RANGONEITORRRR

Day 2,859, 14:09 Published in Spain USA by maximovale
¡¡RANGONEITOR!!

PRIMERA PARTE: BIENVENIDO AL POLVO


El polvo se pegaba en el rostro sudoroso y congestionado. Cruzar un desierto no es pequeña proeza, y si no que levanten el ratón aquellos de los que leéis si habéis cruzado alguno. Os ayudo a imaginarlo: es aridez, por tanto es falta de humedad, o lo que es lo mismo, es garganta seca, labios agrietados, espalda sudorosa, pelo blanquecino por el polvo omnipresente, cantimploras que oscilan colgadas sin saberse muy bien por qué, porque deberían haberse abandonado muchos kilómetros atrás, varios días ya; todo son piedras y calor y sol perpetuo y escorpiones. Desolación. Desesperanza. Promesa de muerte cierta.
El suyo era ya un caminar desesperado. Todo perdido. Nada que ganar, excepto un descanso sin fin. Trastabillaba.
Y entonces lo vio, brumoso, entre el espejismo y la duda ilusionada. Sí, podría ser. Allí estaba.



Polvo.
Más polvo.
Bienvenida al polvo.
Y él no se hacía ilusiones sobre qué tipo de polvo habría en un pueblo de un desierto. Más de lo mismo. Más del que llevaba en las botas y en el gaznate. Pero pueblo, al fin y al cabo. Y agua. Y fuerza.



Silencio en la calle solitaria. Un gozne oxidado chirriaba en algún lugar. La brisa hacía gemir el letrero desvencijado del barbero. Esperaba ver aparecer a Clint desde cualquier esquina, pero no salió. Siguió caminando. Sólo aire empujando contra ventanas y jugando con remolinos de…, sí, de arena… Y entonces oyó el murmullo. Una risa y un grito que se cortó en seco –(¿cómo si no se corta un grito en un desierto tan árido, si no es en seco? Si fuera Galicia no te digo yo que no fuera en húmedo…)-. Bruscamente. Silencio de nuevo y óxido sonoro de letreros eternamente parlantes. Pero supo de dónde había venido y caminó inquieto hacia allá.

SEGUNDA PARTE: EL SALOON.



Sin fuerzas apenas y sin apenas valentía, a duras penas empujó la hoja derecha de la puerta que se movió penosamente hacia adentro. (¿Qué qué puerta? ¡Pues cuál va a ser!, ¡la puerta de vaivén, esa puñetera puerta de las cantinas del oeste, hombre!) Sus ojos tardaron en acostumbrarse a la oscuridad, pero antes de hacerlo vislumbró el silencio y la tensión. Se mascaba el peligro. Pero ya no había vuelta atrás. Supo de inmediato que si se marchaba como le gritaban todas las células de su cuerpo sería rápidamente agujereado como un colador. Nadie huye delante de una jauría. Debía caminar con seguridad. Sin mostrar el menor atisbo de la inseguridad, ¡qué digo!, del pánico que subía adrenaliando por la espina dorsal. Clac, clac. Solo el sonido del tacón de sus polvorientas botas sobre el suelo de madera crujiente y agrietado se escuchaba en esos larguísimos segundos hasta la barra.

Tras ella, un bigote pringoso con voz ronca espetó, rompiendo el silencio: “¿Qué le pongo?” Y sin esperar respuesta añadió: “solo tengo zumo de RAW y güiski Dave”.

-“err.. estooo”- sabía que su vida dependía de sus primeras palabras, de sus primeros movimientos, de su primera impresión. Descargó impetuoso un puñetazo en la barra y exigió con energía-“¡póngame un Dave-Cola!” Y girándose rápidamente hacia el nutrido grupo que se le acercaba amenazante, añadió: “¡Yo me desayuno un Davecoli cada mañana!”



-“¡¡¡Ohhh!!!”- El grupo detuvo bruscamente su avance y se detuvo. Algunos comenzaron lentamente a retroceder. Empezaba nuestro viajero a relajar su tensión acumulada, y a aflojar los músculos del cuello, cuando se acercó un terrible PortuAvenger…



Era gélida su mirada y fiero el gesto cuando se detuvo frente a ese descarado extranjero de tierra extraña, sucio, polvoriento y apenas vivo.

-“¿Tú te desayunas un davecoli, enano…?” alargó el sonido de la última palabra, que salió lenta y despreciativamente de su boca maloliente y apestando a sangre aún roja y licuada… “Yo gano bhs mientras bostezo, enano, y nadie se atreve a quitarme mi sitio de la barra”.

Antes de terminar de decirlo el viajero amagó con retroceder y cederle ese disputado espacio. Pero se le trabó la bota ajada entre la escupidera y la barra posapiés y quedó momentáneamente inmovilizado. No se movió, por tanto. La tensión se incrementó en una fracción de segundo y pareció que el salón iba a arder de tan inflamable situación. Ya sólo quedaba morir. Todo al final terminaba aquí, se dijo. –“¡Pero qué narices”,- pensó para sus adentros!- “provengo de una raza guerrera del norte y a mí no me tose nadie y si voy a morir será mirándole a los ojos y no retrocediendo y de espaldas”. Y sin saber cómo, se oyó a sí mismo gritarle mientras gotitas de güiski Dave salpicaban el rostro de su agresor:

-“pues tu sitio ya no es tu sitio y esta barra estará ocupada mientras.. (“mientras no pueda sacarme la puñetera bota de su trampa”, no hombre, eso no lo dijo, pero no paraba de forcejear con el pie para liberarse…) mientras no me venzas en una Guerrilla Fight”.

Sólo se oyó el silencio roto por el golpe seco de uno de los presentes que caía desmayado ante tanta osadía. Se podía cortar con navaja mellada la densidad del aire. Y antes de que el PortuAvenger tuviera tiempo de adelantarse, o de zafarse del guante lanzado en público con alguna fanfarronada que arrancase una carcajada de la concurrencia e hiciera más imposible aún su situación, forzó el reto lanzándose suicida hacia adelante: -“es más, para que veas que soy justo, vamos a equilibrar el combate. Permito que tus balas hagan más daño que las mías, uses el arma que uses”?

-”¿Cómo dices”?- contesto, perplejo.

Y no queriendo responder a la auténtica intención de esa pregunta, continuó su provocación: --“que seas tú bonus +2 y yo bonus 0, eso digo”.



TERCERA PARTE: EL DUELO


Y para hacer corto lo largo, entre un revuelo de personas siguiéndoles nerviosas, caminaron ambos hacia el exterior y tomaron posiciones en la explanada de entrada.




El resto es historia. Es leyenda. Avanzó y retrocedió, recibió disparos y esquivo muchos otros, golpeó sin remordimientos y desconcertó a su rival. Lo desesperó. Le arrancó cartuchos y granadas que no fueron más que fuego de artificio, mientras él jugaba un baile que sólo pocos sabían bailar. Al cabo, de rodillas y con los ojos inyectados en rabia y desesperación, se dobló el cuerpo de su rival, dejó caer el arma al mullido suelo polvoriento, perdió el sentido y cayó a plomo de bruces contra su sombra que se acercó a una velocidad de vértigo. Y allí permaneció sin conciencia hasta la caída de la tarde.

Y mientras seguía desvanecido, todos alzaron en hombros al vencedor y lo llevaron de vuelta al salón y le animaron a contar sus hazañas y le invitaron a copas, una detrás de otra, davecoli tras davecoli… hasta que no quedó más y el brebaje de RAW empezó a correr por las gargantas hasta el alba.

-“Y esto que me habéis visto hacer ya lo he hecho decenas de veces”. Soy un bonus cero por avatares del destino, pero no me rindo porque desconozco el temor y siempre avanzo. ¿Qué es un +1? Puaj, con que le haga fallar una vez desconcertándole, ya le he superado toda la victoria que pudiera tener sobre mí, y eso es fácil si se sabe bailar como yo bailo. ¿Y qué es un bonus +2? No es otra cosa que un bonus +1 más confiado.

Antes de que se escriba el duelo de hoy, ya habré vencido en más ocasiones que las que haya sido derrotado. El doble de veces no me es suficiente, voy a más, tres, cinco veces más victorias que derrotas. Habrá muchos que tengan records de victorias, sin duda, pero dudo que los haya con tantas siendo un bonus cero como yo. Y reto a los bonus +1 a que superen mi ritmo de crecimiento. Yo soy LEYENDA”

Y un tímido lugareño embelesado le preguntó, sorprendido de su atrevimiento, balbuceante: -“y..y..y..¿cócócomo os llamáis, guerrero…??





De nuevo un silencio. Todos abrieron los ojos y concentraron su atención. Y el viajero, que por cierto le llamaban Simón antes de entrar en el desierto, se tomó su tiempo, ladeó la cabeza, escupió tabaco que acertó directamente en el centro de la escupidera, respiró profundamente, amplió el tórax, miró con indiferencia fingida el techo desvencijado y finalmente exhaló:


-“Tu puedes llamarme SIMONEITOR, buen hombre.



EPÍLOGO.


No es bueno que dejemos deslizar los créditos sobre un atardecer en el pueblo de Dirt, un pueblo de esperanza recobrada. Se puede, desde luego. O podría ser con naradores que nos cuentan la historia, como así:



Pero no hay historia que se digne si no hay, al cabo, lo que siempre ha de haber. De modo que así acabamos.







¡¡Uiss, que mequivocao!!

Esto sí:





Y este mejor, que es correspondido:





Besitos a todos...