Crónicas de guerra

Day 1,698, 17:27 Published in Colombia Argentina by Maximo Sierra


Por: Máximo Sierra | 7:32 p.m. | 14 de Julio del 2012
Día 1,698 del Nuevo mundo

Quizá te disponías a cumplir tu Orden diaria, quizá solo a buscar un tema de interés y departir un rato con tus ecompatriotas; pero ¡oh, sorpresa! Bien pronto notaste que estábamos siendo diezmados por un ejército venezolano irreconocible para nosotros. Y digo irreconocible porque en nuestro imaginario colectivo reposaba claramente la imagen de unas fuerzas militares venezolanas débiles, volátiles, pasionales y nada más, pero en cambio las de estos últimos días lucen imbatibles, feroces, constantes y avasallantes; como si nuestra peor pesadilla se hubiese hecho realidad; como si nuestras fuerzas hubiesen sido robadas de golpe y la claridad de nuestras acciones, tan demostradas en la última guerra con indonesia por retomar el control de nuestro territorio, hubiese sido destrozada con el disparo de una de las miles de bazookas que en un par de días ya han sido utilizadas por ese ejercito que en la retina colombiana salió de la nada para quitarnos todo.

Es así como el otrora orgullo y altivez colombianos se van reduciendo conforme cae hacia nosotros el fatídico muro de cada batalla. Y es cuando empezamos a recapacitar nos damos cuenta de que las cosas pasan porque tienen una causa de ser y no por pura casualidad. Nos olvidamos que los hechos de la vida (y de la e-vida) no son producto del azar sino fruto de nuestras decisiones y recordamos entonces que las grandes decisiones no pueden tomarse a la ligera ni al calor del triunfalismo; y que una confrontación a gran escala requiere unidad interna y no divisiones de criterio y por intereses personales que florecen en los campos políticos. Y nos fuimos a guerra convencidos de que todo sería fácil y que pronto estaríamos en una fiesta nacional repartiéndonos los bonos petroleros y frutícolas que emanarían de la riqueza natural venezolana. Que despiadada es la realidad, aun en lo virtual, pues ahora estamos dejando literalmente todo lo que tenemos en el campo de batalla para no perder lo que con tanto esfuerzo hace poco recuperamos. Y nos vimos perdidos, y vimos a un IGMO87, a un Warzilla, a un Pablohonorato luchando con pundonor e hidalguía por lograr cualquier punto en lo que siempre fue una carnicería humana, y junto a ellos, un puñado de ecolombianos que se debatían entre el deber, el honor y, aceptémoslo, la desesperación. Los tanques retumbaban como truenos en el horizonte, miles de bazookas manchaban de tristeza nuestra amada bandera; y fue así como revivió de entre pedazos de historia esa frase que reza nuestro amado y respetado himno “del Orinoco el cauce se colma de despojos; de sangre y llanto un río se mira allí correr”… nos quitaban ahora la Orinoquía.

“Es sólo un juego”, dijo alguien entonces al ver quizá tanto dolor por la derrota y con el ánimo, tal vez, de dejar un aliciente en medio de tanta tristeza e impotencia. Pero no, no es sólo un juego, aunque técnicamente lo sea. Es que si juegas puedes ganar o perder, es la filosofía de todo juego. Pero cuando pierdes por tus propios errores, por falta de preparación, porque no previste unas consecuencias probables y no tan difíciles de imaginar, cuando pierdes por descoordinación, porque a tu presidente parece importarle un inmaculado comino la suerte del país y sobre todo cuando nos toca esa terrible sentencia del filosofo Esquines, “la derrota en la guerra no es el mayor de los males, salvo cuando la inflige un enemigo indigno” entonces todo es más difícil de aceptar y tu razón asume que hay formas de perder pero no así, no de esta forma, no frente a ese rival. Entonces no es sólo un juego… es la forma como YO asumo los retos y tomo MIS decisiones. Y no nos digamos mentiras, todos ustedes lo saben: nuestro enemigo no es digno de vencernos como lo hace y digo esto no porque sea nuestro enemigo sino por la larga lista de precedentes de traiciones geopolíticas recientes y no tan recientes y por simple análisis estadístico de uno y otro país.

Pero es aquí cuando termina la crónica y comienza la personalidad de un ganador, como lo eres tú y como lo soy yo. Porque cuando más oscurece es porque pronto amanecerá y dicen nuestros “viejos” y experimentados coterráneos que “de peores situaciones hemos salido vencedores”; ¿por qué entonces ahora no va a ser así?. Si algo nos caracteriza es el amor por eColombia y por Colombia, y ese inquebrantable sentido de lealtad y del deber con la patria; porque admitámoslo, Colbushi, tu y yo, y la gran mayoría de los ecolombianos darían cualquier cosa por defender lo que la tierra nos ha dado, y por defender la tierra misma, porque ella nos define. Esa es la causa de Strinkerii, de JulioForce, de Heiberth, de Dark Arkantos, de Ingeniero Dick y de todos y cada uno de ustedes, mis comptriotas.



Entendamos y no dejemos de lado que ni la revolución ni la guerra consisten en autocompadecerse. Que no es momento de culpables, de chivos expiatorios ni de determinar responsabilidades, para ello habrá momento oportuno y determinaciones respectivas. Ahora es el momento de limpiarnos las heridas, de levantarnos, de sacudir el polvo de nuestro uniforme y de empuñar nuestra mayor arma: el inquebrantable orgullo colombiano que nos caracteriza dondequiera estemos.

Levantemos nuestro ánimo y miremos hacia adelante, porque no hay cincuenta maneras de combatir… sólo hay una… ¡vencer!