V E K O - "ALAMBRITO" / 1er CONCURSO eNACIONAL DE CUENTO

Day 1,948, 18:16 Published in Colombia Argentina by Maximo Sierra


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CUENTO FINALISTA #3
TITULO: "Alambrito"
AUTOR: V E K O

(El cuento se publica tal cual como lo envió el autor al concurso)


Alambrito

Benjamín, era el soldado flaco y desgarbado que todos recuerdan en aquel grupo de avanzada del ejército. A su unidad la apodaban los “Bulldozers”; su principal misión era entrar a territorio enemigo, “limpiar” y asegurar la zona para establecer campamentos móviles desde donde se coordinarían tareas de rescate a unidades heridas en combate, atrapadas tras líneas enemigas. Eran misiones muy difíciles y arriesgadas; en ocasiones, casi suicidas.

Benjamín solía ser un joven campesino que soñaba con llegar algún día a la ciudad, para estudiar, para trabajar y darles a su madre y a su pequeña hermana un mejor futuro. Lamentablemente, debido a su precaria formación académica, le era casi imposible acceder a trabajos donde tuviera una remuneración al menos digna. A duras penas podía solventar sus propias necesidades y guardar algo para enviarlo a su familia en el campo.

Un día fue requerido por autoridades militares para que definiera su situación militar; Benjamín fue a dar al ejército como soldado raso. No le fue difícil adaptarse a la vida militar, pues cuando estaba vivo, Jacinto Londoño, su padre, le inculcó valores, disciplina, y mucho amor por la patria. Eso fue antes que un grupo armado ilegal los despojara de sus tierras; las tierras que habían pertenecido a su familia por generaciones; don Jacinto murió defendiendo lo suyo, y con su vida compró el tiempo suficiente para que sus hijos y esposa lograran escapar a través de la espesura del monte.

Pero a Benjamín le costaba, y mucho, soportar las constantes burlas de que era objeto por parte de sus compañeros de unidad. Su aspecto menudo contrastaba con los musculosos y enormes cuerpos de los demás miembros de aquel grupo.

Ese era Benjamín, o “alambrito”, como lo apodaban; un muchacho que sólo quería una oportunidad, bien para estudiar, para acceder a un trabajo digno; que lo respetaran, que le permitieran demostrar que su grandeza estaba por dentro.

Aquella noche, la última antes de finalizar su servicio militar, “los Bulldozers” recibieron instrucciones puntuales para tomar posesión de un importante corredor estratégico del enemigo, que intentaría esa misma noche tomarse un pueblo cercano, La Victoria, el pueblo donde por azares del destino se refugiaban la madre y la hermana de Benjamín. Sólo algunos minutos después de la media noche empezó un fuerte enfrentamiento.

Ruidos ensordecedores y ráfagas incandescentes se fundieron con la noche; la luna se ocultó temerosa detrás de espesas nubes. Aquello era un oscuro paisaje de sangre y fuego. Con el pasar de las horas el silencio retornaba paulatinamente, como haciendo honores a la llegada del alba.

Los primeros rayos del sol afloraban y con ellos se mostraba el dantesco cuadro de cuerpos de los enemigos destrozados por las balas y los rockets. Los pocos hostiles que sobrevivían huían despavoridos. Pero justo entonces un hombre del bando enemigo, que yacía moribundo sobre la hierba, quitó el seguro de su granada y, con los restos de fuerza que le quedaban, la lanzó contra el grupo de Bulldozers.

Sólo Benjamín atinó a ver la trayectoria del artefacto explosivo; pero en lugar de ponerse a salvo, lo siguió decididamente hasta su punto de caída. Un grito, “¡Cuidado, granada!”, fueron las últimas palabras de Benjamín, antes que la misma explotara bajo su cuerpo; ese que por un instante se hizo tan grande como los campos que lo vieron nacer para cubrir aquella explosión y proteger la integridad de sus compañeros. La Victoria, estaba a salvo.

“Los Bulldozers” habían ganado. Pero en aquel rinconcito de patria quedó destrozado el cuerpo de Benjamín, junto con sus sueños, y junto con la pena de sus compañeros que tarde entendieron que la grandeza de un héroe no se mide por su talla ni por su experiencia; sino por el valor y por la fuerza que albergue su corazón.