Los Miserables

Day 1,890, 08:37 Published in Mexico Mexico by Ulises.

A propósito del estreno de "Los Misarables", una película que llevó años concretar, me di a la tarea de investigar acerca de la cultura que marcó los años de la Revolución Francesa, puesto que llamó mucho mi atención la escena de las Barricadas levantadas por el propio pueblo para defender su libertad. Este es un pequeño resumen.



La Libertad guiando al pueblo es un cuadro del pintor francés Eugène Delacroix. La obra fue pintada en el año 1830 y es la obra maestra del Romanticismo francés. Este cuadro es la expresión máxima de la Revolución Francesa.

- He emprendido un tema moderno, una barricada, y si no he luchado por la patria, al menos pintaré para ella. Eugène Delacroix -

El lienzo representa una escena del 27 de Julio de 1830 en la que el pueblo de París levantó barricadas. El rey Carlos X de Francia había suprimido el Parlamento por decreto y tenía la intención de restringir la libertad de Prensa. Los disturbios iniciales se convirtieron en un levantamiento que desembocó en una revolución seguida por ciudadanos enojados de todas las clases sociales. No existió un único cabecilla. Por eso Delacroix representa a la Libertad como guía que conduce al pueblo. Tampoco está representada de una forma abstracta, sino que es una figura alegórica muy sensual y real.
El espectador sólo tiene dos posibilidades, el unirse a la masa, o el ser arrasado por ella . El pueblo es la unión de clases: se representa al burgués con su sombrero de copa y empuñando el fusil, al lado un andrajoso y un herido que pide clemencia a Francia. Al fondo aparecen brumas y humos de la batalla que diluyen un barrio francés bastante realista. A los pies de la Libertad un moribundo la mira fijamente indicando que ha valido la pena morir por ella.

En su discurso del 7 de mayo de 1794, Robespierre, se expresó con amargura acerca del celo transformador de los intelectuales: "Los hombres de letras, en general -acusó-, se han deshonrado en la Revolución y, para su eterna vergüenza, la razón del pueblo ha hecho todo por sí sola". Sin embargo, la Revolución había contado con la adhesión de innumerables pensadores y estetas. Muchos fueron y vinieron del entusiasmo al desengaño y al martirio. Quizá los más consecuentes fueron músicos y dramaturgos. Era en verdad una época teatral. Pocas veces se gozó más del drama politizado y moralizante. Fabre d'Englantine había escrito para la escena. Collot-d'Her-bois y Rosa Lacombe eran actores, y el comité de Salvación Pública fundó el Teatro del Pueblo. David era el pintor y el "regisseur" de la Revolución. Es también el momento en que la ópera -creación barroca- se extiende en el gusto popular.



En 1792 Rouget de Lisle compone el Canto de la Guerra para la Armada del Rin, conocido como La Marsellesa, luego himno nacional de Francia. Dicho canto es adoptado por los federados de Marsella que participan en la insurrección de las Tullerías, el 10 de agosto del mismo año. Su éxito es tal, que se lo declara Canto Nacional el 14 de julio de 1795. "Parece un aria escrita para grandes voces. Y grandes voces la han cantado en grandes ocasiones".



El 20 de junio de 1789, los diputados que se dirigían a la reunión de los Estados Generales encontraron las puertas de la Cámara donde se celebraban las sesiones cerradas por orden del rey (so pretexto de unas reparaciones). Ante el temor de que éste celebrase reuniones al margen de la asamblea, los representantes del Tercer Estado se desplazaron al juego de pelota de Versalles ("jeu de paume") para continuar sus deliberaciones. Allí juraron, inspirados por Mounier y Sieyès,“no separarse jamás y reunirse cuando así lo exigiesen las circunstancias hasta que la Constitución del Reino sea establecida...” Jacques Louis David ya era el pintor oficial de la Revolución cuando se le encargó el Juramento del Juego de la Pelota, que nunca llegó a terminar, dejando un único boceto en 1971.


Mozart componiendo el Réquiem

Aunque no fue partícipe como tal en la Revolución, cabe destacar de la época este pasaje en la historia. El Romanticismo convirtió a Wolfgang Amadeus Mozart en un mito a través de esta sobrecogedora obra: según la leyenda, el músico la compuso con la idea de que se trataba de su propio Réquiem, encargado por un mensajero de la muerte. Aunque la realidad parece ser menos poética, ello no resta un ápice a la potencia expresiva ni a la belleza de la partitura, con algunas secciones que se cuentan entre las cimas no sólo de la producción de Mozart, sino de la música universal: el "Introitus", el "Kyrie", el "Dies irae" o el "Lacrimosa".
En el último año de su vida (1791), se presentó a Mozart, que estaba ya enfermo y deshecho, un taciturno desconocido, que le entregó una carta y desapareció. Era el encargo anónimo de una misa de réquiem, con promesa de buena recompensa. El fúnebre desconocido se volvió a presentar unos días después y pagó un anticipo, recomendando a Mozart que no descuidase su obra. Volvió luego, de vez en cuando, para vigilar el progreso del trabajo. Era, sencillamente, el camarero del conde Franz von Walsegg, rico aficionado que tenía la debilidad de encargar obras a los grandes músicos para hacerlas ejecutar luego haciéndolas pasar por suyas.
Pero aquellas circunstancias singulares turbaron la mente de Mozart, ya fatigada por la áspera y continua lucha por la vida. Se entregó a la composición del Réquiem con el máximo empeño y, al mismo tiempo, con la firme persuasión de que aquella obra había de ser también su canto fúnebre. En efecto, no pudo terminarla. La obra fue completada por su discípulo Franz Xaver Süssmayer (1766-1803), quien, en los últimos años de la vida del maestro, había vivido en estrecha intimidad artística con él. No es fácil determinar exactamente cuál es la parte debida a Süssmayer.

Podrán escuchar aquí una breve reseña sobre la música Francesa ligada a la Revolución.

Fuentes
1. Gobierno de Francia
2. Clases de Historia
3. Arte Historia
4. Biografías y vidas-Requiem de Mozart
2. “Cómo se escucha la música clásica”, Horacio Sanguinetti, Editorial Planeta