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Jamás conocí a Sebastián Ramírez. Sólo supe de él a través de la noticia trágica de su muerte.

Podría ser una estadística más, sólo un número que quizás no cambie nada en el mundo real, el cual seguirá girando insensible, absurdo e impredecible.

Pero podría ser algo más que eso sólo si los hechos nos golpean tanto que logren cambiar algo. Sólo así Sebastián no será olvidado del todo.

Podemos pensar, hablar u opinar, pero finalmente somos lo que hacemos.

Que en paz descanses Sebastián, y que en cambio nosotros no descansemos en el olvido.