Diego

Day 4,754, 16:30 Published in Argentina Argentina by Pescaman

No se porqué me acordé de erepublik. Menos como recordé la contraseña.

Será que con eso que llaman la edad uno empieza a vivir de recuerdos, los que vienen y van como las ilusiones y como la vida misma, hasta que de pronto te encuentras con alguno inesperado.

Puede ser eso, pero puede ser también porque Diego ha muerto.

Y debo partir confesando que primero me invadió la indignación, no con él, no con quienes lo lloran, sino con quienes profitaron y profitan con su figura a fuerza de escarbar en su vida, en sus grandezas y pequeñeces, a empeño de exhibir como una rareza escandalosa lo que a todos nos hace humanos: nuestras debilidades, faltas y grandezas.

Sí, puede que eso haya sido lo que me indignó, pero para ser más preciso fue que he visto a demasiados marcharse en este último tiempo y se en carne propia lo que es cargar esa cruz que no te abandona noche y día, mientras se quiebra lo único que realmente quieres: que nadie más nos deje. Y claro, todos ellos y ellas partieron sin que hayan tenido la repercusión mediática que ahora llena los bolsillos, de likes y de me gusta toda la parafernalia que conforma el pequeño infierno que nos esforzamos en construir. Parece injusto, pero tal vez es al revés, es completamente justo, pues la exposición es una maldición y lo injusto lo cargó precisamente Diego.

Puede ser eso, pero puede ser también porque Diego no ha muerto.

Y tal vez nadie realmente muere cuando encuentra una motivación, un algo, un propósito que lo lleva a hacer de este mundo algo distinto, ojalá mejor, que aquel que conocimos cuando llegamos a él.

Tal cual. Es que algunos descubren vacunas, otros tienen hijos, hay quienes plantan árboles, escriben libros, hacen amigos o encuentran parejas incluso en lugares tan improbables como éste. Y está también Diego, un personaje, un mito que toca la fibra emocional de un pueblo, un regalo estético en la cancha de fútbol, ese lugar que te puede llevar a cualquier lado, como la vida misma, excepto si logras estar a la altura de un 10 y vivir la fantasía, aunque sea por un destello efímero, de manejar los hilos y el destino de tu vida.

Esa es la fantasía se ha marchado con él.

Es que recuerden, no lloramos realmente a los que se marchan. LLoramos por el vacío que dejan en nosotros, lloramos por nosotros mismos.

Buen viaje Diego.

Un abrazo, amig@s