[ICCA] Cuando ella tocó a mi puerta.

Day 2,624, 07:16 Published in Venezuela Switzerland by Deathstroke Sylar

Agradezco a la organizacion del concurso por haberme dado la oportunidad. Desde muy niño me ha interesado la lectura. Tomando como referencia mi bisabuelo, quien fuera un poeta y musico reconocido por sus buenas Decimas en la zona en la cual vivi mi infancia, un dia se me ocurrió escribir, y desde entonces no he parado. Tengo muchas aficiones, escribir es una de ellas.

Lei muy buenos relatos en ICCA, la verdad me parecieron muy buenos, incluso mejores que el mio, asi que no esperaba alcanzar el podio, pero el mensaje anunciando el tercer lugar me sorprendió. Grandes escritores me han influenciado, Poe, Quiroga, Benedetti, Neruda, a ellos la dedicacion de este tercer lugar, por haber convertido mi dia a dia en un fantasioso mundo de letras.

ICCA PREMIOS

CUANDO ELLA TOCÓ A MI PUERTA

Eran las 10 de la noche, noche turbia, noche húmeda, hace una hora la lluvia dejaba de acariciar el suelo con sus fuertes dedos de rocío, mis ojos imposibles de apagarse, incluso Morfeo me ha abandonado en esta desoladora casa, la casa de los mil libros, he sentido el puñal de soñar despierto aquellas que considero las pesadillas más terroríficas, alucinaciones tan reales pero que al tocar se desvanecen. Era la noche más fría de los últimos tiempos y no por las bajas temperaturas nacidas de la tormenta perfecta, sino porque se respiraba un aire tan deprimente como cualquier gas tóxico, el aire de la desgracia, flotaba sufrimiento en el ambiente. Me reusé a ver la televisión, la caja maldita que te da las malas nuevas, las noticias amargarían aún más la noche con las dramáticas escenas de los estragos de la tormenta, la llamaron “Julia”, siempre los desastres naturales apodados con nombres de féminas, supongo es la herencia dejada por Cleopatra. No hay nada que hacer, hace dos días el insomnio me consume sin piedad ignorando mis súplicas, he intentado negociar con él pero se niega a aceptar algún trato, solo una hora de descanso al mediodía me mantiene en pie, sino me engaña el subconsciente hoy es 30 de octubre.

Camino directo a la biblioteca, el reino de los mundos habitado por letras, escapes de fantasías plasmadas en papel, ¿Fantasías? ¿Quién puede asegurar que sean fantasías?, toda historia tiene un poco de realidad. El eco de mis pasos se puede escuchar expandiéndose en el silencio y rebotando en las paredes rasgadas pero impenetrables, la nada ocupa el espacio libre de este inhóspito lugar. Hace mucho que no tocaba un libro, los había dejado al sentir que me obsesionaba con vivir dentro de una historia de suspenso, drama y horror, el contacto de las paginas me sumergían al ritmo de mis ojos. Mi colección de libros, mis amigos abandonados en esos polvorientos estantes así como abandoné a los amigos de allá afuera, esos que caminan con la rotación del planeta. Tomo el primer libro al azar, es lo mismo el libro que lea, solo trato de hacerle una jugada al tiempo y olvidarme del exterior, ese exterior que me estaba ocasionando escalofríos.

Me siento en el sofá que dispuse en el salón de lectura, fui un gran amante lector, el sofá más cómodo de la tienda de antigüedades vino a parar a este rincón de mi viejo hogar, era el trono desde donde reinaba los viejos mundos encapsulados en hojas de papel, apenas ojeaba el prólogo del libro, cuando creí escuchar un susurro desde fuera de la casa, ¿seré ahora un personaje de Poe y su nunca más?, no lo creo, he tomado un libro de King, debe ser la brisa, las ventoleras han estado fuertes en la semana, “Julia” trajo consigo una fuerza abrumadora. Me salto el prólogo, nunca acostumbre a leerlos siempre ansioso en pasearme por la historia de letras, ahora estoy ansioso por olvidar lo pesada que está la noche, casi la puedo tocar de lo espesa que se torna. Un nuevo susurro se escucha, esta vez un susurro fuerte y claro, alguien desde afuera clama mi nombre, los amigos y familiares dejaron de visitarme hace un año, -¿Quién estaría afuera llamándome entre dientes bajo estas condiciones atmosféricas tan terribles?- posé el libro sobre el sofá y caminé hacia una ventana, curiosamente recordé el día que pensaba en eliminar las ventanas de la casa, ese día dije que no quería ver un rayo de luz penetrar dentro de mi hogar, cancelé la idea al decidir que era una locura más allá de mis límites. Al asomarme al cristal, donde tantas veces ella me esperaba al regresar del trabajo, ¡oh ella!, la he recordado, hace tanto que no te veo, y te llevaste contigo la luz de este hogar que ya no es un hogar, es un asilo donde la desesperanza se mese a esperar el fin. Ya olvídalo no tiene caso, concéntrate en ver quien susurra tu nombre. Nadie, simplemente nadie, ni un alma en las afueras, lo más razonable, el alerta de tormenta hacen que cuerdos se mantengan encerrados en sus trincheras.

Toctoc, la puerta suena, al mismo tiempo que se escucha mi nombre, un sonido suave, sensual y celestial como el canto de ángeles con arpa, una dama toca a mi puerta y llama por mi nombre, la mujer misterio la llamé, como se le ocurre estar afuera bajo esas condiciones, y no puedo dejarla afuera aun con lo extraño de la situación, no seré cómplice del desamparo. Abro la puerta, su voz describía a la perfección aquel bello ángel, suave, sensual y celestial, así era ella. Su cabello largo azabache, tan largo como sirena, sus ojos profundamente oscuros, sus labios carnosos invitan a cualquiera a la tentación de robar, si, de robar besos instantáneos, su vestido largo escotado tan negro como su cabello se ajustaba al cuerpo resaltando sus fascinantes curvas. No pude detallar alguna otra característica, quedé sumido en su belleza, ¿o quizás fue en su misterio?

-Hola, me permites pasar- así rompió el hielo con un toque sutil de elegancia, pero también de misterio, otra vez la palabra misterio.

-Por supuesto, hace mucho que no recibo visitas así que disculpa las condiciones- alcancé a responderle sin vacilar, los escalofríos, el miedo, la sensación de inquietud, todo lo que sentía apenas unas agujas atrás del reloj desaparecieron, me relajé.

Caminamos juntos al salón, le ofrecí un café, el cual aceptó, lo tomó sin azúcar, dijo que el café se toma negro y amargo, que curioso, así me sentía antes de ella aparecer. Charlamos un buen rato, los temas eran la literatura, la poesía, las ciudades europeas, de vez en cuando algún chiste malo que recordaba de mis tiempos alegres pero que juntos tomábamos a carcajadas, hasta su risa era elegante y sensual, todo ocurría mientras nos tomábamos algunas copas de la exquisita bebida de los dioses, vino, pero a decir verdad no fueron solo copas, en un instante acabamos con la botella, pero nos manteníamos sobrios, lo suficiente para mantener la cordura. Luego jugamos una partida de ajedrez, mientras ella me contaba historias de reyes y reinas, en enormes castillos. Me hablaba de la luna llena, de la luna nueva, de la menguante, de las estrellas, de cómo desde los cielos han sido sus compañeras, también sus pretendientes.

-Puedo sentir la lluvia- Me dijo- muy diferente a como tú la sientes, sus gotas acarician mi piel completamente sin siquiera tocarme, ha sido una gran amante la lluvia, pero ella no me pertenece, le pertenece al suelo, pero eso ya no importa, igual su roce es inevitable, tan inevitable como el sonido de los grillos y las ranas.

-¿Por qué has venido a mí?- pregunté, pero en fondo de mi alma, más allá de mi corazón, no quería la respuesta, simplemente quería disfrutar la compañía grata. Ella era toda calma, toda la paz que necesito, no hubo terapia que calmara mi temblor, y ella en su visita arrancó de mí todas las malas sensaciones que me habían hundido en la soledad, en la deprimente soledad.

-Te he visto solo- respondió- antes disfrazabas la soledad leyendo tus libros, ahora ya ni los libros te funcionan para sentirte vivo, has pasado el último año lamentando en silencio el abandono, terminaste siendo un ermitaño, el mundo exterior dejó de ser parte de ti, solo te inclinas a ver desde el interior de esta vieja casa que has hecho de ella un bunker, refugiando las penas del bombardeo de la sociedad. La soledad es mala consejera, y he querido hacerte un poco de compañía por un instante, esperando que mi compañía sea buena concejera. Más allá de todo, vivo la misma vida que tú, estoy en la misma situación, pero a diferencia de ti, yo anhelo escapar de la soledad, siento que veo las vidas desde arriba, veo la gente caminar, a veces creo que solo caminan mecánicamente al ver a otro caminar, y también te veo a ti, solitario, y me veo a mí, solitaria. Por eso vine, y sin embargo realmente no vine solo por eso, pero no te lo diré aun, te lo diré al marcharme.

La respuesta se clavó en mi corazón como cuchillo afilado, la sensación de miedo volvió, traté de disimular pero ella era tan lista, tan misteriosa, que sé que lo notaba. No había nadie como ella, fue mi musa cuando tomaba una pluma o un teclado y ahora estaba aquí para reclamarme lo mal de mis hábitos, ¿era yo alguien con suerte al tener la visita de ella?, me sentía afortunado de tenerla tan cerca hablándome, pero no aconsejándome. Mi exilio de la vida cotidiana fue precisamente para evitar ese discurso acusador, prefería ahogarme en mi pena, en mi bunker como ella misma me lo ha dicho. Es la verdad, esa que tortura y descuartiza, esa que aplasta y te desecha. Con sus sexys labios y su armoniosa voz me ha clavado la verdad, tanto que evité sentir la verdad acabar con el resto de mí, pero me mantengo en pié, quiere decir que la verdad no acabó conmigo.

-Confieso que extrañaba tus versos para mí-. Dijo con el tono misterioso que no me canso de describir, aun cuando no tenga palabras para hacerlo.
-Confieso que extrañaba verte y hacerte mi musa-. Dije. Descubrí que el temblor no era miedo, era la emoción de verla tan cerca por primera vez.

Dejé las reflexiones para la mañana, ella aún está aquí, y quizás no vuelva a regresar. Después de unos pocos minutos, los más largos que el tiempo haya podido parir, le dimos muerte al silencio y la conversación tomó los rumbos iniciales, temas variados e interesantes, hablamos del terror, de cómo divierte en algunas situaciones, y mata en otras. Hablamos de la esperanza, de los sueños, de su contraparte la desesperanza y las pesadillas. Hablamos de estrategias, de Napoleón, de la siempre bella Francia. Me habló de un niño que sufrió al sobrevivir a los campos de concentración viendo morir a sus padres y hermanos, para luego formar una familia en un país libre, ¿pero estaría realmente libre?. Y habló, y hablamos, y charlamos, parloteamos, y más y más sinónimos, hablamos horas, que horas tan confortables, la dicha de estar vivo nuevamente, la soledad es la muerte en vida.

Estábamos cansados, la mente añora el reposo a gritos desenfrenados, aúlla como lobo llamando a su luna. Ella debía volver al lejano lugar de donde vino, yo deseaba dormir un poco, insomnio que me estas matando lentamente y sin piedad. Es hora de la despedida, la cruel hora de despedida, fusilar la conversación con un disparo certero, caminamos paso lento y sigiloso a la puerta. ¡Congélate tiempo!, no quiero verte caminar. Nos detuvimos, abrí la puerta, el chirrido se escuchó romper la magia del momento, y tomó mis manos y susurro mi nombre.

-Que maravilloso estar en compañía, en tu compañía- Dijo –eres lo que esperaba, hace mucho que no conversaba.
-Tú eres todo un sueño del cual despertar sería la pesadilla, contigo sería todo diferente incluso lo que es igual, lástima que seas imposible, como si tomar el viento entre mis manos fuera más fácil que tenerte, sé que no puedo retenerte, soy afortunado de tu sorpresiva visita- repuse.
-Tu caballerosidad poética no se ha perdido, desde los tiempos que escribías bajo las estrellas en aquella colina. Siempre escuché atenta tus palabras, me hablabas de tus metas, reía con tus insultos cuando no encontrabas la idea exacta que deseabas expresar, luego me veías fijo, te relajabas, y comenzabas a escribir los mejores relatos que haya escuchado, las estrellas me envidiaban por ser tu musa. Dije que al marcharte te diría el motivo de mi visita, vine a decirte el porqué de tu insomnio, tu reloj interno está invertido, desde el momento que dejaste de sentarte a escribir, desde el momento en que tu amada te abandonó, desde el momento en que abandonaste todo, incluso a mí, en ese instante comenzó dentro de ti una lucha interna por mantenerte o alejarte de la realidad, te sumiste entre libros perdiendo la cronología del tiempo, y el tiempo está confundido para ti, y la luz está en la oscuridad y la oscuridad está en la luz, has sufrido la guerra a muerte de dormir en el día y has perdido las últimas batallas. Yo mi querido escritor, he venido a balancear la guerra a tu favor, a arreglar tu reloj, para que las agujas vuelvan a girar al sentido correcto, y puedas dormir-.

Entonces pude entenderlo todo, la claridad es tan confortable, tener claro que ocurre en mí, tu visita no fue fortuita dama de negro, hoy dormiré en tu honor, y al amanecer mis manos te dedicarán algunas letras como antes lo hacía, me has devuelto un rayo de esperanza, y vuelvo a sonreír. Se marcha, veo su silueta desaparecer, se desvanece entre las claridad, ya te empiezo a extrañar, aunque te veré en ocho horas, no en mi salón, te veré allá arriba, y mientras te desvaneces veo la luz aparecer, los rayos golpean mis ojos demostrándome el tiempo que he estado encerrado, veo el sol, y se escuchan los pájaros cantar, la tormenta se ha marchado, es un día radiante, y sigue siendo 30 de octubre. Hasta luego mi musa, hasta luego, siempre pronunciaré tu nombre con admiración, siempre diré la NOCHE es mi musa y ella tocó a mi puerta.