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De vez en cuando me llegan relatos de anónimos a la redacción. Hoy he recibido una carta peculiar. En un sobre arrugado lleno de manchas de barro con un matasellos de color carmesí apenas legible pude distinguir una águila bicéfala. En cambio, el remitente si que pude leerlo: "terciario soy aun en el abismo de la trinchera". Intrigado abrí la carta con avidez. El papel amarillento revelaba una historia que merece ser publicada por admiración y respeto a un soldado.

Querida Esther

1º Dia
Te escribo desde nuestro maltrecho campamento en algún lugar de Europa, por razones de seguridad no puedo decírtelo. La situación es complicada, nuestro enemigo ha arrasado la cabeza de la milicia Tercios. Estamos cansados y magullados tras la batalla. El Furriel JonyBB nos alienta a no perder la moral, el dice que si la perdemos, perdemos nuestra esencia en la guerra, nos convertiremos en animales asustados intentando agazaparnos en los cuerpos de nuestros caídos. Las miradas recobran el calor del honor y el valor al terminar el discurso del Furriel. Luchamos contra nosotros mismos para proteger nuestra Patria y sus gentes mientras escuchamos el zumbido de los cañones y los aullidos de dolor. A veces la añoranza es la única que me puede.

2ºDia

El comandante elMengu es un buen hombre. Acostumbrados a los malos tratos de oficiales incompetentes ya era hora de recibir la otra cara de la moneda. Es tolerante como comprensivo con nuestro regimiento. Los detalles son el sustento del dia a dia y elMengu lo sabe muy bien doble ración de comida,onzas de chocolate en el postre, algunas copas del coñac anteriormente confiscado por contrabando a escondidas de los oficiales superiores. El precio a pagar es una férrea disciplina y una tenacidad agotadora a la hora de ejecutar los ejercicios militares a la perfección. No son muchos los que se quejan del excesivo entrenamiento. Después de una batalla llegado al campamento oigo los agradecimientos a veces enjuagados en lágrimas al comandante de aquellos que se quejaban. Lo dicho es un buen tipo pienso mientras mis pasos me conducen al sueño de volver a casa con el deber cumplido.

3º Dia

Xilmar nuestra mejor oficial ha sido herida en el campo de batalla. No nos dejan entrar a verla dentro del hospital de campaña. El Mariscal Grassman en persona y algunos miembros de la cúpula son sus únicos visitantes. Ante la preocupación por su estado de salud entre nuestro regimiento nos asaltan las dudas de una posible derrota total. Sin el apoyo de la mejor soldado de los Tercios nos será complicado sobrevivir. Al final el Mariscal sale de la tienda con aspecto compungido, nos tememos lo peor cuando empieza hablar

-No se preocupen la oficial Xilmar está herida pero no podrá combatir en estos momentos. Nuestra bandera ha caido y nuestras fuerzas están siendo arrasadas sin piedad. Solo queda retirarse pero nos retiraremos luchando con nuestra bandera.

Al principio estuvimos aliviados de conocer la suerte de Xilmar pero la rabia y la resignación ocuparon el lugar de nuestros corazones al ver nuestro simbolo de identidad mancillado y humillado en el frio suelo.

-Necesito un voluntario para ser el nuevo portaestandartes de la bandera.

Di un paso al frente al instante. Podría haber sido cualquiera de los que estábamos allí,la providencia en espíritu me acogió en sus alas y me elevo a los cielos del honor y el deber. El Mariscal asintió con dignidad entre los vítores de mis compañeros.

Ahora mismo parto con mi regimiento a la batalla mi determinación me guiará hacia la bandera y también a la casa donde me esperas Esther.

Al leer completa la carta me puse a investigar que pasó con ese anónimo soldado. Supe que en un remoto paraje de Europa en el yermo campo se alza una bandera rasgada sobre un humilde pilar de piedra con una sola inscripción

"Aquí yace el portaestandarte de los Tercios"
"Alumbró el camino hacia la victoria ante un ejercito más numeroso ondeando la bandera"

¡DEDICADO A LA MILICIA TERCIOS POR SU SEGUNDO ANIVERSARIO!