Ni siquiera...

Day 2,291, 10:07 Published in Spain Spain by Irreductibles


2 horas antes de la reconquista total – Algún lugar desconocido (Asturias)

Hemos salido desde Santander, llevamos cinco horas en esté maldito camión de transporte militar y aún no han encontrado donde ejecutarme. Ya me he acostumbrado a la oscuridad, producida por las vendas, pero no soporto los baches del camino, la carretera parece más que carretera un sendero de pastores.
Mis verdugos siguen riendo y conversando entre sí , y mantienen comunicación constante con alguien por una radio. Después de tantas horas escuchándolo, ya he conseguido entender como se llama el hombre que da las órdenes por el aparato. Le llaman Gopo, y parece importante.

Pasan 20 minutos, y las conversaciones parecen disminuir, pero seguimos sin llegar al destino. De repente siento la necesidad de escupir, pues no he comido desde hace 16 horas, y la saliva no me permite ni mantener mi dignidad en mis últimas horas. Escupo al suelo del camión, y a los pocos segundos siento como la culata de un fusil impacta contra mi barriga , y caigo al suelo sobre mis propias babas. Los soldados ríen y alguno se atreve a darme una patada, que acaba impactando en mi nariz, la cual empieza a sangrar. Alguien me levanta y me sienta de nuevo , no sin antes darme un puñetazo, y escucho como se vuelve a sentar.

Después de mi atrevimiento, las cosas vuelven a tranquilizarse, y sigue pasando el tiempo, pero ahora todo el mundo esta callado. Los baches siguen torturando mi espalda apoyada contra la barandilla de hierro del camión.
Conforme avanzamos la presión sobre mis oídos es mayor, y la humedad aumenta junto con el frío que esta me provoca. Es evidente que estamos entrando en una zona elevado, quizá quieran lanzarme desde un acantilado.
En mi cabeza sigo contando los segundos, y pasa media hora más, hasta que el camión empieza a aminorar su velocidad, y acaba por frenar. El frío es brutal e implacable, pero los soldados enemigos no hacen nada por paliar esa sensación, es más, de vez en cuando hacen burlas por mis temblores.

Escucho como los soldados se ponen de pie , y como alguien en el exterior corre la lona de plástico que tapaba el interior del camión. Me levanto esperando que alguien me ayude a bajar, pero de repente recibo una patada en la espalda que me hace caer del camión y estampar mi cabeza contra una roca que hay en el suelo frío y yermo. Con la caída también me golpeo el hombro, pero no es hasta que me levanto cuando compruebo que me lo han dislocado.
Siento como el viento golpea ferozmente mi cara, pero es agradable, algo agradable en todo esto. Los soldados esperan a estar todos abajo del camión, y entonces uno de ellos me quita las vendas. La imagen que veo que me queja absorto y aplacado



Me van a matar en Covadonga, exactamente en los Lagos de Covadonga, un lugar simbólico para la resistencia española. Me han quitado las vendas pero no las ataduras.
Me acercan a la orilla del lago y se ponen a hablar entre ellos. Al cabo de unos minutos aparece un sacerdote, pero no es ortodoxo. Era de esperar, si no son capaces ni de darme de comer, no se iban a preocupar de dejarme morir de acuerdo con mis creencias.
Empieza a hablar en su lengua, y uno de los soldados que sabe mi idioma empieza a traducir.

``Daniel Illes, has sido acusado de crímenes de guerra contra las tropas españolas y encontrado culpable por el tribunal militar de Madrid. Como héroe de guerra rumano, tienes derecho a una muerte por fusilamiento y a una confesión. Puedes hablar.´´

Miro con cara de rabio al sacerdote, y después de pensarlo unos segundos escupe en el suelo, delante de él. De inmediato un soldado español me da un rodillazo en la boca, y por contacto mi nariz vuelve a sangrar
El sacerdote se marcha, y dos soldados me llevan aún más cerca de la orilla. Veo que traen pesos con ellos, probablemente para una vez me fusilen lanzarme al lago y que me hunda. Pero soy uno de los mejores militares que ha conocido Rumanía en su historia, y no pienso morir sin defenderme, pienso arrastrar a alguno de mis verdugos conmigo.

Me sueltan al lado del lago, y uno de ellos va a por dos pesos mientras el otro prepara las cadenas junto a mí. Espero a que el que el primero vuelva y cuando se pone a mi lado sin pensarlo dos veces actúo.
Me pongo en pie , no sin un tremendo esfuerzo, y lo tumbo al suelo de un rodillazo en el estómago. Rápidamente su compañero se levanta para ayudarle, pero antes de que pueda atacarme le doy un cabezazo con todas mis fuerzas, y antes de que caiga al suelo, le sujeto el cuello con las esposas y se lo rompo rápidamente. El otro sigue retorciéndose en el suelo, así que cojo dos de los pesos que me quería poner y se los lanzo a la cabeza, acabando con el al instante.

Pocos segundos después llegan hasta mí 10 soldados enemigos que consiguen inmovilizarle, y romperme la mitad de las costillas a base de patadas. Cada instante que pasa noto como la sangre dentro de mí se escapa, y las hemorragias avanzan. El aire huye de mis pulmones y la cabeza me da vueltas. Las arcadas avanzan desde lo más profundo de mi ser, pero me niego a vomitar, no les daré ese placer.

Uno de los soldados me levanta del suelo y me pone de rodillas, con los pesos ya puestos, y sin fuerzas ni posibilidad de moverme. Veo como se alejan a una distancia prudencial, y se ponen en formando una línea uniforme. Son diez enemigos los que llevan los fusiles, pero desde detrás hay más observando.
Empiezo a perder la vista, y los sonidos no llegan nítidamente a mis orejas. Desde mi posición puedo escuchar como cargan los fusiles. La sangre empieza a salir por mi boca, sin capacidad alguna de pararla. Los oídos empiezan a pitarme, pero igualmente escucho el grito de un soldado ordenando algo , que entiendo que debe ser ``apuntad´´. Los parpados se juntan, y cada vez pesan más, como si fueran una gran losa de piedra. Acabo por cerrar los ojos, y no escucho nada, solo silencio, pues el pitido también ha parado.

Deben estar a punto de disparar, así que abro la boca para pronunciar el lema de mi patria, pero ya es demasiado tarde. Ni siquiera siento dolor, simplemente una pequeña presión en el torso de mi cuerpo, y después ni siquiera siento la presión, y después ni siquiera siento mi cuerpo, y después… ni siquiera siento.