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Es lo primero que aprendí. Como provocar y aguantar el dolor. Fuiste tú. Fui tu principal aprendiz. Tú me enseñaste a provocar el dolor que hoy me corroe por dentro. Cuando me encontraste en aquella esquina, en mi estúpida embriaguez creí en tus palabras.
Creí que me ayudarías. Creí que darías sentido a mi dolor y me enseñarías a mitigarlo. No solo no lo hiciste, sino que me hipnotizaste con tus golosas palabras y me obligaste a pasárselo a otros, a canalizarlo. No digo que eso me ayudó al principio, pero solo duró unos segundos. Después volvió en una fuerza mayor aún.

Ahora estoy delante de este puesto de guardia, preparándome para la lucha, para, según tú, mi obligación. MATAR. Matar a cuantos mas mejor. Da igual lo mucho que intente resistirme. Me has puesto en las manos un arma, y quieres que los mate.

Encima, me has dado una defensa que me hiere aún más que me salva. Me has hecho invulnerable. No puedo MORIR. Solo puedo cansarme. Pero debo volver a la lucha cuanto antes. Veo que hay algunos que les gusta, incluso hacen gestos de alegría, como ese chico de veinti-pocos años, calculo que acaba de entrar en la flor de la vida. Ese momento que los mayores llaman “D2”.
He visto algún D1 mareado, aturdido, incluso débil, si es joven, pero tú los levantas, como hiciste conmigo. Les das falsas promesas, y les regalas armas para el principio. Pero después los dejas a su suerte. Como a mí. Me has dejado solo pero atado. No puedo hacer nada mas que LUCHAR.

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— ¡He pabman! — Me llama una voz a mi espalda.
Me giro y veo a Jervaj y a KueRVo que me saludan.
— ¿También vais hacia Colombia? — Le pregunto cuando veo que tienen una maleta cada uno.
— Si, en busca de una última BH. ¿Qué haces ahí parado? — Me responde Jervaj.
— Pensando.
— Ya, por eso te quitan tantas BH’s… Muévete o te apartaré yo. — Me dice riendo KueRVo.

Antes de subir al avión, debo demostrar que no llevo nada peligroso. Ironías de la vida. Nos dejan llevar armas pero no más identificaciones que las nuestras.

Veo desde lejos como algunos novatillos se suben al otro avión, entre ellos, algunos de mis conocidos en el gimnasio, ese sitio donde nos enseñan a ser crueles y a MATAR, donde nos dan armas y comida, donde nos inculcan que nos han salvado la vida. Lo malo, es que a algunos de esos les he enseñado yo a MATAR, les he repartido yo esas armas y esa comida, en un intento por acercarme a ti.
Pero vamos a lo que vamos. Subo al avión y me dirijo a mi asiento, donde saco mi periódico y recuerdo aquellas entrevistas de cuando era un novatillo. Recuerdo a Grindtrsut y Zinydiel, a Argens y su polémica dimisión, el renacimiento de KueRVo,… También recuerdo aquel momento en que descubrí la corrupción del congreso (no sin la ayuda de mis amigos, por supuesto), y las posteriores entrevistas a Fermusita y kekos00.
Se me ha pasado el tiempo volando, literalmente, y ya estoy en las costas colombianas, defendiendo una plaza fuerte indefendible, con mi tanque Q7 entre las manos y viendo como me pasan bazokazos por encima de la cabeza.
Sonrío al ver como Jervaj tira muchos mas bazucas que ellos, mientras Espaugyl se mueve tras la líneas enemigas para ver publicado su artículo.
Justo cuando parece que estoy a punto de tirar al sitio correcto mi cohete recién construido, un aerodeslizador baja al centro del campo de batalla y anuncia nuestra victoria. Otra más. Pero como siempre, debo volver a mi casa. Mañana será otro día, otra oportunidad para quejarme, para rebelarme, para ser castigado…