no lean !!!!comenten ctm!!!! (el unicornio)

Day 2,472, 19:34 Published in Chile Bulgaria by ganbre

Os anuncio mi vuelta, regreso cabalgando sobre el frío viento del norte, y mi suspiro helado pronto estará cerca de vosotros. No vuelvo solo, a mi derecha duerme el tiempo y, a mi izquierda, yace la memoria. Yo soy el Unicornio, aquel del que conocéis la existencia, aunque ignoréis su rostro.

La memoria del Unicornio es su alma, escondida en el pensamiento. Recuerda a sus enemigos, a aquellos que lo traicionaron, a pesar de que se oculten tras el velo opaco de la dignidad. Uno de ellos es gris, su boca muestra afilados dientes que escupen indiferencia y crueldad. Es uno, y son muchos los que crecen en su interior No ignora quién soy, aunque desconce que lo sabe.

La mirada del Unicornio es como la luz que atraviesa las tinieblas, nada ni nadie se escapa a su percepción. Observa al necio, mil en uno solo, aunque se oculte como una alimaña en su oscura guarida, creyendo que sus viejos dioses le protegen. Su tiempo es el morir en la necedad, tiempo de destruir, tiempo de callar.

El oído del unicornio percibe las palabras que no pronunciáis, encerradas para siempre en las celdas oscuras de vuestra mente. Oye el murmullo sordo de la impiedad y la injusticia que late en vuestras almas, la cólera que se oculta tras unos labios rígidos. Vuestra garganta escupe sonidos, palabras y sentimientos que no reconocéis, ciegos a vosotros mismos.

El unicornio aspira la fragancia que existe a su alrededor, hunde su cabeza en prados y valles, busca la pureza de su perfume. Y es entonces cuando descubre aquello que los Padres le ocultaron, que no hay aroma sino pestilencia de almas condenadas. Allá donde va, el hedor cubre este siglo e impregna cada palmo de su belleza. Está solo, y su soledad será vuestro infierno.

El unicornio come de vuestro cuerpo y bebe de vuestra sangre. Purifica vuestros pensamientos más oscuros y otorga luz a las tinieblas. Alza su copa hacia el cielo en demanda de misericordia, en tanto absorbe el rojo fluido que mana de vuestras venas. Agradeced la Comunión que borra vuestra perversidad y acaba con el temor que os domina.

Vuestra piel es un delicado entramado de hiedra y raíces profundas, hojas marchitas la cubren. El Unicornio roza con su cuerno la débil textura, aparta la hojarasca y contempla la desnudez de vuestro espíritu. Sabe que sólo la tierra húmeda acogerá esa piel, el pellejo vacío de todas vuestras esperanzas.

¿Y qué decir de vuestro corazón? El engaño y la mentira anidan en él, en delicadas y transparentes capas de piel y sangre que se confunde. El Unicornio contempla asombrado cada uno de sus latidos, observa el compás que, golpe a golpe, os arranca la vida. Y lo que ve le complace, porque en cada pálpito se esconde la verdad de vuestra muerte.

Vuestras palabras son lanzas envenenadas que envuelven vuestro oído hacia mí. Sin embargo, ¿qué decir de vuestros actos, cuando cada uno de ellos sirve a las llamas del Infierno? ¿Por qué adoráis a un dios en el que no confiáis? Vuestra fe es tan frágil como una hoja mecida por el viento, se arrastra perezosa hasta postrarse no ante quien veneráis, sino ante quien sirve mejor a vuestros deseos más profundos.

La ambición os ha corrompido hasta límites insospechados, y vosotros, los que jurasteis llevar la palabra, sólo ofrecéis duelo y lágrimas, desdicha y penalidades. Vuestro silencio ha despertado al Unicornio de su sepulcro, guía sus pasos en esta oscuridad del siglo, y no hay nada que podáis hacer para detenerlo.

El alma del Unicornio está libre de vuestras sombras de perversión. Mi luz ilumina su camino, protejo sus pasos de la inclemencia. A mi llamada, surgió del abismo para borrar vuestra necedad, y pronto oiréis sus suaves pisadas. El prevalecerá sobre vosotros, su tumba espera a que la venganza sea consumada.

Escuchadme, soy la pesadilla que altera vuestro sueño, la mano que ahoga vuestra ambición. Soy el oído que escucha vuestros más escondidos deseos, los ojos que contemplan vuestra destrucción. Soy la luz y la tiniebla, aquel que guía el cuerno del Unicornio y bebe en el Libro del Conocimiento.

La hora se acerca, y grandes maravillas acontecerán en el Cielo y en la Tierra. El Unicornio hallará a la doncella, y los impíos correrán tras él con sus lanzas dispuestas. Sin embargo, la oscuridad caerá sobre todos ellos, y yo, el Príncipe del Único Señor, ascenderé sobre vuestras cabezas, resarcido de todo el mal que sembrasteis.

Contemplad el esplendor de mi gloria, de la mano del Unicornio he llegado hasta el rincón más oscuro de vuestro corazón. Vuestra perversión es la más dulce de las victorias, el terror que anida en vuestras almas mi venganza, y ya nada detendrá a Aquel al que sirvo. Él creó el deseo que os convierte en esclavos, sumisos servidores de todo lo que anheláis.

Alzo la copa del sacrificio a mi único Señor, mis manos empapadas en sangre muestran mi respeto y devoción. Le ofrecí el odio y la venganza, perfumé sus altares con fragancias de la cólera, sembré la semilla de la discordia para alumbrar su rostro, y sólo espero de su misericordia que me permita acceder al umbral. Es hora de traspasar la puerta y fundirme en su esencia.

El Unicornio me ha servido bien, el Señor de las Sombras le envió para proteger mis pasos y guiar mi camino. Ya no hay en él rebeldía, sino sumisión. No muerde mi mano, sino que se alimenta en ella. Cumplí su mayor deseo y le vencí, y es ese anhelo la única soga que rodea su cuello.

Aprended de las palabras del Unicornio, tomad ejemplo de sus actos, y con humildad obedeced sus designios. En cada página, repetid vuestro deseo y que la sangre fluya hasta empaparla, y diréis las palabras escritas, una y otra vez, con la mente y el alma que ya no son vuestras. Cinco son los que han de ser, cinco ríos del rojo fluido bautizaran el sacrificio, y a los cinco toques de la muda campana, cinco puertas se abrirán y, de cinco, una.

Abrid la puerta que me permita acceder a vuestra sabiduría, ¡oh Señor de la Oscuridad!, y después lanzad el fuego eterno a mis espaldas. Destruid y quemad todo aquello que molesta a vuestros ojos y ofende vuestros oídos. Y yo, en comunión con vuestra esencia, dejaré el odio y el tormento, la venganza y la cólera, para sembrar vuestros campos.