Día sexto del otoño.

Day 3,235, 07:07 Published in Cuba Spain by Evolet Riley




Soy como la lluvia
puedo calarte,
pero sólo si no estás
demasiado protegido.



Llueve con demasiada intensidad. En los cristales de mi ventana veo como las gotas de agua hacen una carrera para saber cuál de todas es la ganadora.
Llueve y no parece que vaya a cesar. Como el frío que entra del noroeste, como el que cubre e hiela el corazón.

Me he tropezado , me he vuelto a caer. La llovizna me caía sobre los hombros, mojando así mi pelo castaño , el cual faltaba ser teñido de rojo.
He de reconocer que la caída me ha vuelto fuerte. Me ha vuelto fuerte y débil a la vez.

Llueve. No para. Intensa. Las nubes lloran y siento tal apogeo en mi pecho, entre seno y seno ,capa y espada, que las entrañas de mi ser me arden. Fuego helado.

Parece que las lágrimas quieren salir y emanar como las aguas de los acantilados. Pero no. Soy fuerte. Heridas de guerra, de caídas, de torpeza y nada más. Soy mi propia guerrera, mi sacerdotisa, mi ángel de la guarda.

Las nubes no dejan de llorar... ¿Tan mal se encuentran? Solas se hallan. La soledad les embriaga.

Pero yo no estoy sola. No. Me tengo a mí y a mi mayor refugio, las letras.

Albergo esperanza y un corazón que, cuando quiere, es sincero.

Olvido. Soy torpe y me he caído. Jamás me rendiré, claro está. Volveré a contar los pasos largos que he conseguido avanzar en mi pequeña trayectoria, la vida.



Llueve y me relaja. Llueve con poca intensidad porque va a escampar. Pequeñas gotas se marcan en mi rostro ,aún aniñado, resbalándose por mis mejillas. La ventana está abierta a la espera de que el frío otoñal y el olor petricolor me acunen en un sin vivir.

A la vuelta de tu llegada, a la espera de que me sostengas y decidas

[helarme.

Quedarte.

Arroparme.

Está lloviendo y danzo con la lluvia para que así mañana vuelvan a caer las hojas que se postran bajo al cerezo.

Me he tropezado , me he vuelto a caer. La llovizna me caía sobre los hombros, mojando así mi pelo castaño , el cual faltaba ser teñido de rojo.

He de reconocer que la caída me ha vuelto fuerte. Me ha vuelto fuerte y débil a la vez.