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Basado en una historia real. Las vivencias de mi bisabuelo. Gracias por defender tus creencias.

Dedicado a todos aquellos que lucharon por la República. ¡Siempre presentes!






Era de noche. Las estrellas brillaban cómo nunca lo habían hecho, pues la tramuntana había foragitado todas las nubes que se habían atrevido a pasar. Él estaba tranquilo, durmiendo, pero sabía que la frontera del Ebro ya se había cruzado. Un hijo de uno sus amigos del pueblo hacía menos de 24 horas que había llegado, pues él conduía un autobús. Este jovenzuelo, de tan solo 22 años fue uno de los encargados en llevar tropas republicanas al frente con su pequño autobús. Lo había visto todo, cómo cruzaban el rio despiadadamente. Finalmente se durmió.

Por la mañana, cómo cada Martes, era mercado en esta pequeña ciudad del norte. Él tomó su café mañanero y se fue al mercado con su motocicleta. Compró un poco de verduras y frutos secos, los cargó en la motocicleta, la encendió y se subió en ella. De repente sonaron las alarmas. Miró al cielo pero no veía nada. 5 minutos, 10 minutos. Nada. De pronto, se oieron los rotores de los aviones y los que se habían quedado fuera empezaron a correr. El bunquer estaba abarrotado. Él entró y espero a que todo pasara. Cayeron proyectiles durante unas horas. Cuándo cesaron las hostilidades, se subió a la motocicleta y volvió a casa. Su mujer y sus hijos lo estaban esperando.


El norte estaba a punto de caer. Colas de gente se formaban para huir hacía Francia. Caminos de tierra les esperaban.