[2/9][RELATO-VKR-ErĂ³tico] ALFA

Day 5,370, 10:44 Published in Spain Australia by Avutardo


Hace mucho que fuí por primera vez a aquel antro, con intención de hacer un poco de periodismo de investigación. Tenía que volver en algún momento.

Los carteles no han cambiado desde entonces. Nuevas reimpresiones se pegan encima de las descoloridas copias que cubren la fachada, un collage de figuras curvas y colores brillantes y desgastados. El gorila de la puerta es mero atrezzo. La entrada es gratuita, participar en el espectáculo, no.

Discretamente, activo el inhibidor hormonal. Sé lo que va a pasar, porque es el mismo espectáculo de siempre, y me niego a que los difusores químicos del escenario me empujen a participar. El viejo espectáculo, el gran éxito, el puto misterio que hace funcionar todo. Este antro mantiene el mundo vivo.

Recuerdo ver la sala mucho más abarrotada en otros tiempos. Enciendo un cigarro para enmascarar el olor a sudor escrotal y ansiedad. Por un momento dudo si, por fin, el puto antro está de capa caída.

Y cuando me estoy preguntando esa gilipollez, Lana sale al escenario.

Andares felinos, un pie justo delante del otro, caderas moviéndose sinuosamente, con la cadencia exacta, el movimiento perfecto para enloquecer a cualquiera. Años repitiendo el show han perfeccionado su reclamo. No es espectacular. No es exótico. En cierta manera, es básico. Simple. Directo.

Baila desapasionadamente, dibujando la línea de sus turgencias con la punta de los dedos. Las miradas de la concurrencia siguen el movimiento de los dedos con fijación obsesiva. Alguno se relame. Otros empiezan a acariciarse a sí mismos.

Lana se arrodilla en el escenario, y gatea hacia el silencioso público, que aguanta la respiración como forma burda de asfixia erótica. Entonces lanza esa mirada por la que todos están aquí. Esa mirada inocente y morbosa, que pide protección y autoridad. Dominio.

Un tipo del público lanza un fajo de billetes, y sube al escenario. Es alto, fornido, apuesto. La mandíbula cuadrada, los ojos acerados. Pelo negro azabache, manos delgadas y fuertes. Desprende éxito y potencia.

Está de pie, delante de Lana, aún arrodillada. Con la mano izquierda, coge su cuello, en un movimiento delicado pero firme. La levanta hasta ponerla de puntillas. Lana gime. El público murmura. Lana no dice nada, sólo le mira… pero la mirada dice todo. La mirada le pide todo.

Él coge con la mano derecha el tirante del vestido de ella. Silencio. Todos anticipan el tirón que la desnude, con cierta desesperación enfermiza. Desean.

Una mano fuerte sujeta el brazo derecho de él. Alguien más del público ha subido al escenario. A sus pies, un fajo de billetes aún mayor le autoriza a pisar las tablas. Es otro espécimen similar, fuerte, alto, poderoso. Disputa la posición dominante. Pero sólo puede haber un alfa.

La atención del primero se centra en el segundo, y ambos se quitan las camisas, mostrando torsos cincelados por años de entrenamientos privados. Forcejean. Cuando uno parece caer, lanza un fajo de billetes para recuperar el aliento. Y viceversa.

Sus cuerpos musculosos, lubricados por el sudor, se entrelazan. Los billetes cubren el escenario. El público se deja llevar y jalea. Esperan coordinar su orgasmo con el momento en el que el Alfa se imponga, como muestra de respeto y sumisión al vencedor, el Dominador.

Miro a la auténtica Alfa recoger los billetes, ignorando a sus dos sumisos que pelean encarnizadamente por ella. Por fingir ser lo que no son.

Y por un momento, la mirada de Lana se cruza con la mía. Y me alegro de tener el inhibidor, y de no ansiar la atención de una Ama tan cruel.