El comienzo de todo (Relato)

Day 2,485, 15:07 Published in Spain Spain by John Balks

Los cuerpos alicaidos se movían hacia aquel sinuoso edificio y yo con ellos, pasé la cerca que separaba el exterior de aquella prisión y hogar del falso conocimiento; entré al edificio atravesando el patio de tierra, subí las escaleras hasta el tercer piso, codo con codo con otros con ellos, extraños para mi conocido para ellos; llegué al aula correspondiente y me senté en mi pupitre, dos pupitres más atrás estaba una compañera de clase, ojos azules, pelo rojizo y rizo, otros dos compañeros la estaban consolando, pese a que no me interesaba el motivo de su profundo malestar escuché palabras sueltas mientras sacaba el libro de texto de Matematicas I, tocaban matrices; “mensaje, Spam, eRepublik”, ninguna importancia más allá tenía para mi, ninguno de ellos me importaba, solo yo.

En el cambio de clase se me acercaron por la espalda, uno de ellos posó sus manos en mis hombros, no me inmuté, este me preguntó: “¿También lo recibiste?” no sabía a qué se referían así que me encogí de hombros, el continuó “Ya sabes, en tu correo el Spam de eRepublik, que te envió K.Ronte”, volví a encogerme de hombros, prosiguió “Kevin, el chaval ese de 4º de la ESO que se suicidó hace una semana” miré hacia ellos de nuevo que ya me habían rodeado, la joven aun se estaba secando las lagrimas; “debes mirar tu correo a diario, hazlo cuando llegues a casa”, asentí, todo con tal de que me dejaran en paz.
El horario lectivo acabó, volví a casa, por un momento sentí como si alguien desde la lejanía me estaba observando, no me giré pese a que es bastante inusual encontrarme con alguien en el camino de vuelta a casa, al menos hasta ahora nunca lo había sentido ni visto a nadie. Entré, subí las escaleras y me encerré en mi habitación, me recosté boca arriba en mi cama mirando el techo, pasaron las horas y la casa seguía vacía, por aburrimiento o por curiosidad me levanté, me dirigí hacia el ordenador y lo descubrí tirando la sudadera sobre la cama. Me puse frente al computador y lo encendí, revisé el correo, tenía un mensaje, lo leí, era el típico mensaje de invitación a un juego, salvo por el final que a modo de anexo ponía “6-88-33-777-8-33”, no le di importancia, cerré el eMail, apagué el ordenador y me tumbé en cama esperando a que alguien llegara a casa.

Me quedé dormido, tuve que irme al instituto sin desayunar, en el camino vi a un hombre de negro con sombrero de ala negro, tuve que cambiar de acera para pasar, no me agradaba era demasiado extraño, inusual, ajeno a mi control, el ¿Quién era? o el ¿Qué hacía ahí? eran preguntas que rondaban en mi mente, me detuve y me giré hacia aquel hombre de barba desaliñada y corbata negra, el seguía observándome, sus ojos castaños se clavaban en los míos, no podía perder el tiempo con él, fuera quien fuera no podía demorarme más de la cuenta y retomé mi camino hacia el instituto con paso ligero, pese a que aquel grupo intentó hablar conmigo tuvo que esperar al cambio de clase, “¿Lo viste?”, asentí, “Bueno, no creo que sea algo sobrenatural, será una broma pesada”, volví a asentir, “A mí no me gusta nada este tema, por favor no volvamos a ello otra vez”, giré mi cabeza hacia el libro de texto. No quiero hablar con ellos, ellos se contestan entre ellos, que pesados son. “¿Ayer a la noche viniste a Arcadia?”, me sobresaltó esa pregunta, miré hacia el joven y negué con la cabeza, “Lo veis, os lo dije” dijo jactante la pelirroja; “¿No fuiste tú? Pues entonces creímos verte allí”, la tercera chica, rubia con ojos azules interrumpió, “Acompáñanos hoy a Arcadia, será divertido y así podemos comprobar que en verdad no eras tú”. Intenté rechazar la propuesta, pero el entusiasmo del grupo bloqueó cualquier negación que podía decir, así que me vi obligado a ir.

Eran las 10 de la noche, la puerta de la discoteca Arcadia estaba abierta de par en par, como de costumbre, sin portero; entré, aun no habían llegado así que me limité a sentarme en un sillón curvo entorno a una mesa de las muchas que había y a observar el ambiente, chicas con muy poca ropa, vestidos ceñidos, enseñando carne y con gran cantidad de maquillaje y relleno; todo artificial; en cambio ellos melenudos, de corte militar o rapados, había esas tres clases, eso sí todos coincidían en que poseían fuertes músculos con los que se pavoneaban ante las chicas, algunos en la barra, otros bailando pegados con las jóvenes, demasiado pegados, otros sentados en otras meses o de pie charlando. Mi vista revoloteaba por las diversas gentes, la música de chunda-chunda y las luces parpadeantes no ayudaban para concentrarme en ver alguna cara conocida; en ese momento me fijé en él, era un joven raquítico y huesudo, al parecer se le había acercado otro con aspecto más demacrado y le había pasado algo, acto seguido esparció ese algo sobre la mesa redonda correspondiente y se limitó a eliminarlo con su fosa nasal. Este gesto me desagradó y aunque la noche fuera agradable, aunque sobria al menos para mí, en todos los sentidos; ese acto me marcó, sin lugar a dudas no me gustaba lo que vi, y no lo iba a tolerar; en esos pensamientos estaba yo hasta que el joven de mano de la pelirroja se fueron al baño después de haberse morreado a mi vera. Bien por él, lo que sea, no me parecía el lugar ni de lejos. En ese momento se escuchó un alboroto y dos fuertes disparos, la música dejó de sonar al instante y el suelo comenzó a teñirse de rojo, en el yacían dos cuerpos de dos mujeres cubiertas de su propia sangre que brotaban de sus estrechos y coloridos vestidos. El hombre, el mismo el cual yo me había fijado previamente tenía un revolver humeante en la mano estaba jadeando y temblando apuntando hacia todos los lados mientras la gente huía despavorida. “¿Qué estas mirando?” dijo aquel hombre armado mientras me miraba a los ojos y yo, sin moverme le devolvía la mirada “!Aléjate!” su visera cayó mostrando una pequeña melena “¿Por qué me obligas a hacer esto?, ¿Qué derecho tienes? Solo quería despejar mi mente, ¡Eso es todo!, ¡No estaba enterado de esto! ¡Déjame salir de aquí! No quiero involucrarme en esto, ¡No se te debería permitir involucrarte!” Sin mediar palabra y con paso firme sin dejar de ver sus ojos fijamente con los míos me acerqué al hombre armado “¿Quién eres?” El me apuntó con su revolver mientras repetía “No quería tener nada que ver con esto” varias veces con su voz entrecortada, me detuve a escasos metros de el mientras seguía con el arma en alto. Y hablé:

No existe un lugar para esconderte. Adonde vayas, todos están conectados

Dicho esto el hombre abrió la boca, metió su arma y disparó, cayendo al suelo, muerto.

Me siento frente al ordenador, es hora de probar ese juego que me pasaron por el Spam, seguro que es más seguro que la Vida Real, eRepublik.