Usted da el perfil

Day 825, 21:26 Published in Argentina Spain by Rosarino74Lay

Estaba en el horno. Frito y ahorcado. Hasta perseguido. No por cuestiones políticas, por deudas de juego nomás. Un puto que me prestaba y otro puto que me dejaba jugar. Había visa libre a Estados Unidos. Así que le pedí plata al puto prestamista, fui a lo del puto que organizaba el poker y lo cagué degollando. Me subí a un avión y me bajé en Miami con ciento cincuenta dólares. Primero me enganché de valet parking, laburando para un cubano. Pero me cagó mal. No me pagó. Ilegal. No hay lola. Por suerte conseguí otro laburo, en una compañía de cable. Descolgaba enganchados. Para ellos es trabajo sucio. Algo de razón tienen. Hay cada nene morocho falopeado hasta el culo que mejor cortar y rajar. La lacra. Por suerte ahí me pagaban, y no tan mal. Lo suficiente como para vivir, ahorrar un par de verdes, contactarse con los chicos malos y hacerle volar el auto a la mierda al cubano (con él adentro, lástima los nenes).
Pero de la green card ni hablar. Hasta que me metí en la US Army. Ahí sí podía pensar en la ciudadanía. Unos años de servicio a la Madre Patria y a gozar. Me alisté, estuve un par de años como aspirante a infante de marina. Y eso que en la reputa vida me había subido a un barco. En ese entonces ví el cartel. Buscaban aspirantes para un cuerpo de élite. Dos años de instrucción intensiva, uno en continente y el otro offshore. Buenísima paga, retiro con grado, sueldo de por vida y ciudadanía all-inclusive. Negocio redondo. Me anoté. A la semana me citaron en una oficina. "Usted da el perfil", me dijeron. Agradecí.
Empezó el entrenamiento, en los bañados de La Florida. Un asco de bichos. Para colmo, cuando me citan para entregarme el equipo, me dan también un cachorro. Un perro de mierda, un ovejero alemán de tres meses. Pregunté qué tenía que hacer con el perro. Me contestaron "Clean his shit, train him and learn about loyality from him". Me dieron un librito para entrenarlo.
Y bueno, tuve que cuidarlo y limpiarle la mierda. Le puse Rebolledo. Era el apellido del cubano del orto.
Ese año fue durísimo. Táctica de guerrillas, entrenamiento físico a full, supervivencia. Todo con Rebolledo al lado. Por suerte aprendía rápido. Rápido también pasó el primer año. Offshore, pensé. A tomar sol a una isla del Caribe. Mierda con el sol, pocas cosas me jodieron tanto la vida como el reputo sol del Caribe.
Me subieron a un helicóptero y me dejaron en un islote vírgen con el perro, un kit básico de supervivencia y un equipo de comunicaciones que no podía usar a menos que me llamaran ellos.
Juntar leña, hacer fuego, cazar algo, pescar otro poco a lanza, bajar cocos y dátiles. Rebolledo aprendió a marcarme los peces. Cosa rara, un perro pescador.
Una bruta rutina de ejercicios físicos. No podía zafar, estaba vigilado por satélite. La tenía que hacer en la playa, todos los días a la misma hora. Después dos vueltas al islote trotando, Rebolledo a mi lado, ladrando y jugando. Ahí me terminó de comprar el guacho.
Empezaron las comunicaciones. Los muy putos sabían todo. Sabían lo de mi huída de Baires, del puto que degollé, del Rebolledo original. De mi ex esposa, de mi divorcio por "marido golpeador", de mi alcoholismo. Todos los días la misma tortura. La carne quemada hasta los huesos no me dolía tanto como el repaso diario de mi pasado.
Empezaron las "misiones". Cierto tiempo para cierta tarea. Llamadas de madrugada para cavar trincheras, para derribar una palmera a machetazos, con cuenta regresiva en voz alta. Me veían, me veían todo el tiempo. Casi lo logran, casi me vuelvo loco.
"Usted da el perfil". Ahora entiendo el sentido de la frase. Hace media hora llamaron otra vez. Me dijeron que había terminado mi período de entrenamiento. Que sólo me faltaba una misión. Recordé las tres palabras mientras veía bajar al helicóptero y terminaba de limpiar el machete. “Kill the dog”, sonó en la radio.


Fin