Mil denarios

Day 2,439, 03:31 Published in Spain Spain by Debhon

— A ver… no es que no quiera, pero me da en el bigote que esto no es una buena idea.

Los cuatro aventureros permanecían de pie mirando la entrada a la terrorífica cueva donde dormía el dragón. No se veía ninguna criatura a cientos de metros a la redonda debido al olor a azufre que emanaba de la caverna.

— Mil denarios –dijo Durin Cabeza Partida sin apartar la mirada de la cueva. Se quitó el casco y se secó el sudor de la frente.

— Mil denarios –suspiró Yako el semielfo. Estaba apoyado en su arco mordiendo una brizna de yerba. Su aguda visión podía distinguir la silueta del dragón dormido.

Dos semanas atrás habían aceptado la suculenta oferta de los habitantes de Villa Dorada. Mil denarios a cambio de la cabeza del dragón que habitaba a pocos kilómetros de la ciudad y había devorado ya veinte cabezas de ganado.

— Si no digo que no –dijo Debhon rascándose el pelaje empapado-. Mil denarios y un dragón. Es que es un jodido dragón. Y cuando digo "dragón" me refiero a esos bichos grandes, gordos, malolientes y con muy mal genio.

— Podríamos tenderle una trampa –sugirió Stell alzando la mirada mientras se cubría los ojos con la mano.

— ¿Soy aquí el único que sabe qué es un dragón? –preguntó Debhon malhumorado.

— Podríamos cortar un par de árboles y usarlos como una especie de jaula –continuó Durin haciendo gala de su habilidad de ingeniero como buen enano que era sin hacer caso al comentario del gato-. Diez o veinte árboles, no más.


Durin meditando el plan

— Y cuando caiga en la trampa lo matamos y cobramos los mil denarios –siguió Stell con una sonrisa totalmente convencida.

— Pero…

— Y metemos un jabalí en la jaula para atraerlo –le interrumpió Durin levantando el hacha por encima de su cabeza.

— Mil denarios… -volvió a repetir Yako. Se echó el arco al hombro y comenzó a bajar la pendiente-. Voy a por ese jabalí, id preparando la jaula.

— ¡¿Queréis cerrar todos la maldita boca?! –gritó Debhon fuera de sus casillas.

Un fuerte rugido se escuchó dentro de la caverna y la cabeza del dragón asomó de sus profundidades. Sus escamas verdosas reflejaban la luz del sol y los amarillentos ojos escrutaron a los que habían osado interrumpir su apacible sueño. Se acercó al grupo de aventureros petrificados del miedo y lanzó un temible rugido. Los cuatro gritaron también soltando sus armas presas del pánico. La enorme cabeza del reptil descendió y se puso a pocos centímetros de Debhon.

El dragón saliendo de la cueva mosca

— ¿Eres un gato mojado? –le preguntó olfateándole.

— No –dijo éste temblando.

— Sí –contestó el resto del grupo.

La zarpa del dragón salió disparada y atrapó al pobre gato aterrorizado.

— ¡Nunca he tenido un gato mojado! –Exclamó el dragón como si de un niño se tratase con su nuevo juguete-. ¿Puedo quedármelo?

— Sí –asintió Durin el primero.

— Por supuesto –contestó Stell tratando de controlar sus piernas temblorosas.

— Es comestible –dijo Yako escondiéndose detrás del enano.

— ¡No! ¡Malditos hijos de perra! –exclamó Debhon tratando de zaparse de las garras del reptil sin mucho éxito.

—No quiero comérmelo, es para ponerlo en mi colección privada de criaturas carbonizadas.

Los ojos de Debhon estuvieron a punto de saltársele de las órbitas al escuchar eso.

— ¡Quédate con el enano!

— Pierdo mucho carbonizado –replicó éste dando un par de pasos atrás-. Además serías el único dragón con un gato mojado carbonizado.

El dragón asintió y se dio media vuelta para volver a entrar a su cueva. Antes de que los aventureros pudieran salir corriendo volvió a asomarse y tiró un cofre lleno de monedas de oro al suelo.

— Esto es para que os podáis comprar otro gato mojado vosotros –les dijo el dragón mirando detenidamente a Debhon.

Yako ya se había lanzado corriendo hacia el cofre y miraba las monedas de oro embelesado.

— ¡No soy una jodida mascota! –gritó el gato cruzándose de brazos y mirando fijamente al dragón a los ojos muy enfadado.

— ¡Drogo! –Gritó una voz de mujer dentro de la cueva-. ¿Cuántas veces te he dicho que hay que ser respetuoso con los invitados? Suéltalo.

Una anciana salió de la cueva malhumorada señalando con su dedo esquelético al dragón. Caminaba apoyándose en lo que parecía ser el hueso de alguna criatura. El reptil exhaló una nube de humo y dejó al gato mojado en el suelo.

— Pero mamá, no me he comido a ninguno –refunfuño el dragón sentándose sobre sus cuartos traseros y arrancando un árbol de un zarpazo.

— Perdonad a mi pequeño pero aún tiene que aprender un poco de modales –dijo la anciana acercándose al grupo -¿Puedo ayudaros en algo?

Durin y Stell se miraron y negaron con rotundidad.

— Muchas gracias señora, pero mis compañeros y yo ya nos íbamos, solo estábamos de paso –dijo Debhon girándose hacia el resto del grupo fulminándoles con la mirada.

— Siento las molestias entonces y que tengáis un buen viaje. Creía que os habían mandado los del pueblo para hacer daño a mi pequeñín. ¡Drogo, coge el cofre y a casa! –gritó la anciana dándole golpecitos con el hueso al dragón. Éste se metió en la cueva arrastrando el cofre refunfuñando seguido de la anciana.

Los cuatro se quedaron mirando la cueva sin saber muy bien qué hacer.

— Sois unos hijos de puta –dijo Debhon malhumorado alisándose el pelo mojado.

— Pero si al final no ha sido para tanto –le dijo Stell revolviéndole el pelo.

— Adiós a los mil denarios –suspiró Durin colocándose bien el casco.

— Bueno yo cogí esto del cofre –dijo Yako sacando una esmeralda carmesí que casi no le cabía en la mano-. No creo que se molesten por haberles cogido esto.

— ¡ME HAN ROBADO MI PIEDRA BRILLANTE! –gritó el dragón dentro de la cueva.

Los cuatro aventureros se miraron y, por primera vez en toda esta aventura, se pusieron de acuerdo y echaron a correr colina abajo sin mirar atrás.