Alvarez723 - "EL PABELLON DE FUSILAMIENTO" / 1er CONCURSO eNACIONAL DE CUENTO

Day 1,948, 18:25 Published in Colombia Argentina by Maximo Sierra


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CUENTO FINALISTA #5
TITULO: "El pabellón de fusilamiento"
AUTOR: Alvarez723

(El cuento se publica tal cual como lo envió el autor al concurso)


El pabellón de fusilamiento



El pabellón de fusilamiento se veía más desolador de lo normal. Eran las 5 de la tarde y en el pueblo e Rionegro solo se escuchaban a las madres que rezaban por el alma de sus hijos, donde estos habían sido capturados por el gobierno conservador después de la retoma de la ciudad.

María, madre del comandante liberal Alejandro Trinidad, se incorporó dentro de la prisión para darle el pésame y último susurro a su hijo. Ya dentro de la cárcel, María por fin vio cómo su hijo había cambiado desde la última vez que lo vio. Tenía los ojos duros y radiantes con un cuerpo de compostura regia e inquebrantable. Al lado del comandante se encontraba su fiel escuadrón de soldados, compuesto por Aguirre, Capochenko, Miranda, Serrejon, y Muños. Todos ellos se veían desnutridos pero fuertes, donde los horrores de la guerra no se les quitaba de cabeza.

María, contando cada segundo en su mente, le dio a su hijo un regalito de leche, el cual se lo había guardado para cuando el regresara de la guerra.

- Ven que te traje el recuerdo de tu dulce niñez.

- Ya pa que sirve, mañana nos fusilaran y meterán nuestros cuerpos al hoyo para que seamos comidos por los coyotes.

- Pues si este ha de ser el último momento que comparto contigo, haz a tu madre feliz y orgullosa de ti mostrando lo mejor que tienes que dar hasta el último momento.

María y Trinidad se abrazan en una capa fraternal el cual mostró la compasión de ambos bandos.

- (hablándole al odio) hijo, te traje un revolver que da para exactamente ocho disparos.

- Ahora no me sirve, pero déjamelo en el bolsillo derecho, no vaya a ser que los guardias te registren y te terminen fusilando a ti también.
María se empieza a ir pero la detiene un instinto de expectativa como si algo fuera a suceder.

- ¿Pasa algo madre?

- No, nada en especial.

- Bueno, tal vez hoy no sea la última vez que me veas; cuando salgas de la cárcel necesitó que hagas esto.

Eran las 7 de la mañana cuando el pelotón militar saco al escuadrón del Comandante Trinidad hacia el pabellón de fusilamiento. Desde las casas, familiares y amigos veían como a los soldados los ponían en línea con las manos arriba para el acto final.

El comandante Trinidad conto a los fusileros; eran cinco y al parecer todos inexpertos ya que les temblaban las manos.

- Mi comandante, fue un honor haber peleado con usted - grito Aguirre.

- También fue un gusto Aguirre, pero como que 3 años aun no has aprendido nada de mí.

Los fusileros recargaron los fusiles, y empezaron a alzar la mira para poder apuntar y disparar. En un pestañazo, el Comandante Trinidad saco el revólver y en otro pestañazo, disparo una bala a cada uno de los fusileros.

- Hombres, recojan los fusiles y síganme- grita Trindad

Siguiendo esta orden, el escuadrón recogió los fusiles recargados de los soldados muertos y corrieron con el comandante a refugiarse detrás de los sacos de café. Para esta entonces, el general conservador Villegas se había percatado de lo ocurrido y había llamado a su pelotón para derrotar a los insurgentes.

Ya detrás de los sacos de café, el escuadrón apunto en línea recta y disparo contra el pelotón. Al lado de ellos había suficiente munición como para 100 hombres almacenados en una caja donde se leía una carta que decía “cumplido”

- Gracias madre, sabía que podía contar contigo- dijo Trinidad

3 hombres cayeron muertos y uno herido, ninguna bala le había dado a Villegas. Percatándose de esto, 2 soldados del pelotón cargaron contra el escuadrón. Trinidad disparo 2 disparos limpios matando a los 2 soldados, dándole tiempo suficiente para que sus hombres recargaran y dispararan otra vez. Ninguna bala logro darle a Villegas. Trinidad sabia de que la única forma en que terminara la batalla era matando a Villegas. Solo le quedaba una bala, ya sabía qué hacer. Corriendo, se dirige y se cubre en una carreta donde se protege de los disparos del pelotón. Solo le toma medio segundo apuntar y disparar. Contacto. Villegas ahora estaba en el suelo, sangrando y con una bala en la mitad de la frente. Percatándose de esto, el pelotón sale corriendo fuera de la ciudad para nunca más volver a ser visto.

La gente ahora sale de sus casas y empiezan a llorar de la felicidad mientras celebran la victoria liberal. Aguirre se acerca a Trinidad y le pregunta.

- ¿Y ahora que mi comandante?

- Lo único que queda por hacer Aguirre, empezar la revolución de nuevo.