperanza de que nos llevara al centro de la ciudad, lugar del que sí podíamos orientarnos para volver al hotel. Después de un rato de caminar, !Logramos encontrar la pizzería! Nunca había sentido tanta alegría y hambre a la vez. Corrimos y entramos a tomar una mesa, una vez el mesero nos tomó el pedido revisamos la hora: era la 1 de la mañana. Pero no importaba, habíamos llegado a salvo y podíamos comer tranquilas.

La pizza estuvo especialmente buena, pasamos un lindo rato y pudimos recuperar la calma casi en su totalidad. Luego de pagar la cuenta caminamos hasta la puerta de la pizzería y, cansadas de caminar, decidimos quedarnos ahí hasta que un taxi pasara. Después de no mucho uno llegó y subimos, "hacia dónde, señoritas?" nos preguntó. "Hacia el hotel Heliconia, por favor".
La cara de sorpresa del taxista nos llamó la atención y le preguntamos si pasaba algo, a lo que él nos contestó que ese hotel estaba a menos de dos manzanas, que si estábamos seguras de querer gastar en taxi para ir hasta allá.
Nosotras, atónitas y sintiéndonos bastante tontas, solo le dijimos que sí, que no teníamos ganas de caminar. El señor taxista nos explicó que de todas formas debía cobrarnos la tarifa mínima y nosotras accedimos.
En efecto, unos segundos después de arrancar ya habíamos llegado, le agradecimos al taxista y entramos al hotel. Resulta que la pizzería estaba a la derecha desde la puerta del hotel, pero nosotras habíamos caminado hacia la izquierda.
Nos reímos bastante ya en la habitación y nos dormimos. Sin duda una anécdota para recordar.

Como consejo amigos: No se aventuren en ciudades desconocidas porque se pueden perder, y menos en la noche porque podrían tener más acompañantes que solo las estrellas.

Que tengan un buen día, tarde o noche según el momento en que estén leyendo esto. Un beso 😘