Año Nuevo en París

Day 2,602, 03:01 Published in Spain Portugal by Alonc31

Artículo participante en el concurso del eMinisterio de Cultura sobre la Batalla de París. También está pensado a modo de prólogo o introducción a una posible serie de relatos futura por mi parte, inspirado por otros como los recientes de elMengu. Enjoy.




-¡Muévanse!
El polvo y los trocitos de adoquín y metralla volaban a nuestro alrededor mientras corríamos por la calle. El sargento se movía rápidamente por la calle, exhortándonos a los demás a correr más y más rápido. Íbamos de sombra en sombra, escondiéndonos como fantasmas de los francotiradores. No era el único peligro: los misiles perdidos de los Mirages y Eurofighter, las salvas al azar de la artillería francesa, que desesperadamente intentaba poner coto a nuestros refuerzos que llegaban en la misma dirección que nosotros...
Todo ello le daba al paisaje un tinte apocalíptico, ya que además nos envolvían los disparos y los gritos de los combatientes. Finalmente, llegamos al "frente". Si es que se podía llamar así.
La diferencia entre las calles destrozadas delante nuestro y las calles destrozadas detrás nuestro residía en que las de delante tenían soldados de ambos bandos, luchando confusamente. No había un frente, una línea de batalla: simplemente se luchaba en una extraña mezcla de melé y guerrilla urbana, donde lo único que contaba era hacer al enemigo retroceder al enemigo unos metros más. Si bien en la calle inmediatamente delante nuestro no había combates, sí los había en todas las calles alrededor.
El humo llenaba el aire, saltaban esquirlas de las columnas derribadas y usadas como trinchera. El tableteo de las armas automáticas, unido a las explosiones de granadas y bazookas, causaba un rugido ensordecedor.
-¡Nuestro objetivo es cruzar esas calles hasta llegar a ese hotel! - gritó el sargento Álvarez al tiempo que señalaba a la fachada que se adivinaba un par de calles más abajo - ¡Los baguettes han colocado francotiradores en ese tejado, tenemos que eliminarlos! Los nuestros están bloqueados en todas las calles que dan a la plaza, los de arriba creen que si aparecemos de repente, tomando la azotea podemos romper sus defensas ahí. ¡¿Todos listos?!
-¡Señor, sí, señor!-gritamos al unísono.
-¡Señores, es hora de comerse unos cruasanes!
Acto seguido, se metió en medio de la calle, apuntando hacia el frente. Yo le seguí, apuntando hacia la izquierda, mientras el siguiente apuntando hacia la derecha, y así sucesivamente para cubrirnos en medio de la batalla. Funcionábamos como una máquina bien engrasada gracias al entrenamiento del sargento, cada uno disparando en cuanto veía alguien hostil.
En la siguiente calle nos topamos con una barricada en la que se ocultaba un pelotón francés. Al vernos, los gabachos gritaron algo, y una ametralladora pesada empezó a disparar hacia nuestra posición. Me tiré al suelo tras una montaña de escombros. El soldado Ventura, que venía detrás mío, no tuvo tanta suerte. Cayó al suelo, haciendo tropezar a la soldado Aizaga, que por fortuna sí pudo ponerse a cubierto.
Cuando estuvimos todos a cubierto, la voz del sargento se impuso sobre el estruendo de la ametralladora:
-Tirad todos vuestras granadas de tipo X, haced que agachen la cabeza. Campos, tenga preparado el bazooka para reventar su posición. Asentí, mientras preparaba el arma rápidamente.
-¿Listos? ¡Lancen las granadas!
Un cúmulo de bolas esparcidoras de muerte y destrucción saltó desde nuestra cobertura hacia la posición francesa.
-Grenade!- se oyó gritar.
En ese momento, me levanté y disparé por encima de la cobertura. Mi disparo fue tan afortunado que no sólo impactó en la ametralladora, que sobresalía entre los sacos terreros y cascotes de la barricada, sino que voló su munición. Esto provocó todavía más desconcierto entre los soldados gabachos, ya de por sí atontados por las granadas.
-¡Por eEspaña, por el vino!- gritó el sargento, saliendo de la cobertura rifle de asalto en mano.
-¡Y por el buen tocino!- respondimos nosotros, corriendo tras nuestro suboficial.
La posición francesa fue arrollada, sus defensores huyendo por las calles aledañas. Al final de la calle se podía ver una plaza en la que un edificio moderno, de cristal y acero, sobresalía sobre los demás: el hotel, nuestro objetivo. En todas las calles que desembocaban en la plaza había fuertes combates. Desde la azotea, cinco pisos sobre la calle, se veían los disparos de los tiradores gabachos.
Un Eurofighter pasó aullando sobre nuestras cabezas, persiguiendo a un Mirage francés como un ave de presa. Nos acercamos a la plaza, ocultos en las sombras. Observé la situación. La plaza era una explanada sin coberturas, si entrábamos seríamos presa fácil de los francotiradores. Al fondo se veía la Catedral de Notredame, alzándose sobre la destrucción y los edificios circundantes.
-¡Campos! Venga aquí.
Era el sargento. Me pregunté para qué me quería. Crucé la calle corriendo hasta su cobertura, los restos destrozados de un coche.
-¿Qué haría usted con la situación que se nos presenta?- dijo, señalando con la barbilla a la plaza.
-¿Yo?- respondí atónito.
-Sí, usted. Venga que no tenemos todo el día.
-Estoooo...- me aclaré la garganta, y conseguí decir algo coherente- Yo usaría el láser de apoyo aéreo en la plaza, señor. También los botes de humo. Entre que estarán muy ocupados poniéndose a cubierto y el humo no creo que puedan dispararnos.
-Sí, es lo que haría yo. Además del láser y el humo, nos tomaremos las barritas energéticas, así podremos esprintar bien. Así que ya sabe, de las órdenes, dígale a Vila que me ponga con el Mando Aéreo.
-¡Sí, señor! ¡Vila! ¡El sargento necesita conexión con los del Ejército del Aire, ponte a ello!
-¡Los demás, tómense sus barritas y preparen los botes de humo! ¡Díaz, el láser de apoyo aéreo, ya!
"París bien vale una barrita." pensé, mientras se ultimaban los preparativos. Sentí las energías extras de la barrita fluyendo por mi interior, 50 panes q1 comprimidos en el tamaño de un eKit Kat. Realmente prodigioso, pero el sabor no acompañaba al prodigio.
-¡Solicito apoyo aéreo! Estamos atascados en una plaza cerca de Notre Dame. Necesitamos un bombardeo sobre el tejado del edificio al norte de la plaza. Colocaremos el láser cuando den confirmación de disponibilidad. ¿Me oye alguien? ¡Solicito apoyo aéreo!
A algo de distancia se oyó una explosión, y luego una columna de humo: parecía que el Eurofighter había cazado su presa.
-¡Aquí Mando Aéreo! Un Eurofighter está disponible y cerca de su posición. -crepitó el equipo de comunicación- Apunten el láser a la fachada del edificio.
-¡Ya lo han oído! ¡El láser y el humo, ya!
Treinta segundos después estábamos corriendo como desquiciados por la plaza entre el humo. La bomba Paveway y la pasada posterior con la ametralladora obligaron a los francotiradores a mantenerse agachados, pero eso no impidió en que acertaran a la soldado Márquez en el hombro y al soldado Prat, desgraciadamente, en la cabeza. Me obligué a seguir para delante, la adrenalina manteniendo a raya a la pena. De alguna manera, entre los cabos Benítez y Balboa consiguieron arrastrarla al hotel.
Al entrar al edificio, vi un reloj que marcaba la hora en la pare😛 las 23:56. Me dirigí hacia las escaleras, con el sargento y varios miembros del pelotón. Mientras tanto, Benítez, que tenía nociones de primeros auxilios (quería ingresar en las fuerzas sanitarias, cosa que conseguiría), trataba de frenar la hemorragia de Márquez y le desinfectaba la herida. El sargento, antes de subir a las escaleras, se giró:
-Cabo Benítez, quédese con Márquez aquí y escóndase. Si se replegaran los gabachos ríndase, volveremos a por ustedes. Aizaga, coja el rifle de francotirador de tipo X y póngase en la cuarta planta, mire si puede acertar a los gabachos de las calles circundantes. Los demás, arriba a paso ligero.
Subimos los cinco pisos como una exhalación. Los franceses nos estaban esperando: Balboa, que iba en cabeza, abrió la puerta de la azotea y se topó con el cuchillo de un francés, que le atravesó el chaleco, la sangre manaba a chorros.
El sargento se echó a un lado cuando el francés se abalanzó sobre él, aprovechando su propio impulso para tirarle por las escalera al tiempo que le clavaba su propio cuchillo.
Entramos en la azotea con las granadas por delante, por si acaso. Al final solo quedábamos el sargento, Vila y yo para tomar la azotea. A las explosiones de las tipo X siguió nuestro asalto frontal.
El sargento se dirigió a por el enemigo más cercano. Vila fue a por uno situado a la derecha y yo ataqué a uno que hallaba detrás de un parapeto. De lo lejos vino el sonido de una campanada desde Notre Dame.
Saqué la pistola e intenté acertarle, pero esquivó el primer disparo y la pistola se encasquilló. "Putos oligarcas." pensé yo. Pero no pude pensar más. Otra campanada.
El francés se me echó encima, la pistola salió volando por los aires. Caímos al suelo y rodamos. Suena otro repique.
Él, que estaba encima mío, me va a dar un puñetazo a la cara pero la aparto y se da contra el suelo. Suelta lo que debía ser un taco y aprovecho para desembarazarme de él. Otra más.
Me pongo en pie, él hace lo propio. Intentó darle un gancho, pero me esquiva y me da un golpe en las costillas que me deja sin respiración. Y otra.
Creyéndome derrotado, se prepara para darme el golpe de gracia, pero en esa yo con mis últimas fuerzas le doy una patada en salvas sean las partes. Una campanada más.
-Lo españoles no somos tan blanditos como vosotros- le espeto boqueando en busca de aire, a pesar de saber que lo más probable es que no me entendiera. Otra campanada.
Rápidamente, le quito las esposas que lleva y le engancho con ellas a una baranda cercana. Otra vez un repique.
Me giro, y veo como Vila es golpeado con un cascote por el francés con el que luchaba, Vila cae al suelo inconsciente. El francés saca su pistola, el tiempo se congela, suena otra campanada...
El sargento pasa sobre el cuerpo inconsciente de su adversario y le propina una patada al francés en la mano que le hace soltar la pistola. Una décima campanada.
Ambos se tiran sobre la pistola, yo observo impotente. El sargento consigue hacerse con la pistola, le dispara a bocajarro al francés. Otra campanada.
Me doy cuenta de que lo hemos conseguido, hemos eliminado a los tiradores. Me acerco a Vila para coger las bengalas verdes que debíamos tirar cuando hubiéramos cumplido la misión. Una campanada. Y el silencio desde la Catedral de Notre Dame.
Tiró la bengala, refulgiendo verde en el cielo. "Es Año Nuevo." piensa una parte aislada de mi mente. Miró fuera, hacia las calles. Me doy cuenta de que, como mi bengala, había muchas más, unas más altas y otras más bajas, unas más brillantes que otras, dependiendo de cuándo se tiraran.
Tardo unos segundos en procesar. A mi alrededor no se oían tiros sino en la lejanía. Las explosiones y el fuego de las trazadoras procedían de los barrios más allá del Sena. La radio de Vila crepitó.
"¡Atención, repito, atención! ¡Las fuerzas francesas se repliegan más allá del Sena! Serán expulsadas de París en las próximas horas. Hemos ganado. Repito, hemos ganado."
En ese momento, lloré. Lloré de pena y alegría, lloré por los caídos y lloré por la victoria. El caos y la muerte de la batalla se apoderó de mí al bajarme la adrenalina, al tiempo que me daba cuenta de que nuestra victoria en París haría historia, que sería recordada en el futuro.
Oigo pasos detrás mío, me giro y veo al sargento arrastrando a un pálido y al borde de la inconsciencia Balboa. Había perdido mucha sangre, que ahora manchaba su uniforme. El sargento le arrancó una tira de tela a la ropa del francés más cercano que sin duda había muerto en el ataque del Eurofighter, y le intentó frenar la hemorragia.
-Parece peor de lo que es, saldrá de esta- comentó, tranquilamente.
-Feliz Año Nuevo, sargento- murmuro, mi cara empapada de lágrimas.
-Feliz Año Nuevo, Campos- se quedó pensando un instante y me miró a los ojos - Dígame, ¿ha pensado en meterse a los GOE, hijo?

Edit 1: Corrección de un pequeño pequeño fallo argumental.