Historias del andén

Day 2,542, 17:19 Published in Argentina Argentina by Orgaznomurio

Cuarta entrega de "Temporada de Relatos".

1. Fiesta de bienvenida a un cronopio
2. Juan, Medran, Bucastor y Timpanero
3. De trompas y trombón

Hola gente, como los trata la matrix? ............ ?). Aparentemente el cerebro sin dormir quiebra barreras que a fines artísticos, lo único que hacen es molestar. Dicho eso, realmente espero que lo siguiente sea de agrado .



---Cita obligada---
"Si hay algo que deberíamos aprender a disfrutar, son las despedidas. Saludar a la caca cuando baja por el inodoro, por ejemplo." - Mateo, cap 5, vers 3.14

4. Historias de andén

Sintió que el mundo se agrandaba a gran velocidad y que las posibilidades de perderla eran reales, por primera vez.

Sintió el miedo más tenaz y profundo de toda su vida, y de muchas vidas más.

Sintió la necesidad de correr y besarla.

Las piernas nunca le habían pesado tanto, el pánico era demasiado grande, casi tan grande como su amor, pero bastante más grande que su capacidad de moverse. Mientras sus músculos tomaban rigidez, tuvo tiempo de arrepentirse de todo. Trato de recordar si con palabras, alguna vez había podido expresarle el tamaño del amor que le tenía.
Se encontró mirándola en silencio, en las escalinatas del monumento en alguna tarde del año anterior, en el parque el día que decidieron alejarse, en su primer beso en aquella fiesta, en los recreos del colegio y en alguna clase, con ella tratando de explicarle las condiciones del sujeto y el predicado, cuando la adolescencia todavía no los había magnetizado. Noto su error y se le quebró el alma.
Si bien ya no podía mover la cadera ni las piernas, pudo mirar hacia atrás. El comisario de plataforma había finalizado su control visual de rutina y hacía señas al maquinista. El tren iba a partir. Alguien le alcanzó una mano y la ayudó a subir gentilmente al vagón de pasajeros. El movimiento en su pelo, por un instante, indicó que tal vez quiso mirar hacia la plataforma, pero no lo hizo. Subió decidida y el vagón cerró sus puertas.
Todo su torso estaba rígido. No le interesaba, sólo quería concebir un dolor que estuviese a la altura. El tren empezó a moverse y él levantó el brazo que todavía podía mover. Con un último movimiento de ojos, pudo notar como este tomaba un color pálido y como la palma entreabierta se inmovilizaba en una expresión desesperada de alcanzar algo que ya no estaba.
El tren salió por completo de la estación y la humareda de la locomotora empañó el sol de la tarde.

Sintió su corazón frió como la porcelana.

Sintió un último aire seco como la cal.

Sintió su cara mineral, y no sintió más.

Todos los atardeceres, el último tren sale de la estación, custodiado por una escultura de piedra blanca con un brazo extendido y la mirada ahogada en desamor. Cuentan que es tan real su expresión, que consuela toda despedida ocurrida en el lugar, al atraer y asimilar consigo el dolor de todas ellas, para mantener vivo el propio.

(...)Porque
el miedo,
el miedo,
no te deja mover.(...)