100 cosas que no sabias sobre México Parte 6

Day 2,147, 08:06 Published in Mexico Mexico by Porfirio.Diaz

81.- Durante los inicios de este país como nación independiente, la estabilidad era algo que simplemente no conocían nuestros antepasados. De 1821 a 1858 (desde Iturbide hasta Juárez, un lapso de 37 años), desfilaron por la Presidencia 30 mandatarios. Es decir, en promedio, uno cada quince meses.

82.- Aunque se sabe que Hernán Cortés no lloró bajo el Árbol de la Noche Triste cuyo cascarón se encuentra en la colonia Popotla de la ciudad de México, sí tuvo tiempo y motivos para derramar algunas lágrimas. Él mismo confesó, en sus Cartas de Relación, que lloró, pero por sentirse traicionado. Intentó – dijo – razonar con los nativos a base de palabras y amor, y lo único que recibió a cambio fueron malos tratos: “Di muchas razones, rogándoles que no peleasen conmigo pues ninguna razón para ello tenían. Que mirasen las buenas obras que de mí habían recibido y cómo habían sido muy bien tratados por mí”. Desde luego a don Hernán se le olvidó mencionar que, tras su llegada y al ver la cantidad de metales y piedras preciosas que engalanaban la ciudad, había afirmado sin recato: “Los españoles somos afligidos por una enfermedad del corazón que sólo el oro puede remediar”.

83.- Benito Juárez fue un gran y ejemplar hombre. Su problema, como el de casi todos los políticos del siglo XIX, fue enamorarse del poder a tal grado que hizo lo que estuvo a su alcance con tal de preservarlo. Sólo la muerte logró arrancárselo de las manos. Por aquellos años en los que los republicanos exigían elecciones libres, candidatos independientes y el retiro de Juárez por el bien del país, Ignacio Ramírez “El Nigromante”, uno de los liberales más feroces que han nacido en México y uno de los principales artífices del Estado laico, escribió, refiriéndose justamente a don Benito: “El poder ejecutivo es tan fácil de desempeñar que en las monarquías se concede a las mujeres y a los niños. Nosotros lo hemos confiado a un bárbaro de la Mixteca”.

84.- No fue el “Nigromante” el único en manifestar su rechazo hacia la figura del Benemérito. Lo hizo también Donato Guerra, un connotado militar liberal al afirmar: “No seremos gobernados por un déspota, llámese Miramón, Maximiliano o Juárez”. Alguien más habría de levantar la voz en contra de don Benito: Porfirio Díaz, quien creó el lema “Sufragio efectivo, no reelección”, mismo que Madero usaría en su contra décadas después.

85.- Tras la aplicación de las Leyes de Reforma, el sentimiento anticlerical llegó a extremos no previstos. Algunos templos, capillas y conventos fueron destruidos. Ni siquiera las obras de arte se salvaron: retablos, esculturas, campanas… todo quedó hecho pedazos. Entre los hermosos conventos novohispanos que fueron destruidos parcial o totalmente figuran los de Santo Domingo, La Encarnación, La Piedad, Azcapotzalco, Porta Coeli, San Francisco, La Concepción, Santiago Tlatelolco, Santa Clara, San Cosme y Santa Isabel. Jamás sabremos con certeza todo lo que fue destruido.

86.- Precisamente cuando se destruía “con inusitada diligencia” el Convento de Santo Domingo, se produjo un singular hallazgo: mientras algunos codiciosos buscaban tesoros escondidos, al echar abajo uno de los gruesos muros aparecieron trece momias. Trece frailes dominicos sin ataúd y colocados en diversas posiciones, lo cual hizo sospechar que se trataba de víctimas de la Inquisición, la cual les habría aplicado el terrible castigo del emparedamiento. El encargado de la destrucción ordenó extraer los trece restos y colocarlos afuera del templo. La noticia corrió con rapidez por la ciudad. Entonces, un empresario compró cuatro momias para exponerlas en Argentina como parte de una exposición cuyo tema fue “Víctimas de la Santa Inquisición”. Sin embargo, la identidad de una de las momias es lo que volvió al episodio verdaderamente memorable.

87.- En 1861, un doctor de apellido Orellana que formaba parte del cuerpo médico militar, se encargó de estudiar e identificar a las trece momias. Los resultados de sus investigaciones fueron concluyentes y quedaron asentados en un folleto llamado Apuntes biográficos de los trece religiosos dominicos que en estado de momia se hallaron en el osario de su convento de Santo Domingo de esta capital. Ahí se confirmó el rumor que ya para entonces corría con insistencia: una de aquellas momias era, ni más ni menos, que el gran precursor de la independencia de México, sabio escritor y liberal de corazón Fr. Servando Teresa de Mier. La historia entonces se vuelve leyenda: algunos aseguran que su cuerpo viajó a la Argentina donde, luego de unos años, se extravió. Otros afirman que sus restos están expuestos en una de las 365 capillas que se ubican en Cholula. Lo cierto es que el nombre de Fr. Servando está escrito con letras de oro en la Cámara de Diputados gracias a su magnífico pensamiento y a sus importantes aportaciones literarias y doctrinales.

88.- Oculta entre la intrincada red de transporte público subterráneo conocida como Metro, se encuentra un vestigio de nuestro glorioso pasado, el cual también nos recuerda que, bajo nuestros pies, existe una opulenta ciudad enterrada, Tenochtitlan. En los pasillos de la estación Pino Suárez se localiza un pequeño templo prehispánico de planta mixta (su base es cuadrangular pero el adoratorio de la parte superior es redondo). Se trata de una pirámide construida en honor a Ehécatl-Quetzalcóatl, el dios del viento, que fue descubierta durante los trabajos de construcción de la Línea 2 del Metro, entre los años 1968 y 1979.

89.- No es, sin embargo, el único tesoro que el Metro resguarda. En la estación Talismán puede apreciarse una enorme vitrina con los huesos de un mamut. Los restos permanecen en el sitio exacto tal y como se encontraron al momento de la excavación de los túneles. Hace miles de años, el lugar que ocupa la actual ciudad de México era un valle verde que presumía poderosas montañas que lo custodiaban, y en la parte central, una serie de lagos y pantanos. Entonces, antes de las civilizaciones que conocemos, toda esta región estaba poblada por animales prehistóricos como el mamut, el mastodonte, el megaterio, el dientes de sable, además de animales variados que iban de las llamas a los dromedarios, bisontes, caballos y armadillos gigantes.

90.- La ciudad de México esconde auténticas joyas a la vista de todos. Una de ellas es la Pirámide de Cuicuilco. Perfectamente integrada al paisaje que la rodea – modernos centros comerciales, elevados edificios corporativos y dos de las principales vialidades del país, una de las cuales ya cuenta con segundo piso – la enorme pirámide circular, a pesar de su imponente tamaño, pasa inadvertida para gran parte de los capitalinos que todos los días circulan frente a ella. Su importancia fue definitiva. Data del año 1000 A.C. y se piensa que llegó a ser el principal centro religioso del altiplano mexicano. Su declive comenzó a causa del auge de Teotihuacán, además de que, en el año 400 de nuestra era, el volcán Xitle hizo erupción y enterró todo el lugar.