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A muchos sorprendió la noticia de que habían tachado la lista en donde se presentaba el personaje posiblemente más odiado del país, Manuel Burga, quién al mando de la Federación Peruana de Fútbol solo ha cosechado derrota tras derrota.
En estos años de frustrados intentos de sacarlo, siempre se anteponía en su defensa el todo poderoso imperio de la FIFA, amenazando a un país futbolero de sacarlo de todo campeonato patrocinado por ellos.
Pero hoy, todo era distinto. No había políticos figuretis que aprovechaban la coyuntura de una nueva eliminación al Mundial, para poner el tema en boca de todos, ni algún gerente deportivo que quería ganarle en las urnas, pero que no contaba con los votos de los clubes departamentales y algunos seudo profesionales que luchaban por bajar de categoría, necesitados de la continuidad del inefable Burga. Más bien, la orden de tacha vino desde dentro de la propia Federación, un organismo de electoral, el ahora famoso Comité Electoral presidido por José Luis Noriega, que no solo quitó del camino al intocable Manuelito, sino al empresario Agustín Lozano y al ex árbitro internacional Alberto Tejada, que para algunos entendidos del tema, fueron los que más perdieron, pues podían por fin ganarle limpio y con algunos votos la elección a tan cuestionado mandamás.
La única oportunidad de Burga, al no poder presentarse a la elección y solo haber un candidato, Amez, que solo contaba con una minoría, era que nadie asista y que todos votarán en contra de la endeble decisión del Comité Electoral.
Sucedió lo que nadie quería, lograron anular las elecciones, incluso quieren borrar del mapa al los representantes del Comité Electoral y elegir nuevas personas para un proceso limpio. Mientras que Burga sale como el demócrata del fútbol peruano y no descarta volver a presentarse. Incluso, los memes cambiaron de tono, en la mañana se burlaban de Burga y ahora todos lo ilustran como el poderoso que no se va mover de su trono.
El verdadero perdedor de todo este embrollo bochornoso es el fútbol peruano y sus sufridos hinchas, que solo piden que se les brinde un poco de alegría.