Creación de la Tierra (2da Parte)

Day 2,388, 15:22 Published in Argentina Romania by A R C A N G E L

A medida que en la tierra oscura se iban cambiando las cosas, yo veía algo que salía del altísimo círculo de la Divinidad. Me parecía, al ver subir el sol desde el horizonte, como cuando todo renace al amanecer; era la primera mañana del mundo. Con todo, no presenciaba esto ningún ser humano. Las cosas permanecían como si siempre hubiesen estado así. Todo estaba aún en la inocencia de la primitiva creación. Conforme subía el sol en el horizonte, yo veía que también las plantas y los árboles crecían elevándose a mayor altura. Las aguas me parecían más claras y santificadas; los colores más puros y luminosos; todo era indeciblemente agradable.
No hay ninguna comparación ahora de cómo estaba la creación entonces. Las plantas, las flores y los árboles tenían otras figuras. Las cosas de ahora son, en su comparación, como achaparradas y estropeadas; todo está hoy como reseco y agostado. A menudo, cuando veo frutas y plantas en nuestro jardín, y luego veo los mismos (en visión) en los países calurosos del Sur, completamente distintos en tamaño, hermosura y en sabor, por ejemplo, los duraznos, pienso para mí: “Lo que son nuestras frutas en comparación con las frutas de los países del Sur, así son estas frutas del Sur comparadas con las frutas del Paraíso terrenal”.



He visto allí rosas blancas y rojas, y pensé entre mí: “Estas significan la pasión de Cristo y la Redención”. También he visto palmeras y árboles muy espaciosos que daban sombra como una techumbre. Antes que viera el sol, todo me parecía más pequeño y reducido; después, más grande, y, finalmente, grande del todo. Los árboles no estaban muy cerca uno de otro. Veía de cada planta, al menos de las más grandes, solo un ejemplar, y las veía separadas cual si pertenecieran a un vivero, plantadas según su clase.
Todo lo demás estaba verde y tan puro, incorrupto y ordenado que ni remotamente se podía pensar en un ordenamiento humano. Yo pensaba: “¡Cómo está todo tan bello y ordenado, y no hay aquí hombre alguno!... Aún no hay pecado; por eso no hay aquí nada manchado ni corrupto. Todo es aquí santo y saludable; nada ha sido remendado o compuesto; todo es limpio, puro e incontaminado”. Las praderas tenían elevaciones insensibles cubiertas de vegetación y de verdor. En el medio se veía una fuente, de la cual salían ríos en todas direcciones y algunos volvían a su origen. En esta agua vi por primera vez movimiento y seres vivientes. Después vi animales entre las plantas y arbustos; parecía que despertaran del sueño mirando a través de las hierbas y plantas. Estos animales no eran ariscos y eran muy diferentes a los actuales. Si los comparo con los animales de ahora, aquéllos me parecían como hombres. Eran inocentes, puros, nobles, muy ágiles, llenos de contento y muy mansos. No puedo expresar con palabras cómo eran entonces estos animales. La mayoría de ellos me eran desconocidos. No veía allí ninguno igual a los de ahora.



He visto elefantes, ciervos, camellos y especialmente el unicornio, que vi después también en el arca de Noé; era allí de modo particular manso y cariñoso. Era más corto que el caballo y tenía la cabeza más redondeada. No he visto entonces ningún mono, ni insectos, ni tampoco animal alguno repugnante o escuálido. He pensado siempre que estos animales surgieron después como castigo del pecado. He visto muchos pájaros y oía sus cantos tan agradables como en una alegre mañana. En cambio, no oía bramido de fieras ni vi aves de rapiña. El Paraíso terrenal existe aún; pero le es del todo imposible al hombre el llegar hasta él. Lo he visto allá arriba en todo su esplendor, separado de la tierra oblicuamente, como lo está la esfera oscura de los ángeles caídos respecto del cielo.