Partido O'Higginiano de E-Chile

Day 3,767, 12:00 Published in Chile Chile by Gatox64
Hoy nace el Partido O’higginiano de Chile

Nuestro fundamento es no solo reconocer en nuestro prócer las condiciones políticas que debiesen regirnos sino además el fomentar el conocimiento de su obra y de su política Republicana.

Como dijo en su clase magistral del 26 de junio de 2013 el en esa época rector de La Universidad de Chile sr. Luis Riveros.

Bernardo O’Higgins fue un hombre de excepcionales dotes, las cuales han sido ampliamente realzadas por su significativo rol militar y como héroe magnífico en la consecución de la Independencia de Chile. Su rol como hombre de Estado ha sido, sin embargo, usualmente menos destacado por sus tratadistas y biógrafos, a pesar de su innegable trascendencia como organizador de la República, efectivo diseñador de muchas condiciones decisivas para la construcción del Estado chileno durante buena parte del siglo XIX. El joven Bernardo recibió una esmerada educación, que culminó en la etapa en que se convirtió en un discípulo destacado de Francisco de Miranda en Londres, el brillante ideólogo de la liberación hispanoamericana. En efecto a los dieciséis años viaja a Europa para continuar sus estudios, primero en Cádiz y luego en Londres, donde conocería a su maestro venezolano, de fuerte e innegable influencia sobre él y otros jóvenes americanos a los que acogió como discípulos. Miranda despertó en todos ellos un profundo amor por la Patria, por la tierra que los vio nacer, y O´Higgins no abandonará jamás este convencimiento nacido del consejo de su mentor: “¡Amad a vuestra patria! Acariciad ese sentimiento constantemente, fortificadlo por todos los medios posibles, porque sólo a su duración y a su energía deberéis hacer el bien. Los obstáculos para servir a vuestro país son tan numerosos, tan formidables, tan invencibles, llegaré a decir, que sólo el más ardiente amor por vuestra patria podrá sosteneros en vuestros esfuerzos por su felicidad”
Obtenida la Independencia, prevalecía en la mayoría de los habitantes del Nuevo Mundo los usos y costumbres heredados del antiguo régimen español, incluyendo un marcado respeto por el monarca. Pensamiento común en la época era que las nuevas patrias no tendrían la capacidad y elementos suficientes para autogobernarse. Es más, la idea de instaurar gobiernos republicanos no era la meta explícita de grandes libertadores como Bolívar, San Martín, Iturbide, quienes no siempre ocultaron sus planes monárquicos. Parecía tal idea, a muchos un lógico pensar en torno a la forma que debían adquirir las nuevas Repúblicas.

Entendiendo que el rompimiento político de la independencia significaba un gobierno republicano, O’Higgins tuvo preclara conciencia sobre la importancia de la continuidad histórica pensando que la fuerza de la tradición y la costumbre debían cobrar natural preponderancia en un proceso de tránsito desde la Monarquía a la República Independiente. Para él la Patria, a la que dedicó su vida, era una patria libre, independiente y autogobernada, pero tenía perfecta conciencia acerca de las difíciles condiciones que se imponía lograr para favorecer el logro de este objetivo. Sostenía gran temor al caudillismo que, alentado por otros próceres nacionales, tanto daño estaba haciendo en otras excolonias americanas. De este modo, O´Higgins no abandonaría sus ideales revolucionarios y mantendría una postura de inconformidad frente al ambiente tradicional, pero reconocía que para lograr su objetivo debía asumir que la realidad concreta heredada de España no podía borrarse de una plumada, y que para avanzar en la construcción de un gobierno estable, era preciso dar forma a instituciones cuya maduración habría de requerir una transición política muy definida.

La interacción de estas dos fuerzas, realismo e idealismo, manejada por él con maestría, es lo que permitiría a la larga la organización definitiva de la República. Su genio radica en haber introducido los cambios necesarios para estructurar el nuevo régimen de gobierno, conservando algunos elementos del pasado colonial y, al mismo tiempo, introduciendo las orientaciones que permitieran avanzar en la consolidación de la efectiva independencia. Este pensamiento, este delicado juego de equilibrio sólo inherente a los grandes políticos, queda también de manifiesto en su relación con la Iglesia. Siendo él un católico observante, termina con la costumbre de enterrar a los muertos en las iglesias y crea el Cementerio General; como muestra de tolerancia y progreso autoriza la fundación de un cementerio para disidentes en Valparaíso. Asimismo, mantiene la colonial institución del Patronato como un derecho propio de su condición de Jefe de Estado, esto es, la presentación de las personas idóneas para los cargos eclesiásticos, la recaudación del diezmo y, en virtud del “pase regio”, la difusión de documentos emanados de Roma, previa autorización del Gobierno.
Soberanía popular y democracia

Junto con el reconocimiento de la necesaria continuidad en ciertos aspectos de la sociedad colonial, O’Higgins ciertamente enarbolaba el ideal de la soberanía popular. Para los patriotas, en general, la soberanía del pueblo llegó a ser –desde muy temprano- el concepto político de mayor trascendencia, pues no solo comprendía la igualdad de los hombres y los pueblos, sino que conducía a erigir un régimen representativo y, por consecuencia, mayormente sostenible. O´Higgins trató de introducir esta tendencia y ejercerla, aun cuando no existiese la preparación necesaria para ella, porque entendía que se trataba de un asunto que requería de aprendizaje, información y, por supuesto, práctica. Por ello insistió ante los miembros de la Primera Junta Nacional de Gobierno a que llamaran a la elección del Primer Congreso Nacional porque, a su juicio, este no sólo representaría la voluntad popular sino que también serviría como escuela de civismo. Así lo expresó en carta dirigida a su amigo Juan Mackenna, en 1811, “Por mi parte no tengo duda de que el Primer Congreso de Chile mostrará la más pueril ignorancia y se hará culpable de toda clase de locuras. Tales consecuencias son inevitables, a causa de nuestra total falta de conocimientos y de experiencia: y no podemos aguardar que sea de otra manera hasta que principiemos a aprender. Mientras más pronto comencemos nuestra lección, mejor”

Asimismo, cuando advirtió que su presencia en la dirección del país podía ocasionar graves enfrentamientos y que no contaba con el respaldo de todos los chilenos para gobernar, y que siendo éstos “los depositarios de la soberanía”, lo que correspondía era dejar el camino libre y que el pueblo escogiera a su nuevo líder, respetando así los principios que había defendido. Por ello expresó: “Siento no depositar esta insignia ante la Asamblea Nacional, de quien últimamente la había recibido. Siento retirarme sin haber consolidado las instituciones que ella había creído propias para el país y que yo había jurado defender. Pero llevo al menos el consuelo de dejar a Chile independiente de toda dominación extranjera, respetado en el extranjero, cubierto de gloria por sus hechos de armas. Doy gracias a la divina providencia que me ha elegido para instrumento de tales bienes y que me ha concedido la fortaleza de ánimo necesaria para resistir el inmenso peso que sobre mi han hecho gravitar las azarosas circunstancias en que he ejercido el mando”

Estas palabras, son no cabe duda de ello, un faro que aún sigue alumbrando, una guía que aún puede ayudarnos y colaborar para que nuestro e país sea más justo, más democrático, más libre, más grande.

Les invito a seguir conociendo de su historia a través de mis próximas publicaciones y les aseguro que los principios que a él lo rigieron son los mismos que rigen a nuestro partido.

Un gran abraso a todos ustedes y saludos

Gatox64