Join the new world

Con cierto desasosiego, he de confesar, tuve ocasión de contemplar ayer el que parece ser uno de los grandes eventos del año, la Gala eRepublicana. La sorpresa, por tanto, no fue tan grande.

Por esta gala han tenido el (dudoso) honor de desfilar las más "distinguidas" personalidades de la sociedad española, haciendo alarde de sus mejores galas, que para eso era la ocasión.

Una vez más, los representantes de la nación se rebajan a una suerte de concurso con el fin de demostrar quien es el más hortera. Desde un Presidente del Gobierno que cualquier día es capaz de desatar un desastre con ese maquillaje que lleva, pasando por un señor ex presidente amigo de los pulpos, por no mencionar seres amarillos protocalvos (no tenemos nada en contra de los calvos) aficionados a filosofar (filosofía algo floja, nada extraño en un modernista), pasando por simios, ovejas, tortugas, y un gato, considerado a sí mismo, y por muchos, como Rey. Caballeros, un gato jamás podrá ser Rey, salvo de una casa, pero no de esa casa llamada España.

A estos horteras, sumamos algunos anglómanos aficionados a ese producto de novela barata y mala producida por un useño con gran afición a la comida y a vestir una suerte de sombrero muy parecido al que pudiera llevar Mao (para que luego digan que un servidor no es ecuánime. No se libra nadie del arco parlamentario).

La Patria merece representantes a su altura, personas con clase y empaque. Personajes que, imbuídos de ese estilo clásico, elegante y soberbio, propio de la España de finales de siglo (dieciocho) y principios de siglo (diecinueve) sepan representarla de forma adecuada, sin recurrir a barbarismos, ni estridencias.