Miguel Grau, el Caballero de los Mares... y de los padres

Day 2,621, 19:19 Published in Peru Peru by Almte Grau

"Mientras este solo buque peruano, el "Huáscar" subsistiese; mientras el "Huáscar" estuviera en el mar, mientras Grau estuviera en el "Huáscar", Chile no desembarcaría un solo soldado en territorio peruano y las hordas de la conquista se pudrirían en Valparaíso y Antofagasta en la larga espera del desenlace de la guerra del "Huáscar" contra toda la escuadra chilena. Este es un hecho sin precedente en la historia de las guerras navales del mundo entero, el "Huáscar" prestó servicios incomparables. El solo hizo la guerra naval. El solo protegió al Perú contra la invasión. El solo hizo la obra de una escuadra. Este es el interés y la lección de esta historia. Esta es una epopeya como la de la independencia. ¡ESTE ES EL PEDESTAL DE GRAU Y LA GLORIA DEL PERU!. Este es el milagro de la guerra naval en la guerra del pacífico". (Jacinto López, historiador venezolano)


Amigos, les comparto un artículo que leí hace tiempo en un diario local el cual nos muestra el lado familiar de Don Miguel gtrau :


Don miguel Grau Semirario y esposa

Si hay un héroe que fue ejemplo de paternidad, ese fue Grau Seminario. Lo testimonian las cartas que envió a su esposa, meses y días antes de su trágico finaL.

En las noches altas y solitarias del inmenso océano, antes de que el fuego de la guerra incendie las conciencias, Miguel Grau Seminario escribía a su esposa:
"Nada más tengo que pedirte, sino que me cuides a mis hijos y les hables siempre de su padre… Te aseguro, esposa querida, que tanto como tú lamento la inseguridad que hay ahora en la venida y salida de los vapores; pues me parece que solo cada siglo recibo carta tuya”.

En las cartas enviadas a su esposa, Dolores Cabero y Núñez, desde el monitor Huáscar , días antes de su trágico y heroico final, Grau aparece en toda su humana paternidad.

El héroe sabía que la vida se le escapaba de las manos, por eso, escribía con premura, preocupado por dejar indicaciones a su esposa sobre la educación de sus diez “hijos idolatrados”.

LA EDUCACIÓN
El 8 de mayo de 1879, Miguel Grau escribe:
“Muy querida esposa: como la vida es precaria en general y con mayor razón desde que va uno a exponerla a cada rato, en aras de la patria, en una guerra justa, no quiero salir a campaña sin antes hacerte por medio de esta carta varios encargos, principiando por el primero, que consiste en suplicarte me otorgues tu perdón, por si creyeras que yo te hubiera ofendido intencionalmente. El segundo, pedirte atiendas con sumo esmero y tenaz vigilancia a la educación de nuestros hijos idolatrados, para lograr este esencial encargo debo recomendarte que todo lo que dejo de fortuna se emplee en darles toda instrucción que sea posible, única herencia que siempre he deseado dejarles”.

CARICIAS EN SU NOMBRE
Y el 29 de mayo le dice:
“El vapor para el norte no pasa por aquí hasta mañana, pero, por lo que pueda suceder, te escribo anticipadamente con el objeto de saludarte cariñosamente y a la vez suplicarte hagas a los niños mil caricias a mi nombre. Aconséjalos constantemente y diles que no se olviden de cumplir lo que me han ofrecido, de estudiar con empeño y en esforzarse bien, tanto en el colegio como en la casa. Si ya has cobrado el mes de mayo, cómprales a los muchachos unos vestiditos y camisas, para que vayan siempre aseados a la escuela. […] No dejes que los niños salgan solos a la calle, y pocas veces a la puerta de la calle. Dile a la sirvienta que su hijo Colan está sin novedad. Sería conveniente que dieras de cuando en cuando tus vueltas al colegio para que te informes del adelanto y conducta de los muchachos”.

Estas son las palabras del padre que carga a sus niños y conversa con ellos de sus problemas diarios, hablándoles como a unos señores mayores que todo lo saben. Sus biógrafos aseguran que Grau tenía la sencillez de los grandes y su gran sentido del deber no estaba exento de su dimensión de padre.

CABALLERO DE LOS SUEÑOS
El 8 de setiembre, un mes antes de morir, le escribe otra vez a su esposa una carta en la que se lamenta de la dificultad de las comunicaciones:
“Mucho fastidio tengo de ver las irregularidades con que llegan los vapores del norte, pues a veces pasa una semana sin uno de ellos, lo que demora el tener noticias tuyas y de mis hijos; que es en verdad lo que más me interesa a mí en esta vida”.

Manuel González Prada, en una sentencia ya clásica, dijo: “El Perú de 1879 no era Prado, La Puerta ni Piérola, era Grau”. Y el poeta César Calvo acotó: “Caballero de los Mares / Caballero de los Sueños / así en la guerra, como en el cielo: Don Miguel Grau, Gran Caballero / Por el Mar libre va Don Miguel / y el mar es libre gracias a él”.

Lean aquí un texto escrito por el almirante en retiro Fernando Grau, bisnieto del "Caballero de los Mares"

Soy bisnieto del Almirante Miguel Grau y eso constituye para mí un reto en la vida por diversas razones, por lo que ha sido y por lo que representa hasta la actualidad ser su descendiente. Esto supone siempre toda una línea de vida.

Hay que recordar que Grau se embarcó desde muy niño y que la primera etapa de su existencia fue la de un marino, en el mar. Sin embargo, el buque en el que viajaba naufragó y él fue rescatado por la gente de la embarcación. Esa fue una experiencia importante, porque lo formó y posteriormente Grau lo tendrá muy presente en Iquique, cuando decide rescatar a los náufragos chilenos (de la Esmeralda).

No obstante su vida en el mar, Grau fue también un hombre de salón, pero esta faceta la pudo haber aprendido cuando se casó. Es posible que no le haya sido fácil porque él era un viejo lobo de mar y, por entonces, al momento de casarse, casi tenía 33 años, de los cuales alrededor de 20 habían transcurrido en el mar. Además su esposa era bastante más joven que él, pero Grau no desentonó en ese mundo, tuvo grandes amigos e, incluso, fue invitado a ser socio del Club Nacional, que es un club muy exclusivo, sin dejar de lado que en un momento de su vida, cuando era comandante del Huáscar, con un grupo de peruanos marinos, militares y civiles se reunieron para formar el Club de la Unión con la finalidad de unir al país. En realidad esa es la razón por la que se formó este conocido club, ubicado en la Plaza de Armas de Lima.

Además de marino experimentado, Miguel Grau fue un padre de familia ejemplar y un buen esposo. Pero fue también un gran hermano, se acercó mucho a sus hermanas y hasta las tuvo en su casa, en ella vivieron juntos.

Debemos tener en cuenta también el amor y el respeto que Miguel Grau tenía por sus padres. A veces se deja un poco de lado a los padres, pero consideramos que ellos son los que ponen ese granito en la formación del hombre, porque este se forma esencialmente entre los 5 y los 6 años de edad y se educa sobre la base de lo que ve en su casa y luego de lo que va ocurriendo a lo largo de su vida y también de la gente que tiene a su alrededor.

En general, Miguel Grau fue un marino y un hombre que hoy nos sirve de ejemplo, nos transmite y nos enseña aún los valores que lo acompañaron durante toda su vida, especialmente el profesionalismo, la lealtad, el amor a su familia, la honradez, así como el cariño y el profundo amor que tuvo por su país.


Almirante Fernando Grau, bisnieto de Miguel grau