EL ARCA DE NOE (3ra Parte)

Day 2,444, 13:38 Published in Argentina Romania by A R C A N G E L

Había llegado el tiempo del diluvio. Noé ya se lo había anunciado a los suyos. Tomó a sus hijos Sem, Cam y Jafet, con sus mujeres y sus hijos y descendientes: había allí nietos de cincuenta y sesenta años, y de éstos, hijos pequeños y grandes, que entraron en el arca. Todos los que habían trabajado en construir el arca, y quedado libres de idolatría, entraron en el arca. Había como cien personas adentro, lo cual era necesario para dar a tantos animales el pienso que necesitaban y hacer la limpieza de los compartimientos.

No puedo decir otra cosa sino que siempre he visto que entraron en el arca los hijos de Sem, Cam y Jafet. Veo allí dentro muchas criaturas, niños y niñas; todos los descendientes de Noé que permanecieron buenos. En la Sagrada Escritura no se habla tampoco de los hijos de Adán, fuera de Caín, Abel y Set, y, sin embargo, veo yo allí muchas criaturas entre ellos y siempre de a pares, es decir niños y niñas.



Lo mismo se lee en la primera Epístola de San Pedro de solo ocho personas que estaban en el arca; es decir, los cuatro patriarcas con sus mujeres, de los cuales descendieron todos los demás después del diluvio. Al niño Hom también lo he visto en el arca, yaciendo en una artesa de cortezas, sujeto firmemente con una ligadura de pieles. He visto después nadando muchas de estas artesas de cortezas, como cunas de niños, acabado el diluvio. He visto también en los huecos y en las habitaciones de piedras y ladrillos estas cavidades llenas de cunas de niños.

Los lechos de los judíos estaban generalmente en las cavidades de las paredes. Cuando el arca se levantó sobre las aguas y los hombres subían sobre los techos, árboles y montañas, y se veían ya muchos cadáveres y árboles flotando sobre las aguas, Noé y los suyos estaban ya seguros dentro del arca. Aún antes de entrar Noé con su mujer y sus hijos y las mujeres de sus hijos, en el arca, pidió a Dios misericordia para los hombres. Retiraron el puente al interior y cerraron finalmente la puerta tras de ellos. Todo lo abandonó; también parientes cercanos, con hijos pequeños, ya que éstos se le habían retirado cuando fabricaba el arca.

De pronto se desencadenó un temporal sin precedentes; los rayos caían sobre la tierra como columnas de fuego y los torrentes de las aguas caían como arroyos que se precipitaban de lo alto. La colina sobre la cual estaba el arca, pronto se convirtió en una isla. La calamidad fue entonces tan grande que yo creo que muchos se habrán convertido siquiera por temor. He visto a un demonio negro, de espantable aspecto, cruzar la oscura tempestad induciendo a los hombres a la desesperación. Sapos y serpientes buscaban refugio en algún rincón del arca.

No he visto entonces ni mosquitos ni insectos; estos aparecieron después, para castigo y calamidad de los hombres. He visto a Noé ofreciendo sacrificios sobre el altar, cubierto de lienzos blancos y colorados. Tenía Noé en una caja redonda varios huesos de Adán, que posaba sobre el altar cuando rezaba y hacía sacrificios. He visto sobre su altar el cáliz que usó después Nuestro Señor en la última Cena; este cáliz le había sido traído a Noé, mientras fabricaba el arca, por tres seres de larga y blanca vestidura, como los tres hombres que aparecieron a Abraham para anunciarle el nacimiento de su hijo. Habían venido de una ciudad que después del diluvio se hundió, y hablaron con Noé expresándole que, ya que era hombre de fama, debía llevar dentro del arca ese cáliz, que encerraba un misterio grande, para que no se perdiera en el desastre del diluvio.

En el cáliz había un grano de trigo grande como una semilla de mirasol y una ramita de vid. Noé metió ambas cosas en una manzana amarilla y los puso dentro del cáliz, que no tenía tapa. Debía crecer esa rama y brotar hacia fuera. Más tarde he visto este cáliz en poder de un descendiente de Sem, que vivió después de la dispersión de Babel en el país de Semíramis y que fue padre de los Samanes, los cuales fueron sacados por obra de Melquisedec del poder de Semíramis y trasladados a la tierra de Canán, y llevaron consigo este cáliz misterioso.

He visto flotar el arca sobre las aguas y muchos cadáveres en torno de ella. El arca se detuvo sobre una alta montaña, al oriente de Siria, abajo; montaña aislada y muy rocosa. Estuvo mucho tiempo allí. Veo que ya aparece tierra, aunque cubierta de lodo y verde moho. Al principio, después del diluvio, comían conchas y pescados, abundantes por doquiera; más tarde los he visto comer pan, y aves cuando se multiplicaron. Plantaron y cultivaron los campos.

La tierra era tan fértil después del diluvio que el trigo que sembraron tenia granos tan grandes como los de maíz; también sembraron la raíz de la planta Hom, que era musilaginosa. La tienda de Noé la he visto, como más tarde la de Abraham, en una llanura, y en torno de ella las de sus hijos y descendientes. He visto la maldición de Cam. Sem y Jafet recibieron de rodillas la bendición de Noé, de la misma manera que más tarde Abraham daba la bendición a Isaac.

La maldición que Noé pronunció contra Cam, la he visto ir hacia él como una nube negra y oscurecerle la faz. Ya no era de tez blanca como antes. Su pecado fue como la profanación de una cosa sagrada, como la de un hombre que intentase entrar en el Arca de la Alianza. He visto surgir a Cam una descendencia muy perversa, que se fue pervirtiendo cada vez más, y oscureciéndose su cuerpo. Veo a los pueblos más atrasados y degradados ser los descendientes de Cam. No me es posible expresar como he visto crecer y multiplicarse los pueblos y oscurecerse de todas las maneras y embrutecerse. Con todo, de en medio de estos pueblos envilecidos, se esparcía alguna luz de verdad y algún deseo de ser clarificados.