Cuyo, el encuentro de un desencuentro... Relato de un TroPA

Day 1,328, 17:55 Published in Indonesia Philippines by At - Elah

English Explanation bellow
INTRO: Esto sucedió la semana, cuando estaba en argentina y aguantabamos el golpe de los kiwis y los peruanos. Ahí, mientras pegaba me topé en el frente con valebvb, ahí empieza la historia (la que parece mezclar realidad con ficción)...


Desde el flanco argentino podía mirar las bajas. Desde aquí se vive con más corazón la guerra, sobre todo cuando derrama sus causas por entre los agujeros que abrían los fusiles del otro extremo. La radio no dejaba de gritar las órdenes de no rendirse y mantener las lineas de defensa. Llevábamos días así, sin rendirnos, manteniéndonos en esto de defender la patria. Yo era e-chileno, pero aquí estaba, defendiendo mis raíces que me vieron crecer.

Los oídos de pronto me fallaban, imposible era no detenerse a mirar los aliados: turcos, indochinos, brazucas... en realidad los pocos que hacían presencia fantasmal en ese mismo entonces: los que fueron, los que no llegaban aún, y los que de alguna mantera siempre estarían en el campo de batalla, en esa imágen panorámica en la que puedes ver todo con facilidad pero no es nada más que la imaginación, o la desesperación de seguir la orden de los superiores.

Una correción, habría que decir: desde aquí se viven las bajas; vivo las bajas, y podría decir más pesimista: soy la baja misma.


Poco era decir eso, la moral no andaba muy bien. Desde hace cuánto que no sonreía, días ya. Pensaba qué tan importante podría ser para los demás... y veía... nadie sonreía: todos inmersos en el consuelo de hacer justicia con un fusil, con el rostro deformado. El fuego amigo resistía y aún suponía ser amigable, y de no ser por los camaradas de TroPA estaría sin cabeza por despistado. Sin cabeza como para volver a sonreír.



- "Faunoskov no seas salame! Más atento con los francos...!" - Gritaba Dante-arg, quien me hacía señas con los dedos para que cubriera a Nicolás Vergara, que se movía en ayuda de otro camarada, quizá un argentino, no lo sé. Era buen tramo, había que hacer distracción... No había tregua ni con la ayuda médica ni con los heridos.

Todos muertos o los muertos se suman al otro lado. De pronto se volvía una cuestión de sumar números a la raya.


- Copiado, puto. Sale ahora que están recargando... Ahora ahora... dale...!

Sin perdón ni nada las balas no parecían faltar por ambos lados. Cada respiro era una melodía que cada cual sabía vivir en su escasa individualidad ensuciada de barro, sudor, y sangre. Otros vivían su último concierto solitarios, en medio del campo de batalla.

No existían héroes, sólo mártires.
Y el olvido.

Cuando recargaba el fusil a duras penas noté una cabellera conocida. Oscura por el día o la tierra, me traía un afecto que parecía haber olvidado. Se me atascaba el cartucho. Un par de golpes y volvía a ella. La volvía a ver. No tendía nada más que mirarla con el cejillo del rifle. Me temblaban las manos. Me secaba el sudor de los ojos. Sí, estoy seguro. No era una alucinación antes de morir. Era ella, de este lado, escabullida en una trinchera... Era ella, del lado mío, mío... en cierto modo. El fuego enemigo no desteñía, era despiadado e indiscretamente persistente. Cruel por sobre todo, porque me hacía volver en lo que estaba. Aquí, de su lado, pero a una distancia que ni el soldado más salvaje cruzaría solo o sin un buen propósito. Los médicos eran escasos y no daban abastos. Parecía estúpido cruzar el campo, pero aún más abandonar este deseo que se presentó en un descuido. Era ella y no necesitaba ayuda, era el frente, y los enemigos, la guerra, el triunfo o la derrota, y yo una tercera persona, medio ajeno, distiante, desafectado, como quien mira una romántica pintura de paisaje en un cálido museo...



Sobrevivir era la segunda orden. De vez en cuando se dejaba escuchar el clamor en la radio. No parecía fácil, tampoco estúpido comunicarlo como orden. Así que estuve receloso con la unidad largas horas el frente argentino. Defender Cuyo sin la posibilidad de retirarse, no era esto un juego sino una apuesta, diferencia maldita en la que en una puedes perder sin problemas, pero acá las reglas son pagas con vida tú o a quien estas apuntando. Ya había decido por varios enemigos, y cuánta lástima, pero aquí el que vivo es yo. Era yo quien tenía que vivir... Pero no me gustaba esta situación, quería cambiar el fusil por el lápiz, para empezar a moverme por caminos más conocidos...

Era imposible, ninguna arma parecía efectiva en ese entonces.

En eso que confabulaba pensamientos por balas no me respondieron las piernas, siquiera para dar un paso. No podía moverme, estaba ahí como un tullido pese a que mis piernas daban todo por dar un paso adelante. ¿Y para qué caminar, ah? Ah sí... ella, por ella que estaba ahí , recargando su arma que le había regalado el día en que me había ido de Chile...

Desde unas torretas los españoles molestaba toda  la infantería aliada, impidiendo la relocalización de la unidad en la que estaba. TroPA y otras unidades qué sólo conocía de reojo. De la radio se escuchaba la órden de derribar el objetivo. whatsupcarlitos repetía la orden pero nadie se atrevía a levantar siquiera la mirada a echar un vistazo. Las ráfagas calaban cerca de las trincheras. No había nadie cerca dispuesto. Nos mirábamos las caras, esperando que algún loco se tirara, quizá algún novato, la carne de cañón... Era nuevo aquí, jamás novato, eso sí, era casi un desconocido, así que nadie se preocuparía si caía en el campo. No tenía amuletos, sólo un ojo en ella y otro en lo que sería el objetivo. No sé cómo lo hice, sólo me mantuve junto a mis compañeros hasta que se dió el momento de levantarse y moverse. Eran rápidos todos los movimientos, todo lo que sucedía. El calor era tremendo pese a que estaba atardeciendo.

Cerré los ojos por primera vez.

Los silbidos de las balas de alto calibre se hacían breves y hondos. Venían, volvían a venir, el golpe no cesaba. Hubo una que cruzó cerca de mi casco, casi me lo voló de la cabeza. Un pitido que me llegó hasta la médula... perdí la orientación por un momento, hasta que volví a escuchar. los gritos de los soldados cubrían el campo, breves y secos. Habían varios conocidos, unos amigos y otros no tanto, como Phantom Menace, con quien sólo he tenido la oportunidad de intercambiar unos insultos y ofensas, y aún no entiendo por qué me reprocha ser un chileno en argentina... si yo nací aquí, en lugar de la tierra que aún no se nos había encomendado, y casi por destino volvía donde me vieron crecer... pero ya volvía a recordar a mi realidad, era antes que todo un desconocido con un fusil.

Me levanté y bastó un intento, casi una intuición para que el silencio se hiciera presente, al menos por algunos segundos... El instinto con la puntería bastó para que se moviera la TroPA, antes de que otro soldado tomara el puesto de las torretas y volver a la misma situación. En ese movimiento yo quedé solo.


- No pierdan sus puestos...! Muevanse juntos...! Mantengan las líneas...! ¿Cuándo llegan los artilleros...? ¿... Y los aliados...!?

Los oficiales parecían hablar con los fantasmas. Bajé un poco la radio.

Nadie menciona los golpes de los tanques, son momentos infames es un segundo que dejan una gran mortandad. Efectivos y rápidos, son un movimiento que en el tablero no deja indiferente a nadie, más yo quería avanzar más allá de mi solitud. La TroPA me apelaba por radio, advirtiéndome que era peligroso que me mantuviera y que desacatar las órdenes era causa grave.


- Fauno pt, aguanta que te vienen.
- ¡Qué, más médicos?? Yo no necesito medicos, sino cambiar el objetivo...

Un silencio del otro lado se dejaba escuchar

Noticias de que llegaría apoyo y que había aguantar reportaban los superiores... Yo no aguantaba. Por primera vez apreté el botón de la radio para hablar con ganas, y dije:


- Sanciones... desobediencia...! Peor desacato sería es no poder hablar con ella teniendola tan cerca... Imposible desacato a esto...! Cambio y fuera.

Desde el otro lado del campo pude ver a At-Elah, quien asintió con la cabeza, antes de esconderla en la trinchera a la que alcanzaron a llegar con los demás chicos. Noté una sonrisa irónica antes de verlo desaparecer... Y pensar que casi nos enemistamos por darnos codazos en el mercadito argentino, ahora aliados, confiando la vida. Nos separamos, pero algo me decía que nos volveríamos a ver, eso si, antes tenía que cumplir el objetivo que me había propuesto el momento en el que la ví.



Escupía al suelo. El aire no me faltaría. Serían  treinta, quizá cien metros. No lo sé. Era lejos y cerca a la vez: entre la cordura por existir y la locura de una idea fresca e insensata, un deseo por resolver. La mirilla del fusil me ayudaba a reconocerla mejor.Y más que reconocerla, convencerme. Era ella: pequeña, morena, sencilla, frágil,  y tan fuerte con su fusil que no descansaba ni siquiera cuando se recalentaba el cañón. Escondía su sonrisa para otro momento. No eran momento para la alegría, aunque el calor del arma ruborizaba su rostro. No fuí capaz de ver sus ojos.

Yo la llamaba con el pensamiento para que me viera, pero esos trucos nunca han funcionado.

Me escondí en la aún trinchera... ya poco le quedaba, urgía encontrar el papelito que guardaba en mi billetera antes de salir de ahí... papeles, papeles, papeles inútiles, credenciales, permisos, pasaporte... ninguno era. Y ahí cuando quedaban los boletos de los pasajes del bondi, ahí estaba el papelito. Lo empuñé.

Volví a apretar el botón para hablar.


- Alguien que me cubra, estoy solo. Voy a salir al frente...

Nadie respondía, estaba efectivamente solo. Repetí el mensaje por un rato y no se escuchaba a nadie en el canal. Aguantaba resignado en el frente. Los suministros se me acababan. Los tiros se volvían cada vez más valiosos... los segundos más intensos... Volvía a insistir en la radio. Ahí alguien respondió.

- Che Fauno, aún estás ahí?
- Quien habla?
- At-elah, patito

Imaginé su sonrisa irónica. También sonreí. Sólo dejé escurrir un suspiro en la radio. Estaba cansado en serio... no me había dado cuenta...

- Son doscientos metros. Hay que ser héroe para cubrirte a esa distancia.
- Entonces hácete héroe, salame
- ¿Pero qué vas a hacer..?
- Voy en camino...
- Pero qué pete...!

En eso que me paraba llegaron los aliados, tanques de indonesia y brasil, así también del otro lado: polonia se hacía presente. Correr mientras la tierra temblaba era casi imposible. Los traspiés que daba en cada paso me hacían sentir como si estuviera cruzando el infierno por una cuerda floja... demasiado floja porque caí... En eso que caí noté que ella se había alejado del frente, la perdí de vista...

Eran unas piedras,las piedras me dolían en la espalda, estaban heladas. Sentía un frío, y luego un temblor en los pies... Pensaba qué pasaría si esto era el último momento... Pasó así largo rato tendido en el suelo mirando cómo se asomaban las estrellas. No podía creer que me volvía a tender como cuando chico, cuando pedía a las estrechas que no brillaran tanto porque me ponía ciego... y ese día estaban tenues, débiles...

Apretaba el papel y susurraba el mensaje esperando que lo escuchara. El papelito que resistía al olvido de aquel día que la ví, organizando las juventudes con tanta espontaneidad. Ahí también le susurraba desde lejos, esperando que me escuchara boca de algún grillo que le susurrara a su oído, o algún ángel guardián que tuviera... y le diera el mensaje. No sé donde estaba, y no era por confusión, sino por el completo abandono al que me dejé estar... tuve sueño, bostecé tanto que parecí dormir largo rato...

Sin saber en qué estaba, si esto fuera un sueño o realidad, sólo quería estrecharle la mano denuevo, saludar, saludar y despedirme y dedicarle los versos enamorados de Lautaro, el poeta que aún no era porque aún no había nacido, yo quería ser nada más los labios que recitaran el papelito:



[Equivoquémosnos todo lo que queramos.
La tierra del desamor no existe


Jorge Teiller hablaría por mí en ese campo que me abrazó, pese a que era un extranjero... un extranjero que, de alguna manera, desde la tierra buscaría volver...






Versión completa del poema:

Después de todo - Jorge Teiller

English Explanation

Ok, I'm gonna give it a try..., just a resume... er, explanation or something like that, : P

...here starts...

Since some have been asking for an english version, Purohueso (ponlo con link) finally wrote the following lines so anyone that doesn't speak spanish could get a grasp of what the whole text says:

Well, first, I could try to explain you what does that textwall says, but really, it does lose all its sense, as I already said, run it on a good translator, maybe you can find something better than GT, good luck on that.

The story itself describes a somesort of 'epic' moment in the middle of the Cuyo battle, it's not a story itself, but a short lapse of maybe 5-10 minutes, just an scene, describing what goes inside the mind of Faunoskov as a soldier there. Remembers, thinks, curses, all things you might do in the middle of a battle field, but also takes account of not just the mind, but his feelings, part of his past, close and far.

Doing a sort-of resume, it would go as, he is in the battlefield, hidden in a trench, then someone moves asking for cover, possibly to help a fallen soldier, and suddenly he saws someone that is not another comrade in this side of the war, but a close friend (and maybe something more... it's a girl, you know what I mean, : P). This prompts a lot of memories to his mind, thinking and feeling, that gets him 'paralyzed', until, after remaining alone due to the movement of everyone else in the unit, he just goes, trying to find her, with a verse in his hand. At the same time, the cavalry (on both sides) arrives, he falls and lost sight of her.

Hope that might have helped someone, and I would suggest that you try to read it, even if the translator might have problems with the informal dialogues, because it's worth it on epicness, : P

... here ends...