Cuando la Guerra se transformo en una posibilidad (Operación Soberanía)

Day 2,657, 06:50 Published in Argentina Argentina by Nahuel Leandro Druet Cfk

Se conoce con el nombre en clave de Operación Soberanía u Operativo afianzamiento de la soberanía al plan de invasión a Chile que el gobierno militar de Argentina planificó ejecutar en los últimos días de diciembre de 1978, pero que fue suspendido a último momento por la intervención del papa Juan Pablo II.

Para solucionar el litigio por la soberanía de las islas y los derechos marítimos en el área del canal Beagle, Argentina y Chile acordaron en 1971 recurrir al arbitraje del gobierno del Reino Unido, árbitro formal establecido en el Tratado General de Arbitraje del 28 de mayo de 1902, pero que solo podía aceptar o rechazar el fallo de un tribunal nombrado de común acuerdo entre ambos países. Basándose en el derecho internacional, los jueces dictaron sentencia el 22 de mayo de 1977 asignando a Chile las islas Picton, Nueva y Lennox. En 1978, el gobierno de Argentina declaró nulo el laudo arbitral y movilizó su poderío militar para obligar a Chile a dejarlo de lado y negociar una solución al conflicto más favorable a la posición argentina. Al no lograr ese objetivo por la vía negociada, Argentina planificó una guerra de agresión contra Chile.

La situación chilena parecía bastante desventajosa. Frente a un país que casi lo triplicaba en el número de habitantes, con un ingreso per cápita mayor y una ventaja geográfica, Chile enfrentaba, además, a raíz de los atentados a los derechos humanos cometidos durante el régimen militar, una negación a la venta de armas de parte de sus proveedores tradicionales, Estados Unidos de América y Europa Occidental, lo que dificultaba aún más la ya compleja tarea de resguardar su territorio, debido a su propia geografía.

El balance militar

A consecuencia del asesinato de Orlando Letelier, los Estados Unidos de América habían decretado un embargo de armas contra Chile, la Kennedy Amendment, después ampliado por la International Security Assistance and Arms Export Control Act of 1976. (Posteriormente, este Amendment también fue aplicado a Argentina). Asimismo, Alemania Federal se negaba a vender armas a Chile: El semanario alemán Der Spiegel en la página 31 de su edición del 6 de marzo de 1978 en un artículo sobre la política oficial de venta de armas constataba:

[...] desde 1974, Bonn contribuyó al fortalecimiento de la capacidad marítima de las marinas de guerra de casi todos los países suramericanos costeños (salvo Chile) [...]

También Austria se negaba a vender armas a Chile. Tanto Austria como Alemania vendían armas a Argentina sin restricciones especiales y con Estados Unidos mantenía buenas relaciones a cambio de la cooperación argentina en la lucha antiguerrillera en Centroamérica.

Varios países europeos continuaron vendiendo armas a Argentina durante la fase más peligrosa del conflicto. En diciembre de 1978, cuando la amenaza de guerra era evidente, los astilleros alemanes Blohm + Voss acordaron con Argentina la construcción de 4 destructores y el mismo año Francia vendió y entregó dos corbetas tipo D'Estienne D'Orves A-69 con misiles Exocet, llamadas Good Hope y Transvaal, originalmente construidas para el entonces gobierno de Sudáfrica y que no pudieron ser entregadas por el embargo decretado por la ONU. En Argentina se les llamó ARA Drummond (P-31) y ARA Guerrico (P-32).

[img]https://aquellasarmasdeguerra.files.wordpress.com/2013/01/conflicto-del-beagle-1978-1x.png?w=497&h=358[/img]

Sin embargo esta diferencia cuantitativa era atenuada por factores como:

-La defensa implica menos riesgo que el ataque.
-Las continuas intervenciones de las fuerzas armadas argentinas en la política contingente desde los años 1930 habían mermado notablemente sus capacidades profesionales.
-Se estimaba que Chile tenía significantes ventajas en la defensa dada la calidad profesional de sus fuerzas armadas y las bien desarrolladas líneas de logística y comunicación.
-El ejército atacante debía cruzar la cordillera solo por pasos conocidos y el defensor podía elegir el tramo en que lo enfrentaría.

Nótese que ninguna de estas críticas supone una comparación entre las fuerzas que se enfrentaron sino que son fallas internas de las fuerzas armadas y dirigencia argentina. Por ejemplo, a pesar de los US$ 7.008 millones que gastó en defensa la junta militar argentina entre 1979 y 1981 tanto el portaaviones ARA Veinticinco de Mayo (V-2) como los cuatro submarinos de la Armada Argentina no estuvieron operativos. Del portaaviones no pudieron despeguar los aviones y de los submarinos, al único en misión de ataque, el ARA San Luis (S-32), los torpedos no le funcionaron.



Según Raúl Castro, embajador de los Estados Unidos en Buenos Aires en 1978, los jefes superiores argentinos consideraban que la guerra sería fácil de ganar: «Ellos suponían que iban a invadir Chile, Santiago, especialmente. Les parecía algo muy fácil; una cuestión de cruzar la frontera y que los chilenos se iban a dar por vencidos. Y yo les decía: No, no, se equivocan. Ellos tienen una armada mejor que la de ustedes. Están bien armados, son muy fuertes».

Augusto Pinochet, por el contrario, preveía una guerra larga y de desgaste: «Una guerra de montonera, matando todos los días, fusilando gente, tanto por parte de los argentinos como por nuestra parte, y al final, por cansancio, se habría llegado a la paz».

El plan de acción

[img]https://aquellasarmasdeguerra.files.wordpress.com/2013/01/jeepsartillados-con-cac3b1ones-sin-retroceso-chilenos.jpg?w=497[/img]

No existen ni declaraciones ni documentos oficiales argentinos sobre la existencia del Operativo Soberanía; sin embargo, la cantidad de testimonios en todos los estamentos de la sociedad argentina es tal, que nunca se ha puesto en duda su existencia. Empero, es difícil establecer las condiciones, fines y medios que planearon sus gestores a partir de las experiencias personales de los partícipes.

El ataque sería precedido por una denuncia argentina falsa ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de una ocupación militar de las islas al sur del Canal Beagle por parte de Chile.

Las Fuerzas armadas argentinas desembarcarían en las islas y en caso de que las tropas de élite chilenas que protegían las islas opusieran resistencia, se invadiría el territorio continental de Chile, buscando a lo largo de la frontera el frente que ofreciese menos resistencia, para cortar el país en por lo menos un lugar y así obligar a Chile a aceptar las condiciones argentinas.

En la noche del 21 al 22 de diciembre de 1978, tras más de veinte días en alta mar y por lo menos una postergación del inicio de las hostilidades, los buques argentinos con tropas y material de desembarco enfilaron hacia la zona de conflicto para iniciar la operación anfibia que establecería la soberanía argentina sobre las islas.

Rubén Madrid Murúa señaló en «La estrategia nacional y militar que planificó Argentina, en el marco de una estrategia total, para enfrentar el conflicto con Chile el año 1978», que el Operativo Soberanía fue elaborado por el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas Argentinas bajo el nombre de Planeamiento Conjunto de Operaciones Previstas contra Chile.

El concepto estratégico del plan, con el fin de lograr el objetivo político de apoderarse de las islas inmediatamente al sur del Beagle que se había propuesto Argentina, estaba basado en dos premisas:

a) Que Chile se rindiera en un tiempo breve como consecuencia de las acciones militares que se estaban preparando; y

b) Que Chile aceptara los reclamos territoriales formulados por Argentina, a lo que seguiría el repliegue de las tropas argentinas desde los puntos del territorio chileno que hubiera sido ocupado luego de la ofensiva trasandina.

Posteriormente, se elaboró una Directiva Estratégica Militar, la cual fue aprobada por la Junta Militar, donde se establecía, el concepto general de la guerra, el objetivo político de guerra bélico y la organización de las fuerzas.

Como anexo a este plan, se formularon otros planes que incluían un Plan de Movilización, un Plan de Inteligencia y un Plan de Intrusión. Este último incluía la ocupación militar (Flota de mar [Flomar] e infantería de marina) de las islas, incluyendo las islas Wollaston y el Cabo de Hornos, antes de la hora H, vale decir, antes de que se iniciara el ataque terrestre a nivel continental.

Como se esperaba que las acciones bélicas provocaran la reacción inmediata de la ONU, Estados Unidos y otros países, los militares planificaron el realizar una guerra de la forma más rápida y violenta, con el objetivo de apoderarse de la mayor cantidad de espacio territorial chileno en pocos días, para luego aceptar un cese de hostilidades manteniendo un statu quo, que sería impuesto por la ONU, pero que dejaría a Argentina en una posición de fuerza para negociar territorios posteriormente. Con ese objetivo, Argentina estaba más que dispuesta a aceptar la presencia de fuerzas de paz de las Naciones Unidas para separar a ambos Ejércitos.

Otro aspecto que consideraba el plan, era la posibilidad de que Perú, que llevaba varios años armándose para una posible guerra, interviniera en el conflicto a favor de Argentina. Al respecto, habría existido en un plan elaborado por el general peruano Edgardo Mercado Jarrín, considerado el máximo teórico militar del Perú, que contemplaba una ofensiva militar contra Chile, después de iniciadas las hostilidades en el extremo austral. Se sabe además que funcionarios de la embajada de Argentina en Lima hablaron con el Canciller peruano José de la Puente Radbill para conseguir que ese país firmara un acuerdo secreto con Argentina en contra de Chile. De La Puente, lejos de aceptar, les recordó el hecho de que un siglo antes, Argentina había desechado suscribir el Tratado Secreto de 1873 y que mientras Perú y Bolivia luchaban contra Chile en la Guerra del Pacífico, Argentina, aprovechando esa situación de desventaja chilena, se apoderó de la Patagonia para más tarde provocar un entendimiento a favor con Chile. Posteriormente, De La Puente pondría en conocimiento del canciller chileno Hernán Cubillos lo ocurrido, asegurándole que Perú no intervendría si se producía la guerra entre Chile y Argentina.

[img]https://aquellasarmasdeguerra.files.wordpress.com/2013/01/conflicto-del-beagle-1978-s.jpg?w=497&h=361[/img]

En lo que respecta a Bolivia, los militares argentinos también consideraron la posibilidad de que ese país se sumara a la ofensiva argentina, teniendo en cuenta su permanente reivindicación de obtener una salida a ese mar metafísico del que hablaba el almirante Emilio Massera de la Armada argentina.

De este plan, al 14 de diciembre de 1978, se habían cumplido las etapas de movilización de las fuerzas regulares de las tres ramas y la fase de movilización parcial de los reservistas.



A partir de las 20:00 horas (H - 2) del Día D, el 22 de diciembre de 1978 (22.22:00.DIC.978 en jerga militar), la Flomar y la infantería de marina (Batallón N° 5) ocuparían las islas Freycinet, Hershell, Wollaston, Deceit y Hornos.
A las 22:00, la Hora H, la Flomar e infantes de marina (batallones N° 3 y N° 4) ocuparían las islas Picton, Nueva y Lennox, logrando además el control del Canal Beagle.
La ofensiva terrestre se iniciaría a las 24:00 horas (Hora H + 2). El V Cuerpo de Ejército atacaría desde la zona de Santa Cruz tratando de conquistar el máximo territorio chileno de la zona patagónica. Simultáneamente, la Fuerza Aérea Argentina iniciaría bombardeos estratégicos.
Posteriormente, a las 06:00 (H+😎 del día 23 de diciembre de 1978 (23.06:00.DIC.97😎 se procedería a la destrucción de la Fuerza Aérea de Chile en tierra.

En una fase posterior, el plan incluía lanzar una ofensiva utilizando al III Cuerpo de Ejército, en la zona del Paso Los Libertadores - Paso Maipo y Paso Puyehue (hoy Paso Fronterizo Cardenal Samoré), con el propósito de cortar las comunicaciones en el territorio de Chile continental. Esto incluía la conquista, con el apoyo de la Flomar, de una ciudad del litoral, probablemente Puerto Williams, mientras que la Fuerza Aérea apoyaba las operaciones marítimas y terrestres.

En función de este plan, las fuerzas argentinas se organizaban de la siguiente manera:

Ejército de Argentina (Comandante Roberto Viola):

II. Cuerpo de Ejército (General Leopoldo Galtieri). Misión asignada: Proteger la frontera norte con Brasil y detener cualquier ofensiva que ese país pudiera montar en contra de Argentina.
III. Cuerpo de Ejército (General Luciano Benjamín Menéndez). Misión asignada: Partiendo desde la zona de Mendoza, cortar las comunicaciones en el centro de Chile, conquistando los alrededores de Santiago y, si era posible, Valparaíso.
V. Cuerpo de Ejército (General José Antonio Vaquero). Misión asignada: Ofensiva estratégica a partir de las 24:00 (H+2), partiendo desde Santa Cruz, con el objetivo, probable, de conquistar Puerto Natales y Punta Arenas. Luego, apoyaría al III Cuerpo de Ejército en su avance por Puyehue hacia Chile, cortando las comunicaciones de la zona central con el sur del territorio chileno.
Además, había una reserva (II Brigada de Caballería Blindada), dependiente del II Cuerpo, en Comodoro Rivadavia, encargada de prevenir una posible invasión chilena por el sector de Río Mayo (Chubut).

[img]https://aquellasarmasdeguerra.files.wordpress.com/2013/01/soldado-argentino-1978-beagle.jpg?w=486&h=519[/img]

Armada Argentina (Contraalmirante Humberto Barbuzzi):

Misión: Oponerse a la acción de la escuadra chilena y apoyar la conquista de las islas al sur del Canal Beagle. Para ello la flota argentina se había dividido en tres grupos de tarea (GDT):

El primero, encabezado por el PAL (Portaaviones Liviano) ARA Veinticinco de Mayo (V-2), con su completo GAE (Grupo Aéreo Embarcado) formado por: 8 aviones Douglas A-4Q, 4 Grumman S-2 Tracker, 4 helicópteros Sikorsky S-61D4 Sea King y un Alouette) con el destructor misilístico ARA Hércules (D-2😎 (con al menos dos misiles MM-38 Exocet) y las novísimas, para ese entonces, corbetas misilísticas Clase A-69 ARA Drummond (P-1), actual P-31 y ARA Guerrico (P-2) actual P-32 (ambas con cuatro misiles MM-38 Exocet cada una) en funciones de escolta.
El segundo grupo era encabezado por el crucero ARA General Belgrano (C-4) y los destructores ARA Rosales (D-22), ARA Bouchard (D-26)y el ARA Piedra Buena (D-29), estos dos últimos con 4 misiles MM-38 Exocet; este grupo cubriría a la fuerza de desembarco compuesta por el buque de desembarco dique (BDD) ARA Cándido de Lasala (Q-43) y el buque de desembarco de tanques (BDT) ARA Cabo San Antonio (Q-42). También navegaba en este grupo de tareas el buque tanque ARA Punta Médanos (B-1😎 y otros buque tanques de YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales).
El tercer grupo, conformado por el ARA Py D-27, con sus cuatro misiles MM-38 Exocet, junto al resto de los buques de la Primera División de Destructores, los destructores ARA Seguí (D-25) también con cuatro misiles MM-38 Exocet, el ARA Almirante Storni (D-24) y ARA Domecq García (D-23).
El GDT1 apoyaría la conquista de las islas ubicándose en la boca oriental del Canal Beagle, mientras que el GDT 2, ubicado en la boca oriental del Estrecho de Magallanes, tenía el objetivo posterior de apoderarse de alguna ciudad marítima, probablemente Puerto Williams.

Fuerza Aérea Argentina (Comandante Ramón Agosti)

Sus objetivos eran, primero, iniciar bombardeos contra objetivos militares de las ciudades de Punta Arenas y Puerto Williams, y la destrucción de la Fuerza Aérea de Chile, usando una técnica muy semejante a la utilizada por Israel en la Guerra de los Seis Días en 1967.

Sin embargo, la Flomar pidió en noviembre de 1978 el contar con un fuerte apoyo de la Fuerza Aérea Argentina, debido a que uno de sus temores eran los helicópteros artillados de los que disponía la Escuadra chilena, los que podían causar bastantes estragos.

[img]https://aquellasarmasdeguerra.files.wordpress.com/2013/01/conflicto-del-beagle-1978-4.jpg?w=497&h=349[/img]

Instrucciones Políticas Particulares

Para la fase posterior a la ocupación de las islas, se prepararon las Instrucciones Políticas Particulares para la Zona Austral para la Etapa Posterior a la Ejecución de Actos de Soberanía en las Islas en Litigio que preveían:

La definición del espacio geográfico en que Argentina impondría sus supuestos derechos de soberanía por las armas.
Los nuevos derechos de navegación que la armada argentina le concedería a Chile.
Procedimientos en caso de negación chilena:
(textual🙂 «No se acatarán intimaciones ni aceptarán protestas chilenas de ninguna especie, ni aun las formuladas bajo amenaza del empleo de las armas».
(textual🙂 «3.2) Cuando como consecuencia de una intimación chilena no acatada se sea objeto de ataque con armas, se utilizarán las propias a discreción, cesando de inmediato en su empleo cuando se hubiere logrado inutilizar al adversario».
(textual🙂 «3.3) Si como resultado de la acción anterior existiesen náufragos o heridos chilenos, se procederá a rescatarlos y brindarles atención, trasladándoselos detenidos adonde lo disponga el Comando del Área Naval Austral».
(textual🙂 «3.4) Igualmente, si en el transcurso de dicha acción se detuvieren nacionales chilenos, se procederá a trasladarlos adonde lo indique el Comando del Área Naval Austral».
Si una nave chilena violase las nuevas reglas de navegación se previó:
Ayudarle, si fuese por error involuntario.
Intimación en caso de intencionalidad.
(textual🙂 «4.2.5) Si a pesar de ello continuaran en su propósito, se recurrirá al empleo de las armas en la medida de lo necesario para impedir al adversario la consumación de su propósito o para inutilizarlo, cesando de inmediato en ese empeño cuando se hubiese logrado tal propósito».
(textual🙂 «4.2.5) Si en el transcurso del incidente se fuese objeto de ataque con armas, se utilizarán las propias a discreción, cesando de inmediato en su empleo cuando se hubiere logrado inutilizar al adversario».

[img]https://aquellasarmasdeguerra.files.wordpress.com/2013/01/gale17.jpg?w=497&h=352[/img]
Para la época del conflicto del Beagle 1978, la Fuerza Aérea de Chile contaba con 25 a 30 unidades Hawker Hunter.

El despliegue defensivo de Chile

Chile, al que le eran conocidos tanto los movimientos de la flota argentina como los lugares en que estaban las concentraciones de tropas argentinas, había puesto sus tropas a lo largo de la frontera en máxima alerta y la escuadra chilena esperaba ya a la argentina en el mar austral. No habría un factor sorpresa. Incluso en el libro La escuadra en acción, el jefe de la escuadra chilena, vicealmirante Raúl López Silva, no es concluyente en ese sentido, si esperaría a la flota argentina o la atacaría antes.

Chile además había minado grandes extensiones de su frontera con Perú, Bolivia y Argentina en los años 1970 y algunos pasos cordilleranos fueron cerrados. Los planes defensivos de Chile no han sido publicados. Sin embargo, a través de fuentes no oficiales, se habría filtrado el eventual uso de los ejércitos del norte para invadir a su vez territorio norteño argentino en lo que se ha llamado la estrategia del «gancho de izquierda», que descansaba en la no participación de Bolivia o Perú en la guerra. Si bien no era decisivo, se ocuparía extensos territorios mayormente deshabitados que mediática y políticamente habrían hecho ver insignificantes los avances argentinos en cualquier punto de Chile y se mantedrían para las futuras negociaciones. Aunque eso habría significado quizás ampliar el conflicto insospechadamente, podría haber sido beneficioso para Chile.

Los planes Chilenos se ordenaron según su plan estratégico HV3, o "Hipótesis Vecinal 3", en alusión a un conflicto simultáneo con Argentina, Perú y Bolivia. En el caso del Ejército, la Cordillera es la barrera principal a una invasión, dado que cualquier incursión de fuerzas importantes está obligada a desplazarse por pasos de montaña, todos convenientemente minados y defendidos por el lado Chileno. Esto hacía cualquier penetración altamente arriesgada, ya que los pasos pueden ser dinamitados en cualquier momento, y las fuerzas de avanzada que hayan alcanzado a cruzar pueden ser aisladas y destruidas. En el supuesto de una invasión de mayor magnitud, con un contingente importante de tropas Argentinas en Chile, las tropas Chilenas no tienen profundidad de territorio suficiente para hacer maniobras, y en algunos puntos hubiera sido relativamente fácil para Argentina alcanzar el Pacífico, y cortar a Chile en 2 o más territorios aislados. En esas condiciones, el Ejército de Chile probablemente hubiera adoptado una táctica de guerrillas contra una fuerza de ocupación, siguiendo el ejemplo de Vietnam todavía reciente en esa época.

En el escenario naval, La Armada de Chile era técnicamente inferior a la FloMar aunque seguía siendo una amenaza seria, ya que Argentina no contaba con cartas náuticas de los fiordos e islas del Pacífico, lo cual fue intensamente aprovechado por la escuadra Chilena para ocultar sus navíos y planear sus desplazamientos, en tanto la Flomar sólo podía desplazarse por mar abierto y en rutas conocidas generalmente con mar gruesa, como el Estrecho de Magallanes o el Cabo de Hornos. Cualquier ruta alternativa significaba un riesgo de encallar o exponerse a emboscadas. Además, los submarinos y torpederas Chilenas patrullaban los puntos más probables para el paso del grueso de la flota Argentina, con el fin de atacar las barcazas de desembarco o los buques de escolta.

La Fuerza Aérea de Chile era sensiblemente inferior a la Argentina en tecnología y número. Además, dada la forma del territorio, el país tenía una capacidad muy limitada de alerta temprana y defensa antiaérea, todo lo cual permitía a Argentina planear ataques aéreos casi por sorpresa en todo el territorio y con la máxima impunidad.

[img]https://aquellasarmasdeguerra.files.wordpress.com/2013/01/conflicto-del-beagle-1978-5s.jpg?w=497&h=351[/img]

La orden de abortar la operación

No ha podido ser determinado con certeza si acaso tropas argentinas llegaron a la frontera con Chile continental o solo esperaron la orden de ataque en esta. Fuentes argentinas afirman que llegaron a la frontera y que les fue dada la orden de contramarcha cuando estaban cerca de territorio chileno, aunque esto contradice la teoría de que la invasión al territorio continental de Chile solo ocurriría en caso necesario. En 2011, Jorge Rafael Videla declaró que el 21 de diciembre de 1978 Argentina ya se consideraba en guerra debido a que la flota de mar navegaba hacia el Pacífico, los aviones habían cambiado sus bases y había patrullas del Ejército operando en territorio chileno: «La invasión sería el sábado 23 de diciembre. No queríamos que coincidiera con la Navidad».

Tampoco la Armada Argentina concurrió al lugar del desembarco. Horas antes, se alejó de la zona del conflicto.

La fuerte tormenta que demoraba el inicio de las operaciones militares argentinas en la región austral, dio tiempo a la llegada a Buenos Aires de la noticia de que el papa Juan Pablo II había ofrecido mediar en el conflicto. Tras una hora de discusión, la junta militar argentina aceptó la mediación papal, dejando de lado la tesis de que la negociación directa era la única salida pacífica al conflicto, y se dio la orden de contramarcha a las tropas y a la flota.

El porqué Argentina no dio el paso final es una interrogante que no tiene respuesta conocida. Sin duda, la autoridad moral del papa Juan Pablo II fue una razón. También puede haber jugado un rol en la decisión la certeza de que serían condenados internacionalmente como agresores, tal como se lo advirtió el embajador estadounidense a la junta militar en Buenos Aires.



Costo económico

La Operación Soberanía fue la consecuencia más belicosa del rechazo argentino al Laudo Arbitral de 1977; sin embargo, la tensión continuó hasta incluso pasada la Guerra de las Malvinas, causando a ambos países costos económicos enormes:

-Argentina utilizo el 2,5% del PBI (2641 millones de dolares) para gastos militares solo en 1979, totalizando 14274 millones en el periodo 1976-1981.
-Chile utilizo el 5,2% del PBI (1128 millones de dolares) para gastos militares, totalizando un gasto de 4794 millones en el mismo periodo.

Consecuencias de la Operación Soberanía

En Argentina hay voces que parecen confirmar la idea de que la escalada del Conflicto del Beagle y la Guerra de las Malvinas tuvieron una causa común en la política exterior del Gobierno de Reorganización Nacional que entonces gobernaba Argentina.

Amplios sectores de la sociedad chilena consideran el desconocimiento del Laudo Arbitral de 1977 y la preparación y puesta en marcha de la Operación Soberanía por parte de Argentina como un mal precedente para las relaciones entre ambos países.



Nota del Redactor: Les recomiendo ver la pelicula chilena "Mi mejor enemigo" y el documental argentino "Operacion Soberania"