Historia del Futbol Parte II

Day 2,630, 08:59 Published in Argentina Argentina by Pablo El Rufian

Segunda entrega de la historia del futbol. La transición del feudalismo al capitalismo tuvo su resonancia en el deporte. El futbol no sería ajeno a esta realidad que lo configuraría tal y como lo conocemos.



El surgimiento del capitalismo y la modificación del juego

En el siglo XVIII las clases altas y la iglesia se escandalizarán cada vez más con el libertinaje existente en las fiestas populares de dónde frecuentemente surgían motines. Pero esta no era la única preocupación de la naciente burguesía inglesa. El sistema económico que se estaba gestando necesitaba obreros obedientes sometidos al ritmo del reloj. Sin embargo los artesanos y campesinos ingleses todavía gozaban de cierta autonomía en el manejo de sus tiempos. De tal forma también debían ser eliminadas las costumbres que entorpecieran las nuevas actividades económicas; y los cuerpos, revalorizados en el nuevo sistema como mano de obra, protegidos de cualquier desgaste inútil. Se hacía evidente que la viejas formas de control social se encontraban desgastadas y debían ser reemplazadas. El control al ocio y la reglamentación de los juegos populares sería uno de los puntos principales. No será un proceso casual, sino más bien causal, que la cuna del capitalismo sea la cuna del deporte moderno.

En 1789, la victoria de la Revolución Francesa trae consigo la prohibición del soule. Las calles que durante el Medioevo habían sido un lugar de encuentro y entretenimiento para las clases bajas, ahora, con la llegada de la burguesía al poder estatal, deben encontrarse despejadas para la libre circulación de mercancías y mano de obra.

En Inglaterra esto se lleva a cabo con un doble proceso simultáneo y a la vez complementario. Por un lado la represión: para esto la burguesía cuenta con la inestimable participación de Robert Peel, quién introduce una serie de reformas penales y crea la London Metropolitan Police (antecedente de la Scotland Yard) considerada la primer policía moderna. Gracias al aparato coercitivo del estado en las primeras décadas de Siglo XIX el fútbol medieval deja de practicarse. Por otro lado, comienza un proceso de reglamentación de los deportes. En este punto jugaron un rol clave las public schools. Originalmente pensadas para educar a los hijos de familia pobres con el tiempo se volvieron los centros de educación para los hijos de las clases privilegiadas. Con el nacimiento de la pedagogía y la ambición de modelar a los sujetos, rápidamente el deporte ocupa un lugar privilegiado en la formación del carácter. El football medieval fue reglamentado de un modo distinto en cada public school formando así sus versiones modernas. La escuela de Rugby crea su deporte homónimo y de las escuelas de Eton, Harrow, Westminster y Charterhouse nace el dribbling game, juego que no permite el uso de las manos para el traslado de la pelota. En 1863 se acuerdan reglas únicas en este último juego con el fin de organizar encuentros. De esta forma surge el football moderno y ese mismo año nace la Football Association. Las clases aristocráticas cuestionarán la virilidad del nuevo fútbol y se inclinarán a practicar el rugby en sus tiempos libres. Mientras que las clase medias reacias a la violencia se inclinarán por el fútbol.

La iglesia, rápidamente, encuentra en el fútbol un potencial evangelizador que no pretende desaprovechar. Será la responsable de la creación de clubes como el Aston Villa y el Birmingham City. La burguesía industrial también aprovecha su potencial. Al igual que el nacionalismo sirvió para eliminar la conciencia de clase de los trabajadores y defender los intereses de las burguesías locales, los colores de los clubes sirven para establecer identificación con las empresas. La Lancashire/Yorkshide Railway Company crea dos clubes siendo el más importante el Manchester United. La fábrica armamentística Woolwich le da origen al Arsenal. El West Ham United, popularizado en la película Green street Hooligans, surge en uno de los barrios más carenciados de Londres como respuesta para mejorar las relaciones laborales luego de un conflicto. Los obreros más habilidosos comienzan a jugar en los clubes que crean los patrones. De aquí surge el fútbol del sábado a la tarde (finalizada la jornada laboral) mientras el descanso dominical queda consagrado a la realización religiosa.

En contrapartida, a medida que el movimiento obrero internacional avanza y se reducen las jornadas laborales, se crean clubes obreros. En Argentina, en el barrio obrero de La Paternal se funda el club Mártires de Chicago (en honor a los trabajadores masacrados el 1° de Mayo de 1886) actual Argentinos Juniors cuya camiseta roja no es una mera coincidencia.

La competencia reglamentada sobre el juego

La derrota del Old Etonians a manos del Blackburn Olympic, un equipo obrero, en la final de la FA Cup 1883 (el torneo más antiguo aún existente), modifica definitivamente el fútbol. Para vencer ya no se puede jugar por jugar, se establecen tácticas, se debe dedicar preparación física, al igual que en las fábricas cada integrante obtiene un puesto determinado, con una función determinada y una especialización determinada, todo esto bajo la supervisión de un entrenador y director físico que se vuelve imprescindible de ahora en adelante.

Los jugadores más capaces consiguen mejores contratos en sus fábricas, mejores condiciones laborales, comienzan a cambiar de clubes para mejorar su situación individual y gradualmente podrán ocuparse simplemente de jugar. Los obreros bien pagos pero menos capaces encuentran su divertimento en asistir los sábados a la tarde a observar los partidos. Es el inicio de la profesionalización y la mercantilización del deporte. Los antiguos juegos populares fueron tomados por la burguesía que les imprime su propia idiosincrasia y los transforma en espectáculo un para las masas.

El proceso de profesionalización del fútbol será controvertido y habrá clubes que se enfrentarán a él. En Argentina el caso emblemático de esta oposición es el multicampeón Alumni. Sin embargo con el correr del siglo XX, el amateurismo no podrá con el poder económico y quedará cada vez más relegado a un segundo plano y al ámbito local.

Este proceso no es particular del fútbol pero en él se hace evidente. La obsesión taylorista sobre el tiempo que inunda al capitalismo será traducida al deporte profesional. Todo está quirúrgicamente cronometrado, el deporte como la fábrica queda reducido a un tiempo y espacio determinado e inviolable. La maximización del rendimiento será la clave: siempre más rápido y más eficaz, la obtención de un nuevo record efímero obnubilará los deportistas. Ser el mejor, el número uno. Al igual que en capitalismo los rivales se presentan como formalmente iguales, tienen las mismas posibilidades de ganar, deben seguir reglas inviolables que regulan y la competencia consigue sublimar lo mejor de cada uno. Pero la igualdad teórica del liberalismo no se expresa en la realidad, la mismas leyes del sistema, su forma de ser y reproducirse generan desigualdad, sus mecanismos dividen entre vencedores y vencidos, entre los que llegan y los que no, clasifica entre mejores y peores, estratifica, le asigna un lugar a cada uno. En la segunda mitad del siglo las marcas se apoderarán gradualmente tanto de clubes como de torneos y ligas profundizando el proceso de mercantilización.

Para finalizar debo aclarar que este artículo no posee ni la más remota intención de levantar una bandera anti-fútbol, deporte que practico y al cual estoy estrechamente ligado sentimentalmente; sino relatar brevemente como el mismo ha sido modificado profundamente con el ascenso de la burguesía y su sistema productivo